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La maniobra «desleal» de quien quiere reescribir «Humanae vitae». Una carta

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Recibo y publico. El autor de la carta es un eclesiástico con especialización científica de alto nivel y con relevantes cargos de enseñanza en Italia y en el exterior, pero que dedica también tiempo y energías a la labor pastoral.

Es el mismo de quien www.chiesa publicó en enero de 2016 una carta anterior respecto a la disminución de la “calidad” de las confesiones sacramentales, una disminución a la que no parece extraño el impacto sobre tantos fieles de ciertos dichos del papa Francisco enfatizados por los medios de comunicación social.

En esta nueva carta él saca a luz lo infundamentado de los argumentos recientemente adoptados – principalmente en una conferencia autorizada desde más arriba en la Pontificia Universidad Gregoriana – para reinterpretar y en esencia invalidar la enseñanza de la encíclica «Humanae vitae«, de Pablo VI.

En especial, refuta como “desleal” la pretensión de hacer derivar la licitud de las técnicas anticonceptivas del hecho que ya un gran número de cónyuges católicos las practica, convencidos en conciencia de hacer lo justo.

La responsabilidad de esta «conciencia errónea» promovida a virtud – explica – no puede ser descargada sobre los cónyuges, sino que debe ser redirigida a quien en la Iglesia los ha mal educado, callando o deformando sistemáticamente la enseñanza de «Humanae vitae».

Al igual que en la carta anterior, también esta vez es necesario mantener la reserva sobre el nombre del autor, para no exponerlo a previsibles e inexorables represalias.

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Estimado Magister,

entre los obsoletos argumentos desempolvados por el teólogo moralista de la Facultad Teológica de Italia Septentrional (FTIS, Milán), también miembro recientemente nombrado de la “nueva” Pontificia Academia para la Vida, el profesor don Maurizio Chiodi, para quitar autoridad y credibilidad a la norma de la carta encíclica «Humanae vitae» (HV) del beato Pablo VI – que señala como moralmente ilícita la anticoncepción y, por el contrario, como aceptables los métodos para evitar una concepción, métodos que se basan en el conocimiento y la individualización personalizada de los periodos infecundos del ciclo femenino – está el de la falta de asimilación de esta norma en el ethos conyugal de los esposos católicos, también de solida fe y practicantes en otras dimensiones de la vida cristiana.

El teólogo bergamasco de sesenta y dos años, en una conferencia pública en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana, titulada “Rileggere ‘Humanae vitae’ alla luce di ‘Amoris laetitia’”, expuesta el 14 de diciembre del 2017, ha puesto en duda la validez y el caracter vinculante permanentes – para todos los fieles que han recibido el sacramento del matrimonio y viven more uxorio – de la enseñanza del beato Pablo VI – confirmada por sus sucesores san Juan Pablo II y Benedicto XVI, y hasta hoy no abrogada por el papa Francisco – que «condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias » (HV, n. 16) y denuncia como «un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda» (HV, n. 14).

Uno de los argumentos adoptados por don Chiodi para intentar desarticular el magisterio del papa Giovanni Battista Montini sobre la intrínseca ilicitud de toda acción que separa intencionalmente «los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador» (HV, n. 12), se apoya en la observación de naturaleza estadístico-sociológico-pastoral que esta norma habría sido largamente desatendida por el pueblo de Dios, con la consecuencia práctica de no ser cumplida por la mayor parte de las esposas y los maridos, quienes, al estar utilizando la anticoncepción, no se acusarían de este pecado en el transcurso de la confesión sacramental, ni pedirían la ayuda del confesor para juzgar respecto a la rectitud o no de su comportamiento.

El argumento que «una amplia mayoría de las parejas de creyentes desposados vive como si esta norma no existiera» (cita de la traducción inglesa de Diane Montagna, tomada de la grabación de la conferencia de don Chiodi, publicada en Life Site News el 8 de enero) no es ciertamente original. Ya en 1985 monseñor Giuseppe Angelini, también él teólogo de la FTIS, escribió: «La brecha entre la moral personal de los católicos y el magisterio eclesial está particularmente acentuada en el tema de la anticoncepción. […] Muchas veces se ha puesto en evidencia la distancia de las argumentaciones propuestas para sostener la condena moral de toda técnica artificial anticonceptiva respecto a la perspectiva personalista de aproximación al tema de la sexualidad» («La teologia morale e la questione sessuale. Per intendere la situazione presente», in: Aa. Vv., «Uomo-donna. Progetto di vita», Roma 1985, 47-102, pp. 49-50).

El intento de descargar sobre los fieles laicos – en particular en los cónyuges – la carga de la prueba que la enseñanza de la HV sobre la regulación natural de la natalidad no pertenecería al patrimonio consolidado y perenne de la doctrina moral católica resulta torpe y engañoso.

Es de hecho un juicio temerario el querer ver a los cónyuges católicos como los principales o los únicos responsables del no cumplimiento de la norma de la HV, que ellos habrían rechazado en nombre de “otra verdad” de la relación entre el amor y la procreación, la que no permitiría a sus conciencias juzgar en definitiva la anticoncepción como un mal.

Bien mirado, y escoltado con una lectura de la experiencia teológica y pastoral de la HV en muchas Iglesias locales a partir de finales de los años ’60, las cosas no son así.

Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (CCC), que en esto sigue la teologia moral y el magisterio anterior, «la persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia» (CCC, n. 1790). Es entonces admisible que muchos creyentes desposados (en algunas comunidades cristianas quizás también la mayoría o directamente la casi totalidad), en la deliberación respecto al recurso de la anticoncepción hayan seguido su conciencia, cuya voz, con certeza, no indicaba esta acción como un mal que había que evitar. ¿Esto significa que la anticoncepción no es intrínsecamente un mal? ¿Es quizás su comportamiento “según la conciencia” la prueba moral que la ley de HV es contraria a la conciencia de los cónyuges cristianos y, en consecuencia, no es justa? No. Su conciencia, en tanto cierta, no era recta, porque “sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formular juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos» (CCC, n. 1790).

Planteamos entonces esta pregunta ulterior: ¿con su elección anticonceptiva “según la conciencia errónea” estos numerosos cónyuges cargan con la responsabilidad de prestar un “testimonio de la conciencia” contra el magisterio, o sea, de indicar a quien corresponde la enseñanza moral católica que en cuanto a lo prescrito por la HV entra en conflicto con la conciencia del creyente y, entonces, no tiene un valor vinculante?

Si así fuera, el teólogo moralista o pastoralista que recoge la experiencia de los esposos respecto a la regulación de la natalidad, y la estudia con el propósito de someter a la autoridad de la Iglesia una propuesta respecto a esta materia (como intenta hacer don Chiodi), les atribuiría una grave responsabilidad. Sobre la base de lo que sus opciones en conciencia atestiguan se emitirá de hecho un juicio que se traducirá en una norma (nueva o modificada, es decir, reinterpretada) que deberá ser válida para todos los creyentes. Si el testimonio de sus conciencias es falso, los fieles cargarían con el peso de una orientación engañosa impregnada en toda la Iglesia y el teólogo escondería su responsabilidad respecto a este “nuevo curso” detrás de la respuesta del pueblo a la pregunta de Pilatos: “En conciencia, que quieren que sea puesta en libertad: ¿la regulación natural de la fertilidad o la anticoncepción?”

En realidad, las cosas no pueden funcionar así en absoluto. Sería demasiado cómodo (y sobre todo desleal) no considerar que una conciencia errónea y sus juicios no son siempre imputables a la responsabilidad de los individuos.

En el origen de las desviaciones del juicio de la conciencia no siempre la negligencia es culpable por no buscar la verdad y el bien, sino que puede haber una ignorancia no culpable de la verdad y del bien (cfr. CCC, nn. 1792-1793). Esto sucede, por ejemplo, cuando una persona o un número también amplio de creyentes no han tenido la posibilidad de recibir una adecuada formación de la conciencia y una iluminación del juicio moral (cfr. CCC, n. 1783) porque no se les ha ofrecido ninguna oportunidad de conocer íntegra y fielmente las enseñanzas de la Iglesia que les conciernen directamente.

Esto es precisamente lo que ha sucedido en el caso de la doctrina de la HV. Durante décadas, innumerables sacerdotes, catequistas, formadores y acompañantes de los cursos de preparación al sacramento del matrimonio y educadores de los jóvenes en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos católicos han callado injustificadamente sobre la enseñanza de la Iglesia a propósito de la regulación de la natalidad.

O bien la han presentado en forma parcial o errónea, por ejemplo, diciendo que lo que cuenta para los esposos es “abrirse a la vida”, generando uno o algunos hijos, y no, por el contrario (según HV) que cada acto conyugal individual debe mantenerse abierto a la vida según el designio creatural de Dios, en el cual está previsto que no todos los periodos de la edad fecunda de la mujer sean fértiles.

Numerosos han sido también – entre los sacerdotes y los laicos encargados de la pastoral familiar – los que, por ignorancia culpable no se han actualizado sobre los aspectos prácticos de los métodos para la regulación natural de la fertilidad y sobre su efectiva capacidad de indicar los días en los cuales el coito puede dar lugar a una concepción y aquellos en los cuales no puede acontecer esto último. Muchos han permanecido inmóviles en la sola mención de las variaciones cíclicas de la temperatura corporal interna en condiciones basales (método del calendario), que efectivamente no siempre resultaba confiable cuando fue promulgada la HV, ignorando que, en el ínterin, otros métodos basados en revelamientos sintomáticos o bioquímicos (niveles de hormonas en la orina) se han hecho disponibles y actualmente están en uso para identificar los días fértiles de la mujer, proporcionando – asociados a la continencia periódica – resultados comparables a los de los métodos anticonceptivos más difundidos. ¡Cuántos sacerdotes o educadores siguen repitiendo a los novios y a los esposos: “¡Mucho no funcionan!” o “¡Si los usan, engendrarán hijos como conejos!”.

Al contrario, allí donde, en las comunidades católicas (y no sólo en ellas), tanto de los países occidentales como de los de África y Asia, los métodos naturales son presentados y enseñados a las parejas de esposos en forma correcta, tanto en su razón antropológica y ética como en su aplicación práctica, es elevado el consenso que esos métodos encuentran entre los cónyuges y la difusión en las familias y entre los jóvenes. Mucho más hoy que cuando fue publicada la HV, en cuanto la visión antropológica propuesta por ella encuentra ahora una mirada “laica” en la vida sexual y en la procreación, guiada por una mayor sensibilidad hacia la “ecología del cuerpo humano” (en especial, el femenino) y del recurso a la “naturaleza” como fuente para regular las distintas funciones, en vez del uso de productos químico-farmacéuticos y de dispositivos mecánicos.

Pero sería poco generoso o incluso un grave error hacia los sacerdotes y sus colaboradores pastorales si se descargara sobre ellos toda o una mayor responsabilidad de no haber formado correctamente las conciencias de los fieles y de los esposos católicos en materia de procreación responsable.

A su vez, de hecho, con demasiada frecuencia el clero no ha sido formado adecuada o correctamente respecto a la enseñanza de la HV. ¡En muchos seminarios, cursos de las facultades teológicas o encuentros de actualización para sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, ellos no son instruidos sobre las razones antropológico-teológicas y morales que subyacen en la doctrina de la HV! Si ellos mismos no saben dar plenamente razón de la enseñanza del beato Pablo VI, confirmado por sus sucesores hasta el actual Papa, ¿cómo podrían iluminar sobre esto a los fieles?

Una pesada responsabilidad por esta deplorable situación debe entonces ser reconocida en no pocos docentes de antropología teológica de la corporalidad y de la sexualidad y de teologia moral de la vida matrimonial, que desarrollan cursos en los seminarios, en las facultades teológicas y en los institutos superiores de ciencias religiosas. Sin olvidar la responsabilidad, también ella grave, de los obispos diocesanos y de los superiores de las órdenes religiosas que han nombrado a estos docentes o han omitido controlar lo hecho por ellos en la formación de los seminaristas, del clero y de los consagrados.

Además, no se puede olvidar que el mismo profesor Chiodi fue llamado muchas veces por el entonces presidente del Pontificio Consejo de la Familia, el arzobispo Vincenzo Paglia, para organizar seminarios sobre la moralidad conyugal y la procreación para los funcionarios de este dicasterio. Pero los cuales – formados sólidamente en la escuela de los predecesores de monseñor Paglia, los cardenales Alfonso López Trujillo y Ennio Antonelli – nunca se plegaron a ese intento de adoctrinamiento promovido por aquel que ahora es presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

Gracias por la atención y muchos saludos cordiales, «ad maiorem Dei gloriam».

[Firma de la carta]

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Pero en este clima de revisionismo aplicado a la «Humanae vitae» se pone en evidencia que hay también importantes tomas de posición en apoyo de la auténtica enseñanza de esa encíclica.

Es el caso, entre otros, de la carta pastoral publicada el 2 de febrero, fiesta de la presentación de Jesús en el templo, redactada por el arzobispo de Denver, Samuel J. Aquila, disponible en la página web de la diócesis, tanto en inglés como en español:

> The Splendor of Love
> El Esplendor del Amor

Esplendor

La carta hace amplia referencia a la «teologia del cuerpo» predicada por Juan Pablo II y traza un balance muy positivo de los cursos de Planificación Familiar Natural, promovidos en la misma diócesis por las parejas jóvenes, antes y después de su matrimonio.

Está escrita con un lenguaje simple y eficaz, y concluye con un diccionario de los términos que son objeto de controversia, desde la castidad a la anticoncepción, desde la paternidad responsable a la revolución sexual.

Para los lectores de lengua española, una síntesis de la carta pastoral puede ser leída en este servicio de ACI Prensa:

> El esplendor del amor: Una bella reflexión sobre la sexualidad

Comentarios
12 comentarios en “La maniobra «desleal» de quien quiere reescribir «Humanae vitae». Una carta
  1. Javier:
    «Es bueno para el hombre abstenerse de la mujer. Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido. Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido. La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente. Esto que les digo es una concesión y no una orden. Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno recibe del Señor su don particular: unos este, otros aquel» (1 Cor 7,1-7).

  2. «…en cuanto a los fallos de los métodos nautrales acutales y más fiables, su índice DE SEGURIDAD, es altísimo…
    (creo que no está adecuadamente expresado en el texto anterior y se presta a confusión , por eso añadir lo puesto en mayúsculas). Gracias

  3. En cuanto a la castidad, no están llamados unos a ser castos y otros no, todos están llamados a vivir esa virtud, para los casados de forma diferente, pero nunca , porque es un mal para ellos mismos, al modo «barra libre» que no facilita la unión conyugal sino, finalmente la deteriora, siendo quien más lo sufre la mujer. Ser casto es un bien, no una carga, pero hay que luchar y pedir para alcanzar esta virtud, como otras. Muy bien decía Fray Luis de Granada que este vicio, la incontinencia carnal, como se muestra dulce, no quiere ser vencido por muchos .¿ Es cambiable la doctrina sobre la H.V.? pues dado que es magisterio ordinario, mantenido, ampliado por un concilio, defendido por diferentes papas, se convierte en Magisterio perenne, como bien explicita el Vat. II. Hay una gran confusión con lo «facilón» sin más, que siempre y finalmente daña a las personas y a la sociedad. En cuanto a los fallos de los métodos naturales actuales y más fiables, su índice es altísimo, comparable a otros artificiales SI NO SON A LA VEZ ABORTIVOS. Los fallos , muchas veces, no son adecuadamente informados por los usuarios que a veces no siguen siempre el método y luego le culpan. Sin embargo, es cierto, que seguridad al 100%, no existe ni para naturales ni artificiales, salvo a los directa o potencialmente abortivos.

  4. Vaya cacao que tienen algunos de los comentaristas.
    «Los que se casan no tienen el don de la castidad»
    Alguien que no sabe qué es la castidad debería abstenerse de opinar sobre el asunto. la castidad es una virtud a la que todos estamos llamados, tal como dice el catecismo. La castidad no es abstenerse de relaciones sexuales sino el dominio de los impulsos sexuales.
    «Los métodos naturales no van contra HV porque fallan»
    Madre mía, con «amigos» así la HV no necesita «enemigos». Los métodos naturales fallan más o menos en función del método y de si se aplican bien, mal o regular. De hecho algunos fallan menos que los condones y en un porcentaje similar a la píldora. Porque los anticonceptivos también fallan.
    La bondad de los métodos naturales radica en que corresponsabilizan a ambos esposos, respetan la naturaleza (entendida en sentido filosófico del término y no biológico) del ser humano y requieren el ejercicio de las virtudes, particularmente de la castidad, aumentando así la disposición de los esposos para un amor más grande, auténtico y libre.
    El futuro de los métodos naturales es el de unos implantes en el cuerpo de la mujer que nos indicarán en nuestro smartphone el estado fértil o no fértil de la mujer con una precisión pasmosa. Y seguirán siendo perfectamente morales, a diferencia de los anticonceptivos. Y a pesar de la fiabilidad que tendrán los métodos naturales (mayor incluso que la actual) muchos seguirán eligiendo los anticonceptivos por el simple hecho de que los anticonceptivos te permiten ignorar la castidad y dejarse llevar en cada momento por el impulso instintivo.

  5. Me congratulo mucho por el artículo porque está muy bien informado y tiene un alto nivel, incluido el de la»ecología femenina» que he defendido durante años. Me gustaría resaltar -sin ser teologo moralista- dos aspectos que a veces se confunden, el primero, que el dejar un aspecto moral a la conciencia no quiere decir que no haya que preguntar, y ésta, la conciencia, debe estar rectamente formada. El segundo aspecto, con respecto a la paternidad responsable, ampliada sobre la H.V en Lumen G. 50 y sgtes. que, cuando se habla de que los esposos deben decidir, no quiere decir que no deben consultar, un ejemplo, me tienen que operar ¿de quién es la decisión, del médico? no, es mía pero para acertar deberé informarme, preguntar alternativas, incluso comentar en mi círculo familiar si es un tema que lógicamente les afecta, etc. ¿Quién decide finalmente? obviamente yo, pero no a tontas, a locas, sin información, sin otras personas afectadas, etc. etc. Hay que saber enseñar, pero enseñar a pensar y discernir, aclarar, animar siempre y amonestar si fuera necesario.

  6. Los métodos naturales no entran en contradicción con la propia enciclica, porque siempre dejan la puerta abierta a la fecundación. Personalmente conozco a varios casos que han tenido embarazos inesperados usando los métodos naturales. Por tanto, no son contraconceptivos como los métodos artificiales.

  7. SANCHO
    Yo pienso como tu, pero mientras la Iglesia, de verdad, no herejes como el Judas Porteño, diga que no es lícito emplear métodos no naturales, creo que lo mas sensato y lo mas inteligente es obedecer. Lo que tu dices esta bien encaminado, sin embargo, al ser métodos naturales, permiten que pueda ocurrir la concepción, algo que con el preservativo por ejemplo no sucede.
    Son muchos expertos y teólogos serios los que han hecho la humanae vitae. Nada que ver con el Trucho y su portavoz, y los Kasper, Madariaga, Cocopalmeiro, Paglia,, Parolín, estos tíos son pigmeos comparados con los anteriores. En realidad son lo que en equitación se llama desechos de cuadra, solo que estos no valen ni para carne, porque seguro que envenenaría a alguno (siguiendo la parodia equina). Es que son un hatajo de semovientes.
    No nos es lícito actuar por nuestra cuenta, ni siquiera acogiéndonos a esa cita de San Pablo que tu pones.

  8. La Iglesia tiene autoridad para cambiar su postura sobre los métodos anticonceptivos, como lo demuestra la propia «Humanae vitae», que abrió la puerta al uso de métodos «naturales» para evitar la concepción; lo cual entra en contradicción con la propia encíclica, pues se trata de acciones que también buscan separar el llamado significado unitivo y procreador del acto conyugal. Esto hace que resulte hipócrita prohibir usar otros métodos por considerarlos artificiales; algunos de los cuales, además, evitan la transmisión de determinadas enfermedades a la pareja, aunque también hay que decir que otros tienen efectos perjudiciales para la salud, o pueden considerarse abortivos.

    Opino que prohibir todos los métodos artificiales puede perjudicar la relación conyugal por dificultar una paternidad responsable, ya que, como es lo normal en católicos que deciden casarse, estos no tienen el don de la castidad. Como dijo san Pablo sobre la limosna: “Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). Hay que tener en cuenta, además, que en la Biblia no dice que Dios castigara a Onán por usar uno de esos métodos, sino por no querer dar descendencia a su hermano fallecido, para quedarse con su herencia (Gen 38,8-9).

  9. TRAS MESES SIENDO NEGADA POR MONS. VICENZO PAGLIA

    Un oficial de Doctrina de la Fe confirma que se está revisando la encíclica Humanae Vitae
    Un oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Santa Sede, ha admitido en una entrevista que existe una comisión papal que llevará a cabo una revisión histórica de la encíclica «Humanae Vitae», según cuenta Kathpress, la agencia oficial de noticias de los obispos católicos de Alemania.

    7/02/18 10:14 PM

    Ver también

    Congreso en Alcalá de Henares defiende la fe y la moral de la Iglesia
    (Life Site News/InfoCatólica) Kathpress dice que recibió la confirmación de la existencia de una comisión papal a través de Monseñor Alejandro Cifres, que durante mucho tiempo ha supervisado los archivos de la CDF y actualmente es Jefe de Sección del dicasterio.

    «No se sabe a ciencia cierta si tendremos muy pronto una reinterpretación de la ‘encíclica de la píldora’ (Humanae Vitae) desde el Vaticano», afirmó Kathpress la semana pasada. El hecho de que una comisión en nombre del Papa esté investigando la génesis de «Humanae Vitae» fue recientemente confirmado a la agencia de noticias Kathpress por el Jefe del Archivo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Alejandro Cifres.

    Humanae Vitae, una encíclica publicada en 1968 por el Papa Pablo VI, mantiene, como es bien sabido, la reprobación firme por parte de la Iglesia Católica del control artificial de la natalidad.

    Sin embargo, los escritos del Papa Francisco están llevando a algunos teólogos del Vaticano a contradecir dicha encíclica, y el mismo Francisco pareció negar las enseñanzas de dicho documento sobre la maldad intrínseca de la anticoncepción en una conferencia de prensa durante un vuelo en 2016.

    Cuando el periodista italiano Marco Tosssati lanzó la historia de la existencia de la comisión en mayo del año pasado, y más tarde aparecieron artículos de Maike Hickson y Roberto de Mattei confirmándola, el Vaticano guardó silencio sobre el tema durante un mes, y después respondió negando la existencia de dicha comisión.

    El arzobispo Vicenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, declaró al semanario español Alfa y Omega que «No hay ninguna comisión. Eso ha sido completamente inventado».

    En una entrevista para la Agencia de Noticias Católica (CNA), Mons. Paglia volvió a negar la historia de una forma aún más contundente, declarando que «no hay ninguna comisión pontificia convocada para releer o reinterpretar la ‘Humanae Vitae’» pero añadió que «deberíamos mirar positivamente iniciativas como las del profesor Marengo del Instituto Juan Pablo II, que quería estudiar y profundizar en este documento con motivo de los 50 años de su publicación».

    El padre Gilberto Marengo, a quien Roberto de Mattei ha identificado como jefe de la comisión, también negó el hecho, diciendo que la historia sobre una comisión para revisar la «Humanae Vitae» es «una noticia imaginaria».

    Marengo declaró al Servicio de Noticias Católico que los participantes eran miembros de un «grupo de estudio» cuyo objetivo era llevar a cabo un trabajo de investigación histórica y crítica sin ningún otro fin que reconstruir lo mejor posible todo el proceso de composición de la encíclica.

    El método histórico-crítico busca comprender los textos a través de los procesos que los han hecho realidad, así como el contexto social y cultural en el que han sido escritos. Con respecto a la Biblia, ha sido usado de forma doctrinalmente ortodoxa pero también se ha utilizado para justificar formas de interpretación revisionistas que niegan la lectura tradicional de las Escrituras.

    Marengo también ha admitido que su «grupo de estudio» ha tenido acceso, sin precedentes, a los archivos secretos del Vaticano del período durante el que se escribió Humanae Vitae, es decir, mediados de los años 60. Los archivos de ese período están estrictamente cerrados para los investigadores y no está previsto abrirlos en muchos años.

    Marengo ha querido quitar importancia al hecho de que esté buscando reconciliar Humanae Vitae con la exhortación apostólica del Papa Francisco Amoris Laetitia, pero eso es exactamente lo que su reciente investigación parece hacer. El año pasado, Marengo escribió un artículo para Vatican Insider llamado «Humanae Vitae y Amoris Laetia» en el que menosprecia la condena de la Iglesia del control de la natalidad, preguntando si «el polémico juego, ‘píldora sí, píldora no’, como el actual de, ‘comunión para los divorciados sí, comunión para los divorciados no’, es sólo una apariencia de problema y conflicto, cuando en realidad es algo mucho más decisivo en el tejido de la vida eclesial».

    En el mismo artículo, Marengo repite literalmente el razonamiento que aparece en Amoris Laetitia con el que se pretende rebajar el dogma moral católico a un ideal, a menudo, irrealizable y puramente abstracto. «Siempre que la comunidad cristiana cae en el error y propone modelos de vida derivados de ideales teológicos demasiado abstractos y construidos artificialmente, ella concibe su acción pastoral como la aplicación esquemática de un paradigma doctrinal», dijo Marengo, y citó Amoris Laetitia cuando afirmó: «Tenemos presente un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, alejado de las situaciones concretas y las posibilidades reales de las familias tal como son. Esta excesiva idealización, sobre todo cuando hemos reavivado la confianza en la gracia, no ha hecho el matrimonio más atractivo ni más deseable, sino todo lo contrario».

    La negación de Paglia y Marengo de la existencia de una comisión papal para revisar la Humanae Vitae llevó a que la web liberal Cruxnow.com se mofara de las inquietudes suscitadas en los blogs católicos ortodoxos sobre la existencia de dicha comisión, llegándose a publicar un artículo cuyo titular era: «No, Virginia, no hay una ‘comisión secreta’ sobre la Humanae Vitae».

    «Quizás la moraleja de la historia sea ésta: si los teóricos de la conspiración dedicaran la misma energía a la información verdadera que a hacer gimnasia mental y juegos de conectar los puntos, sabrían realmente qué está pasando de vez en cuando», escribió Inés San Martín colaboradora de la web CruzNow.com.

    Traducido para Infocatólica por Ana María Rodríguez

  10. ¡ Buenísimo ! Elevar la sociología a rango de teología y de ética es un insulto, no sólo a la teología y la ética, sino también a la sociología. Elevar la porquería que hay en la calle a rango de norma hace un flaco favor al ser humano, pues se utilizará como excusa para no limpiar la calle.

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