En la disputa por la comunión de divorciados vueltos a casar hay un superfavorito: Kasper

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kasper Uno de los méritos atribuidos al Papa Francisco es el de querer «convertir la iglesia en un lugar de intercambio de ideas libre del miedo, donde todos puedan expresarse y ser tenidos en cuenta sus ideas» (en palabras de su escritor fantasma Víctor Manuel Fernández, obispo y rector de la Universidad Católica Argentina). De Sandro Magister en Settimo Cielo. Traducido por Infovaticana Sin embargo, al ver lo que pasó durante y después del consistorio del 20 a 21 de febrero surgen algunas dudas. A los cardenales reunidos les dijeron una y otra vez que todo el consistorio debía permanecer en secreto. Pero quien rompió este vínculo, por la voluntad también del Papa, fue el cardenal Walter Kasper, quien, con el Consistorio todavía caliente, dispuso la publicación de su discurso de presentación y su réplica final, en la editorial Queriniana de Brescia. » Il Foglio «quemó el momento a Kasper, anticipándose a la publicación del informe. Pero unos días más tarde también » L’Osservatore Romano «hizo lo mismo anticipando la réplica final de Kasper y el prólogo del volumen que estaba camino de la imprenta. A favor de Kasper estaba el cálido elogio con que el Papa Francisco le había gratificado al inicio de la segunda jornada del consistorio, después de que varios cardenales ya hubieran intervenido en contra del apoyo dado por el ponente a la comunión para los divorciados y vueltos a casar. La restricción de secreto respecto al consistorio continuó con la sola excepción de Kasper, autorizado a ello por el Papa. El resultado fue que no sólo «L’Osservatore Romano», sino que también otros periódicos católicos como «Avvenire», propiedad de la conferencia episcopal italiana, se sintieron obligados a atenerse a esta consigna. El único que tenía el salvoconducto para hablar del consistorio, y precisamente en el diario de la Santa Sede, fue Kasper. En cualquier otro cardenal la respuesta era el silencio. Sólo dos cardenales, entre los muchos que están en desacuerdo con Kasper, intervinieron públicamente después del consistorio: El italiano Carlo Caffarra y el alemán Walter Brandmüller. Pero tuvieron que hacerlo en periódicos independientes de las instituciones eclesiásticas, el italiano en «Il Foglio «y el alemán «Die Tagespost«. El escrito de Brandmüller en «Die Tagespost» apareció el 26 de febrero. La entrevista a Caffarra en «Il Foglio» el 15 de marzo. «L’Osservatore Romano» no ha dicho una sola palabra de ninguno de los dos. En cambio, sorprendentemente, el 05 de abril » Avvenire «ha republicado en Italia el texto de Brandmüller. Pero lo hizo casi cuarenta días después de su publicación inicial, de forma soterrada y con una mala paginación. Han apagado la luz. En su escrito, Brandmüller como historiador de la Iglesia que es, apunta y desmantela la fiabilidad de la fuente principal a la que Kasper hace un llamamiento explícito: el libro de Juan Cereti «Divorcio, nuevas nupcias y penitencia en la Iglesia primitiva», publicado en primera edición en 1977 y reimpreso en 2013. En opinión de Brandmüller no hay evidencia de que la Iglesia de los primeros siglos admitiera a la comunión eucarística, después de la penitencia adecuada, a quien pasa a segundas nupcias mientras vive su primer cónyuge. Pero al mismo tiempo, en la última edición de » El Reino «hablaba el propio Cereti: «Doy las gracias al cardenal Kasper, quien, creo, de acuerdo con el deseo del Papa, ha querido citar esta práctica de la iglesia primitiva sobre la que versa mi investigación. Personalmente, estoy muy agradecido con el Señor por permitirme ver que se toma muy en cuenta los resultados de la investigación en la que de alguna manera me he jugado toda mi vida y que, de ser aceptada como válida, debería llevar a permitir por un lado el acercamiento a la praxis de otras Iglesias cristianas y por otro el retorno a la Iglesia y a la vida sacramental de innumerables personas de todo el mundo «. Concluyendo con un anatema para los disidentes: «Me acompaña la esperanza de que ninguno de los que se oponen hoy al cambio buscado por el Papa Francisco hayan pasado a una posición novaciana, negando el poder de la Iglesia de perdonar todos los pecados y por lo tanto arriesgándose así a salir fuera de la comunión eclesial». Los novacianos eran, durante los primeros siglos de la Iglesia, los rigoristas que excluían para siempre de la comunión a los responsables de los pecados de apostasía, asesinato y adulterio.  

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