| 13 octubre, 2014
Del Vatican Insider Muchos fieles católicos ignoran las enseñanzas católicas sobre la anticoncepción, no consideran que usar métodos artificiales para evitar embarazos sea pecado y ni siquiera lo confiesan, reconoció hoy el presidente delegado del Sínodo de los Obispos, el cardenal francés André Vingt-Trois. Sus palabras no hicieron más que constatar una realidad difundida y una preocupación de la Iglesia, que debe afrontar una cultura donde la apertura a la vida está constantemente puesta en duda.
Este problema surgió hoy, en el inicio del cuarto día de trabajos de la cumbre episcopal convocada por el Papa para abordar los desafíos principales de la familia en el contexto actual, que tiene lugar en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano. Al introducir esta jornada, en la cual participan 191 padres sinodales, Vingt-Trois se refirió al tema que guiará los debates a puerta cerrada durante la tarde de este jueves: “Los desafíos pastorales sobre la apertura a la vida”. El cardenal constató que en estos asuntos de moral sexual, existen “diferencias sustanciales” entre una visión cristiana de la vida y de la sexualidad y un modo de vida fuertemente secularizado. “Muchos son los que tienen dificultades para captar la distinción entre los métodos naturales de regulación de la fertilidad y la contracepción. Las causas principales de esta acogida difícil provienen de la diferencia entre el diseño antropológico cristiano y el de la mentalidad dominante”, estableció. Advirtió además que esto tiene consecuencias sobre la “práctica sacramental” de los fieles que, a menudo, no consideran que la utilización de métodos anticonceptivos sea un pecado, tienden a no confesarlo y reciben la comunión sin problemas. “Hay que animar una mentalidad abierta a la vida para contrarrestar la mentalidad contraceptiva y la difusión de un modelo antropológico individualista que determinan una baja demográfica en ciertas regiones”, abundó. Con Vingt-Trois coincidió la pareja de esposos Arturo y Hermelinda As Zamberline, responsables del movimiento Equipos de Nuestra Señora para la región de Brasil, que tomaron la palabra ante el pleno de los obispos para dar su testimonio de vida. Ellos defendieron las “razones justas y sin egoísmo” por las cuales los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de los hijos, buscando una maternidad y paternidad responsables. Para lograr este objetivo, “la continencia periódica y la regulación de la natalidad con base en la auto-observación están de acuerdo con los criterios objetivos de moralidad”, indicó el matrimonio. Pero agregó: “Dada la seriedad del ambiente en que nos encontramos, tenemos que admitir sin miedo que muchas parejas católicas, los mismos que procuran vivir seriamente su matrimonio, no se sienten obligados a usar sólo los métodos naturales. En los Equipos de Nuestra Señora no es diferente. Debemos añadir que (estas situaciones) generalmente no son cuestionadas por los confesores”. “El control de la natalidad a través de los métodos naturales teóricamente es bueno; sin embargo, en la cultura actual nos parece carente de practicidad. Parejas, principalmente jóvenes, viven un ritmo de vida que no les permite practicar esos métodos, toda vez que demandan tiempo para entrenamiento y el tiempo es un producto raro en el mundo en que vivimos. O peor: por ser superficialmente explicados y, por eso, apenas utilizados, los métodos naturales tienen la fama injusta de ser inseguros y muchas veces ineficiente. Por lo tanto, con sinceridad admitimos que no son seguido por la mayoría de las parejas católicas”, sostuvo. Los esposos establecieron que las parejas, en su gran mayoría, no rechazan el uso de otros medios contraceptivos y, en general, no los consideran como un problema moral. “Debemos considerar que las relaciones sexuales están orientadas a la transmisión de la vida, pero también al servicio del amor conyugal”, precisaron. Concluyeron su discurso con una súplica: “Santo Padre, padres sinodales, señoras y señores, ¡si por lo menos las parejas encontraran luz y soporte en el clero, ya sería un gran aliento! Muchas veces los consejos contradictorios sólo agravan su confusión. Es necesario y urgente una orientación fácil y segura, que responda a las exigencias del mundo actual, sin herir la esencia de la moral católica que necesitará ser ampliamente difundida”. Serafines susurran.- Que el Papa sigue de cerca la cada vez más tensa situación política de los últimos días en China, centrando su mirada en Hong Kong, donde un movimiento estudiantil (Occupy Central) exige con manifestaciones callejeras mayores libertades en el país asiático. Se sabe, Francisco tiene una predilección por Asia y considera que en esa región se juega parte del futuro del mundo. No se equivoca tampoco en calcular que China es un actor clave no sólo para ese Continente, sino para la estabilidad (o no) del planeta. Por esta razón ha querido mantener contacto directo con el presidente Xi Jinping, a quien ya le escribió varias cartas. En la última de ellas, enviada a través de un contacto argentino ajeno a la diplomacia vaticana, el líder católico invitó al mandatario a visitarlo en su casa, la residencia pontificia de Santa Marta, para dialogar en privado sobre la promoción de la paz. Mientras espera respuesta, Bergoglio está preocupado por el devenir de los acontecimientos y -sobre todo- por la línea dura mantenida por el cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen, quien se ha mostrado en la plaza abiertamente y ha dicho en público: “Ha llegado el tiempo de demostrar verdaderamente que queremos ser libres y no esclavos”. En el entorno del Papa reconocen la valentía y la fortaleza del purpurado, pero también reflexionan: “Está bien apoyar los reclamos legítimos, pero nunca es bueno cortar absolutamente todos los contactos con el gobierno. ¿Cómo se podría, en caso contrario, evitar otro baño de sangre como el de Tienanmen?”. ¿Será por eso que en las últimas horas -según reportes de prensa- Zen ha cambiado de postura y ha llamado a la calma? Querubines replican.- Que no pasó desapercibida la intervención directa que el Papa está tendiendo en una de las Iglesias latinoamericanas más divididas, la del Perú. Al respecto, un detalle más que interesante tuvo lugar el pasado jueves 2 de octubre. Ese día, en el “menú” de las actividades papales, aparecieron dos audiencias privadas sobre este tema. Primero Bergoglio recibió al arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani Thorne e inmediatamente después se reunió con uno de los antagonistas del cardenal, el jesuita y arzobispo de Huancayo, Pedro Ricardo Barreto Jimeno. Un tema está pendiente en el país sudamericano: Una decisión definitiva sobre la Universidad, ex pontificia y ex católica. Sobre ella todavía permanece vigente la prohibición del uso de sus títulos, concedidos por el Papa. Del 5 al 10 de de septiembre la comisión pontificia de tres cardenales (Erdö, Ezzati, Lacroix) realizó su visita a la capital peruana. Los purpurados se encuentran en Roma estos días con motivo del Sínodo y han podido dar cuenta de sus investigaciones. El asunto quedará ahora en manos de Francisco. Una determinación final se espera.

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