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Los ex anglicanos de Estados Unidos dicen no a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar

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Al papa Francisco no le han gustado jamás los anglicanos que se hacen católicos. Prefiere que permanezcan donde están, y lo ha dicho. Pero mientras tanto heredó de su predecesor Benedicto XVI un Ordinariato especial, instituido en el 2012, que se ocupa precisamente de los fieles de Estados Unidos y de Canadá convertidos del anglicanismo.

Este Ordinariato tiene el nombre de Cátedra de San Pedro y funciona como una diócesis inmensa con sede central en Houston, en el Estado de Texas. Forman parte de ella más de cuarenta parroquias. Sus liturgias atesoran la tradición anglicana, la cual no es muy diferente de la tradición católica más apegada a la tradición. Su obispo es Steven J. Lopes, de 42 años de edad, nacido en California, de padre portugués y madre polaca, durante diez años (desde el año 2005) funcionario de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, promovido el 24 de noviembre de 2015 a su actual cargo por el papa Francisco.

Ahora bien, en enero el obispo Lopes ofreció a sus sacerdotes y fieles una carta pastoral con las instrucciones sobre cómo interpretar y poner en práctica «Amoris laetitia».

> A Pledged Troth

Naturalmente, todos se pusieron a leer inmediatamente qué había escrito sobre la controvertida cuestión de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Y encontraron esta respuesta:

«Una pareja casada civilmente, si está comprometida en la abstinencia completa, puede acceder a la Eucaristía, después de un serio discernimiento con su pastor y recurriendo al sacramento de la reconciliación».

Una respuesta perfectamente en línea tanto con el título dado a la carta pastoral  – «Una fidelidad a toda prueba» – como sobre todo con el magisterio de la Iglesia de siempre, desde san Pablo al Concilio de Trento y a los últimos Papas antes del actual.

Aquí reproducimos más en extenso el pasaje respecto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

*

UNA FIDELIDAD A TODA PRUEBA

por Steven J. Lopes

[…] La formación de la conciencia «puede incluir la ayuda de los sacramentos», incluida la Reconciliación y, en ciertas condiciones, la Eucaristía (Amoris laetitia, n. 351, n. 336). Tal como enseña la Iglesia, y tal como sostuvo siempre firmemente – porque recibir la Eucaristía es recibir a Cristo mismo -, «el que es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acceder a la comunión» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1385). San Pablo ha advertido que «el que come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación» (1 Cor 11, 29), tal como el papa Juan Pablo II lo ha reafirmado: «está vigente, y lo estará siempre en la Iglesia, la norma con la cual el Concilio de Trento ha concretado la severa exhortación del apóstol Pablo, al afirmar que, para recibir dignamente la Eucaristía, ‘debe preceder la confesión de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal'» (Ecclesia de Eucharistia, n. 36).

Bajo la guía de sus pastores, evitando toda ocasión de confusión y de escándalo, los divorciados que se han vuelto a casar civilmente pueden recibir la Eucaristía, a condición que cuando «por motivos serios – como, por ejemplo, la educación de los hijos – no pueden cumplir la obligación de la separación, asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos» (Familiaris consortio, n. 84). Una pareja que se ha vuelto a casar, si está comprometida en la abstinencia completa, puede acceder a la Eucaristía, luego de un serio discernimiento con su pastor y recurriendo al sacramento de la Reconciliación. Esta pareja puede también experimentar cuán difícil es la continencia, y a veces pueden caer, en esos casos ellos, como todo cristiano, se deben arrepentir, confesar sus pecados y comenzar de nuevo.

La reconciliación exige el arrepentimiento, «el dolor del alma y la detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1451) Una pareja que se ha vuelto a casar civilmente, firmemente decidida a una castidad completa se compromete entonces a no pecar de nuevo, lo cual es totalmente diferente de la pareja que se ha vuelto a casar civilmente y que no tiene la firme voluntad de vivir castamente, por cuanto puede experimentar dolor por el fracaso del primer matrimonio. En una situación como ésta, o bien ellos no reconocen que su falta de castidad, que es adulterio, es un pecado grave, o bien no tienen el firme propósito de evitar el pecado. En ambos casos la disposición requerida para la reconciliación no se cumple, por eso ellos recibirían la Eucaristía en estado de pecado grave. A menos que y hasta el momento en que los vueltos a casar civilmente intenten abstenerse totalmente de las relaciones sexuales, la disciplina sacramental no les permite recibir la Eucaristía.

El firme propósito de vivir castamente es difícil, pero la castidad es posible y «se puede vivir con la fuerza de la gracia» (Amoris laetitia, n. 295)… Dios ordena sólo lo que es para nuestra felicidad y no nos abandona nunca, ni en la debilidad ni en la necesidad. […]

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Entre tanto, el papa Francisco sigue sin responder a los pedidos – dirigidos a él en primer lugar por cuatro cardenales – de «clarificar» las dudas suscitadas por algunos pasajes de su exhortación post-sinodal «Amoris laetitia».

Hasta ahora, se ha pronunciado sólo con palabras alusivas y contrariadas. O aprobando cuanto han dicho y escrito permisivamente los obispos argentinos de la región de Buenos Aires y su vicario de la diócesis de Roma.

El Papa ha elegido callar, también cuando por la fuerza de las cosas se encontró con textos litúrgicos que habrían podido obligarlo a pronunciarse.

Por ejemplo, el 4 de octubre del 2015 Francisco se cuidó muy bien de citar y comentar el pasaje del Evangelio de san Marcos (10, 2-12) que se leyó en todas las iglesias católicas del mundo, en Misa, en ese domingo de comienza del sínodo del 2015 sobre la familia, el pasaje en el que Jesús excluye taxativamente el divorcio permitido por la ley de Moisés.

Lo mismo ocurrió el domingo pasado, con el pasaje paralelo del Evangelio de san Mateo (5, 17-37) leído en Misa en todas las iglesias. En el Angelus, Francisco esquivó citar tanto ese pasaje como ese otro de pocas líneas más adelante, en el que Jesús dice: «sea el hablar de ustedes sí, sí, no, no».

*

Volviendo a los anglicanos que se pasaron al catolicismo, hay una floreciente parroquia en San Antonio (Texas), nacida en los años ’80, a partir de una primera oleada de conversiones, la cual pide adherir al Ordinariato de la Cátedra de San Pedro.

Pero el obispo de San Antonio, Gustavo García-Siller, no sólo no lo permite, sino que ha suspendido en su cargo al párroco y fundador de la parroquia, el reverendo Christopher Phillips.

El temor del obispo es que toda la parroquia, con sus numerosos fieles también de rito latino, escape de su control y emigre hacia las costas anglo-católicas, para él demasiado «a la antigua», tanto bajo el perfil litúrgico como bajo el perfil de la doctrina y de la pastoral, a juzgar por la carta de su Ordinario comentando «Amoris laetitia».

(Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina)

Comentarios
11 comentarios en “Los ex anglicanos de Estados Unidos dicen no a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar
  1. Si alguien dice que como tradicionalista cree que no hay que dar la comunión a los divorciados pero dice que el progresista que afirma que hay que dar la comunión a los divorciados es católico está afirmando que es católico tanto dar como no dar la comunión a los divorciados y cae en la herejía. Al considerar católico algo que no lo es está dando valor de verdadero a un error. Eso se aplica a la FSSPX y al obispo Schneider y a ciertos grupos de Internet que creen que les va a ser posible ser católicos en una Iglesia progresista piden: «déjenos a nosotros seguir el camino tradicionalista y Uds. sigan el suyo.» Esto todavía no ha ocurrido completamente porque todavía no es doctrina de la Iglesia el capítulo VIII de Amoris Laetitia pero deben pensar que el cisma ya se está llevando a cabo y, por otra parte, qué tipo de Iglesia es esa que no tiene doctrina unánime sobre la fe, más bien se parece a una asamblea ecuménica de iglesias diferentes gobernada por un monarca absoluto.

  2. A Ejias:
    Oye un poco, ¿no te cansa ir dejando por doquier tus deposiciones asquerosas? ¿Es que no tienes el más mínimo pudor ni dignidad? . Una de dos: o eres un troll a sueldo de enemigos de la Iglesia, o eres masoca y medio tonto. En cualquier caso, sobras en esta página y en otras semejantes. Anda, déjalo ya.

  3. No basó mi fe en revelaciones privadas, pero me gusta leer para contrastarlas con los momentos actuales, y curiosamente hay una psicografia de Parravicini que habla de dos Papas y de que los católicos parecerían mas protestantes y los protestantes más católicos, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

  4. Excelente la explicación del obispo Lopes sobre el funcionamiento de la gracia, la eucaristía, el matrimonio y el perdón en los recasados. Lo mejor que he leído hasta ahora.

    Es lógica el enfoque de Lopes ya que si adoptara la herejía bergogliana del cap. 8 de AL, no tendría sentido la vuelta de los anglicanos a la Santa Madre Iglesia. Habrían huido del fracaso anglicano al mismo fracaso, pero con el sello de Bergoglio.

  5. Elías: en la Iglesia Católica no existen las categorías de carcas o modernos, son categorías humanas. Por tus comentarios, veo que no eres catolico , por eso te gusta hablar en estos términos.
    En la Iglesia católica, solo existen 2 posturas: fidelidad a Dios o infidelidad, los demás adjetivos sobran o provienen del diablo.

  6. ¿Cómo no van a ser mal vistos por el Papa?
    Los anglicanos que «regresan» a la Iglesia Católica son los más carcas de entre los más carcas.
    No es de extrañar que sea en EEUU donde la Iglesia Católica está encontrando al mayor numero de rigoristas que quedan.
    Como nbo encuantran sitio en»su» Iglesia pues lo buscan en otras donde seguir manteniendo sus privilegios.
    Pues en esta va a ser que no.
    Y si eso hace que tengas que apostatar Etxenique, apostata, No te cortes. Gente como tu hay muy pocos en la Iglesia de hoy pero aún así sois demasiados.

  7. El obispo a que hace referencia el artículo no hace sino seguir las pautas de Francisco. Impedir la conversión sí que es un pecado grave, del que se les pedirá cuenta. No me gustaría estar en el pellejo de Bergoglio ni de García-Siller.

  8. Un pontífice que no cree que en la Iglesia Católica se encuentre la plenitud de la Verdad y de la Gracia sacramental, no debía siquiera haber recibido la ordenación sacerdotal. Estamos padeciendo errores acumulados a lo largo del tiempo. Debe marcharse con los luteranos, con quienes se encuentra a sus anchas, y dejarnos a los católicos en paz, pues no para de insultarnos con toda clase de improperios.

  9. ¿Es posible que sea eso verdad? Vamos a ver. Los ex-anglicanos que vuelven al auténtico rebaño de Jesucristo, al catolicismo ¿son mal vistos por éste Pontífice cuando él se sumó recientemente a la conmemoración de uno de los mayores divisores de la Iglesia, el pérfido Lutero, con la Iglesia anglicana? Además, ¿no hemos estado hace poco rezando por la unidad de todos los cristianos y, en especial que vuelvan los «hijos pródigos»?

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