Tocado y hundido. Destitución de un obispo argentino Anti-Bergoglio

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mollaghanLunes, 19 de mayo, la misma mañana de la apertura de la asamblea plenaria de la conferencia episcopal italiana, presentada por la tarde con un discurso del Papa en persona, un lacónico comunicado ha dado la noticia de la destitución de un arzobispo de primer nivel en la patria de Jorge Mario Bergoglio : «El Santo Padre Francisco ha nombrado miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el comité de examen de las apelaciones de los clérigos para ‘delicta graviora’ al arzobispo José Luis Mollaghan, hasta ahora Arzobispo de Rosario (Argentina).» Rosario es una diócesis de dos millones de habitantes y Mollaghan, de 68 años, no es precisamente un personaje al final de su carrera. Pero su abrupta salida de Argentina, su marcha a Roma, bajo el control inmediato del papa y sobre todo su confinamiento en una pequeña oficina misteriosa curial que ni existe sino que está sólo bajo «erección». Para entender por qué esta decisión punitiva adoptada por Francisco en contra de uno de los más prominentes obispos argentinos, es útil referirse a una de las biografías más precisas y exactas del Papa: «Francisco, la Vida y la Revolución«, escrito por la periodista argentina Elizabetha Piqué y publicado en Italia por Lindau. En el capítulo que revisa los opositores del entonces cardenal Bergoglio en la Iglesia argentina, Mollaghan se encuentra entre los más ávidos, junto con el arzobispo de La Plata Héctor Aguer y el nuncio apostólico Adriano Bernardini. Éstos acusaban a Bergoglio de no defender la verdadera doctrina, hacer gestos pastorales demasiado audaces y de ser connivente con el gobierno. En Roma, sus puntos de apoyo fueron los cardenales Leonardo Sandri y Angelo Sodano, este último en amistad con el ex embajador argentino ante la Santa Sede Esteban «Cacho» Caselli, personaje muy controvertide, todavía inscrito en el Anuario Pontificio como Gentilhombre de Su Santidad. De él escribe Elizabeth Piqué: «Es en este contexto que, entre finales de 2005 y principios de 2006, el asalto contra Bergoglio, que sigo de cerca como corresponsal del diario ‘La Nación’, llega a su clímax: Bernardini y sus amigos de la curia intervienen directamente en el nombramiento de varios obispos conservadores. Entre ellos, el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan y el de Resistencia, Fabriciano Sigampa. Los nombramientos despiertan un gran malestar en el Episcopado Argentino. «Ni Mollaghan ni Sigampa fueron propuestos en la terna preliminar realizada por los obispos argentinos: fueron impuestos a raíz de las instrucciones del Secretario de Estado en la terna presentada al Papa por Bernardini. El proyecto, según varias fuentes, se relaciona con la antigua amistad entre Sodano y Caselli. Aun cuando dejó de ser embajador, Caselli mantuvo una relación directa con monseñor Maurizio Bravi, un funcionario de la Sección Segunda de la Secretaría de Estado, que se ocupa principalmente de Argentina y que a su vez tiene una estrecha relación con el cardenal Sandri, quien también es argentino, el número tres en el momento de la estructura como sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano «. De los tres obispos argentinos mencionados anteriormente, Sigampa lleva dos años en el retiro y Mollaghan se ha visto lo que pasó. Todavía permanece en la Silla de La Plata Héctor Aguer. Pero también su suerte está echada. De Sandro Magister para Settimo Cielo. Traducido por Infovaticana

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