| 07 septiembre, 2023

El “TRUCHO”, LAS VILLAS MISERIA Y UN ALEVOSO ASESINATO
Durante su rectorado en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa
María de los Buenos Aires, el arzobispo Víctor Manuel Fernández organizó una muestra
acerca de la “Dignidad de las Villas Miseria”.
En una declaración del año 2012, el Instituto de Filosofía Práctica criticó la
muestra, señalando a tales aglomeraciones como “lugares que no dignifican a nadie”.
Hoy, muchas veces se utiliza el término dignidad con referencia a la persona
humana, sin distinguir entre dignidad ontológica y dignidad moral.
Todos los hombres, incluso los delincuentes más perversos, tienen dignidad
ontológica y por eso se les debe respeto incluso en el castigo. Por eso, Saint-Exupéry en
Ciudadela, escribe que por ese respeto al hombre curaba al condenado a muerte, a pesar
de que después lo fusilara por respeto al imperio.
Pero no todos los hombres tienen dignidad moral, porque esta se conquista
cuando una persona obrando bien en general, a pesar de sus faltas, imperfecciones y
pecados, porque como enseña el Evangelio “solo Dios es bueno”, se convierte en una
persona buena y adquiere la dignidad en sentido estricto, que es la moral.
En el último sentido, las “Villas Miseria” no dignifican a nadie, sino que
constituyen ámbitos de amontonamiento, promiscuidad, vicios, corrupción, delitos y
drogas.
Antes de organizar la muestra el rector podría haber leído a Charles Péguy,
quien distingue entre pobreza y miseria al escribir: “antes de la instauración del mundo
moderno, un hombre sin dinero era pobre, hoy es miserable… La miseria no solo hace
desgraciado al hombre, sino que provoca en él una decadencia: es el único mal
incurable porque carece de sentido. La miseria niega la esperanza, niega el amor, niega
la inteligencia; niega todos los valores espirituales a un ser rebajado a una categoría
inferior a la de la bestia” (Daniel Rops, Péguy, Difusión, Buenos Aires, 1946, págs.
115/6).
Continúa la declaración del INFIP: “Este rector, en su lamentable cortedad
natural, parece que nunca podrá entender la diferencia entre la pobreza que puede
dignificar y la miseria que degrada”.
También el documento recuerda un penoso y mendaz artículo publicado por el
ahora cardenal en un matutino, en el cual compara al aborto con la conquista española,
en la cual los conquistadores mataban a los indios por considerar que no tenían alma.
No negamos que en las Villas existen personas buenas, niños inocentes, gente
rescatable, como existen las flores de fango; pero que en ese ambiente putrefacto les es
muy difícil vivir virtuosamente. Por todo esto, no hay que urbanizarlas, lo que hizo en
Buenos Aires el gobierno local, sino erradicarlas.
En estos días la sociedad porteña vive conmocionada por un asesinato cometido
en un lugar muy apreciado, un pulmón verde: los bosques de Palermo. Un joven
ingeniero fue acuchillado por un miserable de 29 años que cuenta en su vida cometió 14
delitos y estaba libre gracias al garantismo penal inspirado por Zaffaroni, el académico
pontificio.
Ayer, el asesino fue detenido en la Villa 31, urbanizada por Rodríguez Larrata.
Por sus frutos se conoce el árbol.
Bernardino Montejano
El pajarraco vago ya ni se molesta en editar los textos que plagia y los publica tal y como vienen sin hacer sangrías de texto o colocar márgenes y justificados.
Debe ser la senilidad o la pura vagancia.
El sabrá.