No ha tardado en darse cuenta de que su locura tenía ese obligado final. Todos menos ella y sus nueve abducidas lo veían. La puntilla acaba de producirse. Suplicó que vinieran en su auxilio y con una cantidad bien exigua: 20.000 euros. Y se marcó un mes para lograrlos. Pues no llegó ni a 3.000. Ha comprobado que no le importan a nadie. Que no hay quien las quiera ayudar.
La permanencia como comunidad es imposible. Y con sus conocimientos difícil que encuentren algo fuera del servicio doméstico. Todas van a lamentar la descabellada opción que tomaron pienso que engañadas por la exabadesa que les vendió algo inalcanzable que como vírgenes necias compraron..
Ya se están convenciendo de su inmenso error. Echar la culpa de su inmenso error al arzobispo de Burgos es a la vez estúpido e inútil. Iceta ha dejado que se mueran solos. Sin hacer prácticamente nada. Está convencido, y con toda razín, que mueren solas y pronto.
La exabadesa apunta ya a septiembre como límite. A eso les ha llevado su descabellada decisión.
A la exabadesa se la escucha muy acabada. Se ha dado cuenta sin duda de su inapelable fracaso. Pienso que pronto desaparecerá.
Es cosa sabida desde hace siglos que una vida contemplativa como Dios manda necesita unos gobernantes que además de buenos guías espirituales, tengan los pies en el suelo y gobienen una economía saneada. Por eso nacieron las reglas monásticas. Belorado necesita una cura de realismo puro y duro. La mejor educadora es la real realidad. Lo demás son cuentos chinos.