Un nuevo nuncio en Cuba, tras el “deshielo”

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Del Vatican Insider Giorgio Lingua será el nuevo embajador del Vaticano en Cuba. Lo anunció este día la sala de prensa de la Santa Sede. Hasta ahora nuncio apostólico en Irak y Jordania, el clérigo llegará a La Habana en medio de un ambiente positivo gracias al rol destacado del Papa Francisco en el “deshielo” con los Estados Unidos. Y buscará reforzar este buen ánimo, tras un incidente que protagonizó su predecesor. índiceNacido en la localidad italiana de Fossano el 23 de marzo de 1960, fue ordenado sacerdote el 10 de noviembre de 1984. Obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico y entró a formar parte del servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1992. Ha laborado en las representaciones pontificias de Costa de Marfil y de los Estados Unidos. Tras un periodo en la Segunda Sección de la Secretaría de Estado vaticana, colaboró en las nunciaturas de Italia y Serbia. El 4 de septiembre de 2010 el Papa Benedicto XVI lo designó como nuncio en Jordania e Irak y lo elevó a la dignidad de arzobispo. La consagración episcopal la recibió el 9 de octubre de ese mismo año en la Basílica de San Pedro de manos del cardenal Tarcisio Bertone. Vinculado al movimiento italiano de los Focolares, Lingua es reconocido en el la Santa Sede como un diplomático de “proverbial discreción, gran preparación y equilibrio”. En la Sección para las Relaciones con los Estados fue responsable de asuntos de América Latina y el Caribe. Por eso conoce tanto el idioma español como muchas cuestiones de aquella parte del mundo. Durante todos estos años se mantuvo firme en Irak, no obstante la constante volatilidad política y la amenaza del Estado Islámico. El prelado asumirá el cargo que dejó vacante Bruno Musaró, de 66 años, quien fue trasladado el 5 de febrero último como nuncio a Egipto algunos meses después de protagonizar un incidente a causa de unas declaraciones suyas muy duras respecto a la situación cubana, divulgadas primero por la prensa italiana y que luego alcanzaron gran repercusión internacional. “La situación económica en Cuba es realmente difícil”, dijo entonces Musaró durante una misa celebrada en agosto de 2014 en la localidad italiana de Vignacastrisi. Según lo publicado por el diario Lecce News, entre otras cosas agregó: “Aún medio siglo después se habla de revolución, se alaba a ésta, pero la gente no tiene trabajo y no sabe cómo hacer para alimentar a sus propios hijos”. Sus palabras sentaron muy mal en La Habana y su misión diplomática concluyó abruptamente siete meses más tarde, apenas tres años después de haber iniciado. No obstante, la Santa Sede ha tenido una constante atención por Cuba en los últimos años. Desde las visitas de los Papas Juan Pablo II (1998) y Benedicto XVI (2012) hasta el paso como nuncios en ese país de personajes que actualmente ocupan importantes puestos en el Vaticano: Giovanni Angelo Becciu (2009-2011) y actual sustituto de la Secretaría de Estado así como Beniamino Stella, hoy cardenal prefecto de la Congregación para el Clero. Entre el 7 de junio y el 2 de septiembre próximos se celebrarán los 80 años de las relaciones diplomáticas bilaterales e ininterrumpidas. Serafines susurran.- Que en la Curia Romana más de uno se mostró sorprendido por el anuncio del Año Santo de la Misericordia. El Papa le había comunicado la cosa a poquísimas personas, pero la sorpresa no tuvo tanto que ver con la iniciativa en sí, de puro corte “bergogliano” (si se quiere), cuanto por la velocidad de los tiempos. O, más bien, por los pocos meses que separan al anuncio de la celebración. El anterior jubileo se preparó con mucha antelación. La Iglesia universal se involucró en un triduo, tres años durante los cuales se llevó a cabo un camino espiritual para disponerse al gran Jubileo del Año 2000. Todo se programó en grande. Ya para ese tiempo Juan Pablo II comenzaba a sufrir los estragos del Parkinson. Nadie podrá olvidar la imagen de la apertura de la Puerta Santa y el ingreso en la Basílica de San Pedro del Papa ya encorvado. Pero la imponente organización que significó aquel Jubileo abrió la puerta a la corrupción, del peor tipo. La historia lo demuestra. Las grandes multitudes que durante ese año  se vio obligada a recibir Roma, fueron la excusa ideal para acuerdos económicos por debajo de la mesa y de todo tipo. Sobre todo en el mundo de la política, pero también en los ambientes vaticanos. Conocidas investigaciones judiciales dan cuenta de los acuerdos para incluir al Jubileo en el ámbito de la oficina de los “grandes eventos” del gobierno nacional. Así se logró dirigir un río de dinero hacia la capital. Mucho sirvió para su cometido, otro tanto para engrosar los bolsillos de personajes para nada recomendables. Italia vive otro momento. Mientras amplios sectores de la sociedad ya directamente no tienen para comer, el país se da el lujo de gastar millones en la Expo de Milán. Y ahí también, la corrupción reinó soberana. Con Francisco será distinto. El comentario en la Curia Romana, en estos días, tiene que ver con la movida astuta del Papa. No dejó pasar la oportunidad. Convocó a un Año Santo pero con un tono distinto. Un jubildeo más reflexivo, menos espectacular y, sobre todo, sin tiempo para los negociados.

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