El Papa Francisco tiene la capacidad, ampliamente demostrada, de cabrear a sus sacerdotes, otros no tiene. Lo triste de la situación es que lo hace utilizando argumentos que solo existen en su imaginación y ridiculiza , o pretende hacerlo , situaciones que no existen.  Cuando los ministros «se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia, la arruinan con actitudes chauvinistas y dictatoriales».  «Es doloroso encontrar en algunas oficinas parroquiales la lista de precios de los servicios sacramentales como en un supermercado. Dejamos al lado otras referencias que son incompresibles puestas en la boca del Papa. Parece que el Papa Francisco pretende imponer sus gustos a todo el mundo y ante el evidente rechazo se llena de disgustos. Los sacerdotes, en general, por pura salud mental, pasan olímpicamente del Papa Francisco, y si algo lleva su firma, simplemente se tiene por no recibido.

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