Academia para la Vida. Incluso antes de renacer ya camina torcida

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Los primeros nombramientos del nuevo curso llevan la fecha del 5 de junio y al menos uno ya ha llegado a destino. Dio la noticia el cardenal holandés Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht, quien anunció que ha sido confirmado como miembro de la Pontificia Academia para la Vida.

Pero si se va al sitio web oficial de la Academia, todavía no hay nada. En la lista de los nuevos miembros no hay hasta ahora ningún nombre. Mientras que los anteriores, todos dados de baja desde comienzos de este año, figuran solamente 171 en las listas de los «ex miembros» y 11 en la de los «fallecidos«.

Eijk es uno de los trece cardenales de la memorable carta de protesta que hizo enfurecer al papa Francisco al comienzo del segundo sínodo sobre la familia. Pero es graduado también en medicina y cirugía, doctor de investigación en bioética médica, doctor de investigación en filosofía con una tesis sobre ingeniería genética y ha enseñado durante muchos años teología moral. Es una auténtica luminaria en la materia, cuya no reelección como miembro de la Academia para la Vida hubiera sido un escándalo.

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Una reconfirmación análoga podría llegar también para otros miembros famosos de la Academia, pero no ciertamente para todos. En el Vaticano y fuera de él crece la espera de ver quién estará en la nueva lista y quién no, cuáles de los anteriores académicos serán readmitidos y qué nombres nuevos aparecerán por primera vez.

Una primera lista del nuevo cuerpo académico fue entregada al Papa por Vincenzo Paglia, el discutido prelado al que Francisco le ha dado el mando tanto de la Pontificia Academia para la Vida como del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, a fin de que la primera y el segundo acompañen el nuevo curso papal en la materia.

Pero la Secretaría de Estado ha llegado a tener de Francisco el encargo de verificar previamente la lista, para controlar las currícula de cada uno – hay también no católicos e incluso ni siquiera cristianos – y eventualmente eliminar a los que estén visiblemente en desacuerdo con la doctrina sempiterna de la Iglesia. Este filtro ha generado fuertes irritaciones en monseñor Paglia.

Pero entre tanto éste último avanza por sí solo con las actividades de la Academia, de la que todavía no ha sido nombrado ni siquiera el consejo directivo, que por disposiciones estatutarias debería ayudar al presidente en las decisiones sobre la vida de la Academia misma.

Paglia utiliza el nombre de la Academia para encuentros, congresos, seminarios, presentaciones de su último libro «Sorella morte» [Hermana muerte], eligiendo temas y nombres de expositores de su agrado.

Mientras que, por el contrario, todavía no ha hecho conocer el programa del congreso que acompañará a la asamblea general de la Academia, que habitualmente se celebra al comienzo de cada año, pero que esta vez – para dar la precedencia a la depuración – fue pospuesta para el 5-7 de octubre.

El tema que antes de la llegada de Paglia se había decidido para el congreso se refería a la «Donum vitae«, la instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre «el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación», publicada por el entonces cardenal prefecto Joseph Ratzinger con la explícita aprobación del papa Juan Pablo II, de la que en el 2017 se celebra el trigésimo aniversario.

Pero Paglia dejó de lado la «Donum vitae» y le ha asignado al congreso este otro tema más bien vago: «Acompañar la vida. Nuevas responsabilidades en la era tecnológica».

Pero esto no es todo. Para el mes siguiente, exactamente el 16 y 17 de noviembre, Paglia decidió hospedar en el Vaticano, en la Sala Vieja del Sínodo y bajo la protección de la Pontifica Academia para la Vida, un congreso promovido por la sección europea de la laica World Medical Association (WMA) sobre cuestiones que se refieren a la eutanasia, al llamado suicidio médicamente asistido y a la suspensión de los cuidados vitales a pedido de los pacientes.

Con este congreso la WMA intenta actualizar sus propias posiciones sobre estos temas, por la presión de médicos de varios países en los que esas prácticas han sido despenalizadas o legalizadas. Con la probable publicación de una «declaración final» cuyo contenido podría poner en serias dificultades a la Santa Sede.

Hasta ahora no han sido dados a conocer por la WMA ni por la Pontificia Academia para la Vida el programa del evento, ni tampoco los nombres de los expositores. No saben nada ni siquiera la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni el ex Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

Me pregunto si intervendrá aquí la Secretaría de Estado para garantizar que por lo menos haya en el congreso algún expositor capaz de defender con sólidos argumentos las posiciones de la Iglesia sobre el final de la vida. No ciertamente solo Paglia, cuyo pensamiento en el tema es más bien vacilante, a juicio de tantos acreditados miembros de la Pontificia Academia que él preside.

Y flaquea también sobre el después de la vida y la resurrección de la carne, a juzgar por lo que hizo pintar (ver foto) en la contrafachada de la catedral de Terni, cuando era obispo de esa diócesis:

> Vatican archbishop featured in homoerotic painting he commissioned

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