PUBLICIDAD

«Pater noster» sin paz. Choque entre las traducciones

|

*

«Ésta no es una buena traducción», ha abreviado el Papa Francisco al comentar en la televisión, el pasado 6 de diciembre, la traducción en uso en Italia de la frase del «Pater noster» que, en latín, suena: «Et ne nos inducas in tentationem».

En Italia, la traducción recitada o cantada durante las misas es un calco de la versión latina, casi palabra por palabra: «E non c’indurre in tentazione». Como también la versión inglesa en uso en los Estados Unidos: «And lead us not into temptation».

Y es precisamente este tipo de versión el que no le gusta a Francisco. El motivo -ha explicado desde las cámaras de TV 2000, el canal de los obispos italianos, mimando el gesto de empujar y hacer caer (ver foto)– es que «no es Él, Dios, el que me hace caer en la tentación, para ver después cómo he caído. No, el Padre no hace esto; el Padre ayuda a que nos levantemos inmediatamente. El que nos induce en tentación es Satanás. La oración que decimos es: Cuando Satanás me induzca en tentación, Tú, por favor, ayúdame».

Viceversa, al Papa le gusta -y lo ha dicho- la nueva traducción en  uso desde el año pasado en Francia y en otros países francófonos: «Et ne nous laisse pas entrer en tentation», que ha sustituido a la precedente: «Et ne nous soumets pas à la tentation» y que es, a su vez, muy parecida a la que está actualmente en uso en varios países de lengua española, incluido Argentina: «Y no nos dejes caer en la tentación».

In Italia, la conferencia episcopal se reunirá en asamblea extraordinaria del 12 al 24 de noviembre para discutir, precisamente, si introducir o no en el «Padre Nuestro» de la misa la nueva versión que, desde hace diez años, ya se lee en la traducción oficial italiana de la Biblia: «E non abbandonarci nella tentazione».

Pero tras las declaraciones de Francisco se diría que el resultado de la discusión ya está decidido de antemano –»Roma locuta, causa finita»–, con la evidente inclusión también en el misal italiano de la traducción presente ya en la Biblia y que, seguramente, es más del agrado del Papa.

En cambio, no es así. No está dicho que esto acabe así. Porque mientras tanto Roma ha hablado de nuevo. Y ha dictado una solución distinta.

Esta vez no ha sido el Papa en persona el que ha hablado, aunque poco ha faltado. La voz que ha resonado es una muy cercana a él, cercanísima, a veces incluso coincide con la suya: la de «La Civiltà Cattolica«.

En la revista diriga por el jesuita íntimo amigo de Francisco, Antonio Spadaro, otro jesuita, el ilustre biblista Pietro Bovati, ha publicado un artículo dedicado totalmente al análisis de la «difícil» pregunta: «Et ne nos inducas in tentationem».

En la primera mitad del artículo, Bovati explica que, efectivamente, dicha oración dirigida al Padre celeste ha causado, en la historia cristiana, dificultades en la interpretación. Y muestra cómo autorizados Padres de la Iglesia como Ambrosio, Agustín y Jerónimo orientaron la interpretación en este sentido: «No permitas que entremos y/o sucumbamos a la tentación», o, también: «No nos abandones a/en la tentación». Es decir, precisamente «en el sentido en que van las traducciones modernas».

Pero, justamente en este punto, Bovati inesperadamente da un giro. Y declara su intención de proponer una nueva traducción que no coincide para nada con la que parece que está a punto de convertirse en la traducción oficial en Italia, ni con las que ya están en uso en Francia, Argentina y otros países.

La nueva traducción que Bovati propone y argumenta con fuerza es: «Y no nos pongas a prueba».

Para sostener esta traducción, explica que la palabra «prueba» es mucho más fiel que «tentación» al término original griego «peirasmos». Y esto es así porque, en el Nuevo Testamento, «tentar» tiene el significado malévolo de querer hacer  caer mediante la seducción o el engaño y es, por lo tanto, lo opuesto de lo que hace Dios; mientras que la «prueba» o el poner a prueba es, en toda la Biblia, lo que Dios hace con el hombre, en diversos momentos y de maneras a veces insondables, y es lo que Jesús sintió en grado sumo en el huerto de los Olivos antes de la Pasión, cuando rezó con las palabras: «Padre mío, aparta de mí este cáliz».

«No se trata, por lo tanto, -escribe Bovati- de rezar al Padre sólo para ser capaz de superar las tentaciones y vencer las seducciones del Maligno, cosa sin duda necesaria, pero también de suplicar al Dios bueno que conceda su ayuda a quien es pequeño y frágil, para atravesar la noche sin perderse. Pensemos en todos aquellos que se dirigían a Jesús pidiendo la curación; pensemos en las múltiples peticiones que repetimos cotidianamente, retomando las fórmulas de los Salmos o de las oraciones litúrgicas; pensemos, por último, en la gran cantidad de invocaciones que nacen en nuestro corazón cuando percibimos un peligro, cuando nos sentimos angustiados por el futuro o cuando tenemos los síntomas de alguna enfermedad. Pues bien, esta variada forma de peticiones al Señor está resumida y condensada en una única petición, la que dice: ‘No nos pongas a prueba'».

El artículo de Bovati merece ser leído por entero. Y esperemos que los obispos italianos lo tengan en cuenta cuando tomen su decisión el próximo mes de noviembre.

Con una última advertencia, de carácter musical. Las palabras: «Y no nos pongas a prueba» se adaptarían perfectamente a la melodía clásica del «Padre Nuestro» cantado. Algo impensable, en cambio, para el enrevesado «Y no nos abandones en la tentación», que corre el peligro de ser aprobado.

Comentarios
5 comentarios en “«Pater noster» sin paz. Choque entre las traducciones
  1. Lo que ha escrito el insigne biblista en La Civilta’ Cattolica es lo mismo que escriben los también ilustres biblistas Luis Claudio Fillion y Jose Maria Lagrange en sus respectivos Comentarios al Evangelio según San Mateo, publicados el primero a fines del siglo XIX y el del Padre Lagrange en los años veinte del siglo pasado.
    Además, la traducción propuesta, igual que la española, de ninguna manera contradice el texto griego.
    Ni tampoco la anterior.
    Una vez más se evidencia la deficiente formación teológica de los actuales eclesiasticos.
    En la Vulgata el » ne nos inducas in tentationem» se refiere, como traduce Straubinger, a «no nos introduzcas en la tentación» que tiene en cuenta nuestra condición pecadora, expuesta a tantos peligros y necesitada de recurrir filialmente a la paternal Providencia Divina.
    En resumen, una polémica inútil. Excepción hecha del artículo – excelente – del ilustre biblista Pietro Bovati, que ha puesto las cosas en su punto.

  2. » No nos dejes caer en la tentación» se adapta mal al texto griego que se podría, mejor, traducir por no nos conduzcas a tentación, como en inglés. Ese «conducir a..» excluye implícitamente que la tentación tenga su origen en Dios, lo cual siempre se ha entendido como equivocado. La tentación tiene su origen en otro, en el tentador, en el enemigo.
    En español el » No nos dejes caer en tentación» se entiende comúnmente, por la generalidad de los que lo rezan, como «no nos dejes pecar». No se pediría, pues, como en el texto griego que no permita Dios nuestra entrada en tentación, sino nuestra caida en el pecado. En ese sentido es una traducción deficiente. Otra cosa es entender el «No nos dejes caer en tentación», como no nos dejes caer en el «abajado» mundo de la tentación. He leído que en Arameo ese sería el sentido de esta parte del Padrenuestro ( y probablemente, entonces, en el original, porque Mateo se sabe trabajó parcialmente en su Evangelio primero en Arameo, aunque completo solo se conozca el texto griego). Si ello es así, si puede entenderse análogo a las traducciones latina, inglesa etc.
    Para la traducción española si haría falta, ante el entendimiento generalizado del referido texto, alguna aclaración como decir «No nos dejes caer en estado de tentación».
    Tan sencillo como esto.

  3. Seguramente, hace 80años rezo » no nos dejes caer en tentacón». Asi es como rezamos en Brasil. No puedo entender la razón de tanta celebración cuando el Papa prefiere una tradución más acorde con la própia naturaleza de Dios que, de hecho, no puede encaminarnos a una tentacíon. Creo que una elite presumiblemente católica busca es pelo en cáscara de huevo cuando se trata del Papa Francisco.

  4. La traducción española del Padre Nuestro, …no nos… líbranos…, tiene siglos, no así …a los que nos han ofendido…, que yo no rezo y sigo con lo clásico, …perdonamos a nuestros deudores.

  5. Obviamente no se trata de lo que le guste o no le guste a una determinada persona sea quien fuera, por aquello que «sobre gustos no hay nada escrito». Acá se trata de un gravísimo peligro que es confundir a Dios con el tentador. Dios no es nunca el tentador. Es muy peligroso confundir tentación con poner a prueba, son acciones distintas de origen diferente y contrapuesto. No es lo mismo lo que pasó con Adán y Eva a lo que ocurrió con Abraham e Isaac. Hay una tendencia a diluir el mal, el pecado, el demonio, que mete miedo.
    La petición al Padre es doble no nos dejes caer en la tentación más líbranos del mal. Si no hiciera falta la ayuda de Dios frente a las tentaciones «seríamos como dioses». Debemos reconocer que estamos expuestos a las tentaciones y que «caer» en ellas significa entrar en su trampa (el término caer es enormemente descriptivo). Qué debemos hacer frente a una tentación ?, resistir y pedir ayuda a Dios y no caer. Pero somos pecadores y caemos, si pedimos perdón a Dios sinceramente y volvemos a la vida generando una gran alegría en el Cielo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *