El acuerdo China-el Vaticano. Secreto en cuanto a las palabras, pero ya visible en los hechos

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En el mes posterior al anuncio de un acuerdo entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de los obispos han acontecido un par de hechos que permiten adivinar los contenidos, oficialmente mantenidos en secreto.

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El primer hecho es conocido. Fue la llegada al Sínodo que se lleva a cabo en Roma, desde el 3 al 28 de octubre, de dos obispos chinos, invitados formalmente por el papa Francisco con el acuerdo de las autoridades de Pequín, pero que fueron los primeros en anunciarlo.

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¿Cómo sucedieron las cosas en realidad? El cardenal Giuseppe Zen Zekiun, obispo emérito de Hong Kong y crítico severo del acuerdo, en un post del 2 de octubre publicado en su blog, en idioma chino, planteó el dilema en estos términos: “¿Los dos han sido invitados por la Santa Sede con permiso del gobierno? ¿O han sido nombrados por el gobierno con el consenso de la Santa Sede?”.

La persona “bien informada” a la que Zen dice que le ha preguntado no supo darle una respuesta. Pero para el cardenal ambas hipótesis son alarmantes.

Si la decisión la hubiese tomado el régimen chino, “la Iglesia en China estaría completamente a merced del gobierno”. Mientras que se la decisión la hubiese tomado el Papa sería todavía peor, vistos los perfiles de los dos seleccionados, “siervos sometidos completamente al régimen”, que “no merecían para nada ser invitados a un sínodo”.

Los dos (en la foto) son Giovanni Battista Yang Xiaoting, obispo de Yan’an-Yulin, y Giuseppe Guo Jincai, obispo de Chengde.

El primero fue nombrado el pasado 31 de enero vicepresidente de la Comisión para los Asuntos Étnicos y Religiosos de los chinos en el extranjero, nombramiento efectuado por el Comité permanente de la Asamblea del Pueblo de la provincia de Shanxi, emanación directa del partido comunista.

El segundo es incluso miembro de la Asamblea Nacional del Pueblo, el parlamento chino, promovido a este puesto por el Departamento Central para la Organización del partido comunista.

Pero además de estar perfectamente integrados al régimen, ambos encabezan también el Consejo de los Obispos Chinos, la seudo conferencia episcopal hasta ayer nunca reconocida por Roma, compuesta por los únicos obispos oficialmente reconocidos por el gobierno, con exclusión de los llamados “clandestinos”, es decir, de los que están en comunión con Roma, pero privados de reconocimiento oficial.

Yang Xiaoting es vicepresidente de este Consejo de los Obispos, mientras que Guo Jincai es, además de vicepresidente, también secretario general.

No sólo eso. Guo Jincai es uno de los siete obispos a los cuales, el día mismo de la firma del acuerdo, el papa Francisco les revocó la excomunión en la que habían incurrido por haber sido elegidos y hechos ordenar obispos por voluntad exclusiva de las autoridades chinas, contra la voluntad de Roma.

Y en el listado oficial de los miembros del Sínodo él figura como “obispo de Chengde”, signo de que no sólo le ha sido levantada la excomunión, sino que también le ha sido asignado el gobierno de una diócesis, la que ya gobernaba ilegítimamente y cuyos límites habían sido rediseñados por las autoridades chinas, sin ningún acuerdo con la Santa Sede. Límites que ahora Francisco aceptó formalmente, erigiendo la “nueva” diócesis de Chengde al mismo tiempo que se firmaba el acuerdo.

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El segundo hecho – menos conocido, pero también muy instructivo – es el nombramiento del obispo de Lanzhou, Giuseppe Han Zhihai, como presidente de la local Asociación Patriótica de los Católicos Chinos.

La Asociación Patriótica es el instrumento histórico de dirección y control del régimen sobre la Iglesia. Responde a principios que Benedicto XVI definió “inconciliables” con la doctrina católica, en su carta del 2007 que hasta ahora es definida como la “Carta magna” de la Iglesia en China. Pero sustraerse a ella puede costar muy caro, como lo prueba la prisión infligida al obispo de Shanghai, Taddeo Ma Daqin, por haber revocado públicamente su inscripción, en obediencia al Papa, el día de su ordenación episcopal, el 7 de julio de 2012. Prisión hasta ahora vigente, a pesar de su posterior retractación.

Ahora bien, lo que más golpea del nombramiento del obispo de Lanzhou como presidente de la Asociación Patriótica es que él fue hasta hace un año un obispo “clandestino”. Un motivo más para dar relieve su sometimiento al régimen, como aconteció puntualmente en la ceremonia pública que acompañó el evento, con el jefe del partido comunista de Lanzhou, Xian Daming, quien pronunció un discurso totalmente en nombre de la “independencia” de la Iglesia Católica china, confortada por el retorno de este obispo al redil del Estado.

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Del conjunto de estos hechos y de la propia competencia en la materia durante décadas, el misionero y sinólogo Jean Charbonnier, de las Misiones Extranjeras de París, extrajo algunas indicaciones de gran interés, en un comentario que publicó en “Églises d’Asie” y que “Asia News” ha publicado en varios idiomas, incluido el chino:

> El acuerdo China-Vaticano: un experimento para evaluar cómo sopla el viento

La primera indicación es sobre el procedimiento que verosímilmente llevará al nombramiento de los futuros obispos.

En la práctica – escribe Charbonnier – con el acuerdo el papa Francisco ha aceptado el proceso “democrático” que los chinos ya han puesto en acción muchas veces. Los sacerdotes, los religiosos y los laicos de la Asociación Patriótica de la diócesis eligen a su candidato, que después presentan al Consejo de los Obispos, que a su vez lo presenta a la Santa Sede para la aprobación final del Papa. El Papa podrá ejercer un derecho de veto si el candidato le parece inadecuado. En este sentido, es a él a quien le pertenece la última palabra en el nombramiento. Pero atención. El día de la firma del acuerdo el Papa no ejerció para nada este derecho de veto, más aún, en la práctica renegó de él. Porque dijo “sí” a siete obispos impuestos anteriormente por el régimen sin el consenso del Papa, e incluso en algunos casos a pesar del rechazo explícito de Roma.

“Esta contradicción interna ya nos dice todo sobre la verdadera envergadura del acuerdo”, comenta Charbonnier. Y el pensamiento se dirige también a los dos obispos “invitados” al Sínodo, en cuya elección es evidente el peso preponderante del régimen chino.

Una segunda indicación se refiere al destino de los obispos “clandestinos” o “subterráneos”. Los conocidos hoy son 17. No forman parte del Consejo de los Obispos chinos, ese simulacro de Conferencia Episcopal que hasta ayer jamás había sido reconocido por Roma, pero que ahora está legitimado, visto que el Papa deberá tomar en consideración a los candidatos al episcopado que ese Consejo le presentará. Pero si los “clandestinos” quisieran incorporarse a este último, es claro que el único camino para ellos sería el que recorrió el obispo de Lanzhou: la adhesión a la Asociación Patriótica y la sumisión pública al régimen. Y si, por el contrario, se resistieran a toda presión, también a la proveniente de Roma en nombre de una deseada “pacificación”?

Comenta Charbonnier: “¿Su derecho de rehusarse será reconocido por la Iglesia? Si no lo fuera, el riesgo sería que los ‘subterráneos’ se conviertan en doblemente ‘subterráneos’, respecto al Estado y respecto a la Iglesia”.

Es un resultado, éste último, más que verosímil, dada la presencia entre los “clandestinos” de obispos irreductibles a cualquier desmoronamiento. Pero por otro lado es verosímil que se avanzará paulatinamente hacia su extinción. Por razones de edad, dado que siete de ellos tienen ya más de 75 años. Y también probablemente por una progresiva reducción del número de diócesis y, en consecuencia, también del número de obispos, también aquí en obsequio a los dictados de las autoridades chinas.

Con la erección de la “nueva” diócesis de Chengde el papa Francisco para haber abierto ya el camino hacia la operación. Escribe Charbonnier:

“Según el anuario pontificio, China cuenta con 144 diócesis, creadas por Roma. La nueva división administrativa de las diócesis, cuya implementación está bajo la guía de la Asociación Patriótica de  católicos, reduce el número de diócesis a 96. […] Es probable que el acuerdo actual contenga una cláusula donde se prevea el reconocimiento del nuevo mapa de las diócesis de China. Ello significa un mayor control sobre la vida de la Iglesia y condiciones de vida incluso más difíciles para los fieles subterráneos”.

Comentarios
6 comentarios en “El acuerdo China-el Vaticano. Secreto en cuanto a las palabras, pero ya visible en los hechos
  1. Un régimen comunista hostil a Cristo es abrazado por Francisco I al reconocer que los obispos designados por el régimen chino son del agrado de Francisco I por encima de los obispos fieles a la Iglesia Catòlica,que son puestos de lado,como algo que estorba.Dios se apiade de la Iglesia.Es muy refinado el Papa,pero en cuanto a su maldad.

  2. Será un acuerdo pero la reconocida diplomacia vaticana ha entrado en barrena porque vamos pensar que China va a dejar cualquier oportunidad para tener más poder, influencia y fastidiar al Vaticano es o de muy inocentes y por tanto totalmente inoperantes o de muy malos cuyo fin es que hay más infiltración comunista en la Iglesia, que la tenemos de sobra y hasta bien alto.
    Encima si es de un comunismo férreo donde no hay libertades públicas, el estatalismo es brutal y no se respetan los Derechos Humanos como parece ser pero que le hace el caldo gordo al Nuevo Orden Mundial mal vamos, eso es que debajo subyace la intención de que el mundo entero se vuelva como el sistema chino, comunista y totalitario en la práctica pero brutalmente capitalista, comercialista y materialista típico del capitalismo más salvaje y deshumanizado.

  3. Ya dijo el Papa que, según el acuerdo con China, él tenía la última palabra en lo relacionado con el nombramiento de obispos. Lo que no dijo es que esa palabra era AMEN.

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