Sería señal inequívoca de su absoluto fracaso. Y llegaría a su nueva diócesis, si esto se confirma, con un inmenso y absurdo fracaso a sus espaldas. Que no es el mejor modo de iniciar un pontificado.
Y él fue el único responsable de la grandísima estupidez que intentó en Torreciudad y que terminó hundiéndole en la miseria y a la diócesis en riesgo de desaparición.
Lo traigo con la ecónoma de la diócesis a la que atribuyen notable influencia en el desdichadísimo affaire Torreciudad.
Desde hace mucho tiempo sostuvimos que la única salida para enmendar la trapallada que este memo había montado era su idem de la diócesis.
Pues bienvenida sea si llega.
Además servirá para enseñar a otros obispos que meteduras de pata de tanta relevancia pueden costarles muy caras.
LLegaría a una diócesis con un clero de notable caracterización que seguramente le advertiría de estupideces como las que cometió en Barbastro-Monzón.
Y que diferencia en como deja una diócesis Gerardo Melgar, en excelente estado, y como queda Barbastro-Monzón que es una ruina.
Dios nos libre del «Trampantojo»!
Echaremos de menos a don Gerardo, que quedará como buen obispo (tímido, acomplejado y absoluto gobernando (que no absolutista))
Al menos, es católico, y no tiene más ideas que la evangelización ni más ideología que el Evangelio, y -esto es lo mejor- nunca nos ha engañado. A los curas viejos los ha dejado de lado, pero ¡cuánto no les ha estorbado a los jóvenes!
Conmoción en esta diócesis, tan poco dada a los conflictos. Y Pérez Pueyo puede crearlos, como ha ocurrido en Barbastro. Don Gerardo ha sido muy buen obispo, ha deshecho los muchos desaguisados que venían ya desde el lamentable y casi eterno pontificado de Torija, y los años insulsos de Algora. Don Gerardo ha tenido lo que hay que tener para quitarse de enmedio a toda la camarilla que mandaba desde la enfermedad de Don Juan Hervas, allá por los setenta, y poner gente buena como Córdoba o Juan Serna. Va a dejar la diócesis infinitamente mejor que la encontró. Pérez Pueyo traerá bien aprendido qué no se debe hacer, porque tonto no es, y con Torreciudad se ha limitado a cumplír el guión que le habían preparado No es el obispo que queríamos, pero podría haber sido peor
Javier: es usted muy dueño de adorar a quien le dé la gana. Por mequetrefe que sea. Adoración que solo le compromete a usted. Aunque no deje de dar pistas sobre sus capacidades. Y si desde el Vaticano le estuvieran buscando una diócesis es que tampoco allí comparten sus adoraciones.
Ciudad Real está ordenada, pero no por este palentino que no ha hecho una triste visita pastoral, sino pregu te lo que pasó con las confirmaciones de adultos, hasta que llegue nuevo obispo.
El seminario y la diócesis son productos de otros obispos, son ovejas de D. Pedro López de la Manzanara, Jesús Abad, ambos DEP, D. Lorenzo Trujillo, Manuel Tendero, y las vocaciones del pueblo que más seminaristas llevó en los 90, D. Pablo Cea y las monjas que llevó.
D. Gerardo vivió en Ciudad Real, D. Antonio con los seminaristas, él…
Donde deberían mandarlo sería a su casa o a pegar sellos a alguna oficina vaticana.
y el de Cuenca para cuando sale? porque 2 años y medio después de su jubilación ahi sigue.
¿En excelente estado? Con un seminario a punto de cerrar, con menos vocaciones que nunca, con un clero envejecidísimo y con un abandono total, desde hace décadas, de la Liturgia y de de la devoción popular. Pues si así esta Ciudad Real, «en excelente estado», no quiero ni imaginarme como estarán las diócesis que no estén tan excelentemente.
Este está en su TORRE de Cristal y no se entera
Creo que ha pisado poco esa diocesis.
Y el de Mallorca… Cuando le dan puerta?
Cuando encuentren a alguien que quiera ir allí.
Iría a Ciudad Real por seis años. Afortunadamente. No le daría tiempo a montar otro numerito.
Que ha hecho la diócesis de Ciudad Real para este cambio atroz?. Espero que no sea cierto, porque es lo que faltaba!
Otro obispo manejado por una mujer.
Marchando una de barajado de diócesis, de desnudar un santo para vestir a otro. Qué pena, porque Pérez Pueyo lo estaba haciendo razonablemente bien hasta que se metió en este fregado. Se ve que la tentación de potenciar su modestísima diócesis apoderándose del santuario de Torreciudad fue demasiado fuerte.