CADA DÍA TIENE SU AFÁN
El texto evangélico referido a nuestras preocupaciones futuras relativas a los bienes materiales, es válido para todos los hombres, pero en este lugar del planeta, que es la Argentina, tiene una connotación especial.
Acerca del abandono en la Providencia, escribe san Lucas: “No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis, porque la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen bodega ni granero y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!… Fijaos en los lirios, como no hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios la viste así ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe… Ya sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de eso” (12, 22/21).
Más sucinto, escribe san Juan, “Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo” (16, 14).
Por otra parte, existe una virtud, que rige nuestra vida moral, que es la prudencia y que, en su dimensión más importante, la imperativa, mira al futuro y que se aplica al asunto.
Ella tiene dos partes que tenemos que tener en cuenta: la providencia y la circunspección.
La primera ve lejos, apunta al futuro, prevé sus contingencias y dispone los medios para enfrentarlas.
La segunda tiene en cuenta todas las circunstancias, en las cuales se desarrollará ese futuro, en nuestra historia y geografía y modera nuestros anticipos, relativiza nuestras certezas y previsiones.
Un ejemplo, ayer al mediodía me llama el escribano Hernán de Pablo, como hombre previsor, para suspender la reunión de hoy en el Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos, por el anuncio de un paro general de transporte, que incluía, trenes, subterráneos, colectivos y taxis, para la cual todos los miembros estaban avisados.
Le contesté que no, de ninguna manera, que estaba preparando mi aporte y varios de los integrantes no tendrían ningún impedimento: una distinguida escribana vive enfrente, otra a una cuadra y media, otros podían ir caminando y los más alejados podían participar por zoom. Además, que teníamos que negarnos a ser amenazados y conducidos por un grupo de burócratas sindicales corruptos, enriquecidos a costa de sus representados, con la complicidad de los gobiernos de turno y hasta bendecidos por ciertos curas tercermundanos, enmascarados como villeros de opción por los pobres,
Lo convencí, me aseguró su asistencia. Esta mañana me enteré al ir a comprar “La Prensa”, con la cual a veces me desintoxico de la lectura del pérfido diario “La Nación” legado de Mitre, tan distinguido como militar que la única batalla que ganó en su vida, no se definió en el campo, sino en las oscuridades de una logia masónica a la cual ambos jefes, Urquiza y él pertenecían.
Pero estos anticipos del mañana a veces pueden costar muchos lagrimones, como le sucedió a mi mujer quien, junto a otras docentes, preparó un viaje a Grecia y pagó importantes cuotas. Como es esclava de la anticipación, una semana antes tenía listas sus valijas, pero dos días antes de la partida la empresa se presentó en convocatoria de acreedores, no viajó nadie y perdieron todo lo que había pagado que nunca pudieron recuperar. Eso pasó en la Argentina, hace años cuando cualquiera ponía una agencia de viajes con un capital mínimo, sin avales ni garantías de ninguna naturaleza.
Por eso aquí y ahora, la advertencia evangélica nos enseña y nos salva de estafadores y malandrines y nos permite afrontar con mayor perspicacia las contingencias futuras.
Además, también nos permite vivir mejor, más libres, desconfiados de las noticias y novedades, con un sano escepticismo respecto a las informaciones, porque en mi caso, no les creo ni las predicciones meteorológicas y como consecuencia, vivo mejor.
¡Cada día tiene su afán! Cada día nuevo amanece con sus bondades y sus maldades, sus malicias y tentaciones, sus posibilidades de enriquecernos o de degradarnos. Para decirlo con palabras de nuestro poeta Leopoldo Marechal:
“Por la mañana, cuando te levantes, /
piensa, Josef, en este nuevo día, y
no te olvides que al salir el sol/
entrarás en un campo de batalla/…
Ángeles y demonios pelean en los
hombres: el Bien y el Mal se cruzan
invisibles aceros; y has de andar
con el ojo del alma bien alerta/
si pretendes estar en el costado/
limpio de la batalla. / Josef, nada es
trivial en esa guerra: /basta el peso
ladrón de una bolsa de azúcar/
para que llore un ángel y se ría un demonio”
(La Patria, 2 Didáctica de la Patria, 16, Cuadernos del Amigo, Buenos Aires, 1960).
Buenos Aires, octubre 31 de 2024. Bernardino Montejano
Desgraciadamente, don Bernardino, en la Argentina unos pocos (o unos muchos) se toman ‘en lunfa’ el pasaje evangélico, retorciéndolo diabólicamente, además, y se esmeran en AFANAR todos los días:
Unos pocos (o unos muchos) «se afanan» -lunfardamente hablando- una gran tajada de lo que otros muchos (estos sí, muchísimos) con esfuerzo o talento o ingenio -o todo eso junto- se afanan -castizamente hablando- por proveer a la Patria y a sus familias.
Mysterium iniquitatis («Chorros de miér…coles» que habría dicho -criollamente hablando- mi abuelo).
Provéanos Dios Padre Santo con su gracia para poder cumplir, con los afanes nuestros de cada día, con Su divinísima Voluntad (que siempre será para nuestra conversión, edificación y santificación) y nos libre de los «afanancios» de turno, a su turno.
Saludo cordial