Los desacuerdos existen. Y parecen ser claros. A una semana del comienzo de una de las asambleas del Sínodo de los Obispos más dinámicas de los últimos años, comienzan a delinearse los trazos que caracterizan una discusión fundamental y que -a decir verdad- durará muchos meses. Al menos hasta el próximo año, cuando tenga lugar otra asamblea similar. Ya se sabe que durará del 4 al 15 de octubre de 2015 y llevará por título: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Por esa razón, todo lo discutido por los padres sinodales en la primera semana de este Sínodo 2014 es absolutamente preliminar. Deberá ser profundizado a lo largo de los próximos días y en los siguientes meses. Tendrá que pasar el Sínodo del próximo año y aún así todos los dichos de los obispos serán sólo opiniones. Muy válidas, por supuesto, pero tocará al Papa llevar esas recomendaciones a un documento que, sólo entonces, pasará a formar parte del magisterio de la Iglesia. Aunque diversos participantes han sostenido que en la cumbre episcopal se respira un espíritu de fraternidad y colaboración (eso nadie lo pone en duda), los disensos no han faltado. Tampoco las críticas. Una buena parte de ellas surgieron este lunes, después de la lectura en el aula de la “Relatio post disceptationem”, la relación después de las disertaciones. Se trata del documento que resume las posiciones expresadas durante el Sínodo en su primera semana de trabajo. Más de 260 discursos fueron sintetizados en unas 10 páginas que quedaron en el centro de una significativa polémica. “Un debate abierto, con tonos claros, en el cual tomaron parte 41 padres (sinodales) bajo la presidencia del cardenal Raymundo Damasceno Assis”, informó L’Osservatore Romano en su edición vespertina del lunes. El relato del periódico vaticano llamó la atención. Ofreció muchos detalles particulares, a diferencia del reporte sobre las mismas discusiones libres que ofreció la sala de prensa del Vaticano. Por ejemplo, en el diario aparecieron los nombres de los obispos que tomaron la palabra ante el pleno. Entre ellos destacan los cardenales Walter Kasper, George Pell, Joao Braz de Aviz, Peter Turkson, Marc Ouellet, Philippe Nakellentuba Ouédraogo, Fernando Filoni, Timothy Dolan, Lluis Martínez Sistach, Christophe Schönborn, Andre Vingt-Trois, Raymond Leo Burke, Odilo Scherer, Wilfried Fox Napier, Stanislaw Rylko, Gerhard Müller, Angelo Scola e Carlo Cafarra. Además del patriarca Gregorio III Laham y los arzobispos Vincenzo Paglia y Bruno Forte. Algunos de estos purpurados, se sabe, han formado un bloque (más o menos espontáneo) contra la línea de pensamiento propuesta por Kasper en referencia a las personas divorciadas y vueltas a casar. Para Burke, Napier, Müller y Cafarra, no existe discusión posible que tan sólo considere la hipótesis de conferir la comunión a casos muy particulares de fieles unidos en segundas nupcias. Desde hace meses ellos dejaron clara su posición, por eso no sorprende que, entre las críticas lanzadas contra “Relatio post disceptationem” el lunes en el aula, sus ideas hayan salido a relucir. Pero las “observaciones, sugerencias y propuestas” sobre el documento no se circunscribieron sólo al tema de los divorciados. También los párrafos relacionados con la homosexualidad, cuya redacción resulta confusa y problemática. Se trata de los siguientes pasajes: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?”. “La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer”. “Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños”. El reporte sobre las discusiones ofrecido por la Sala de Prensa del Vaticano estableció que “en relación a los homosexuales, se evidenció la necesidad de una acogida, pero con la justa prudencia, para que no se cree la impresión de una valoración positiva de tal orientación por parte de la Iglesia”. Por su parte, L’Osservatore fue mucho más allá e informó que “se pidió una formulación que tenga en cuenta de las personas pero que no contradiga en algún modo la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia”. El diario vaticano precisó que no todos fueron juicios negativos. En realidad constató que “sobre la cuestión de la admisión de los divorciados y vueltos a casar a la eucaristía emergieron las diversas líneas ya expresadas en los días pasados”. Estas líneas son dos: la “vía doctrinal” y la “vía misericordiosa”. Aunque algunos comentaristas (y padres sinodales) se empeñen en sostener que la mayoría de los obispos apoya la primera de estas, la realidad establece otra cosa. Ya lo aclaró el reporte de la oficina de comunicación de la Santa Sede. “En general, la Relatio post disceptationem ha sido apreciada por su capacidad de ‘fotografiar’ bien los discursos que se subsiguieron en el aula en estos días, captando el espíritu de la asamblea y evidenciando la acogida como tema principal de los trabajos. Del documento, se dijo, emerge el amor de la Iglesia por la familia fiel a Cristo, pero también su capacidad de estar cercana al hombre en todo momento de su vida, de comprender que detrás de los desafíos pastorales, existen tantas personas que sufren. La mirada del Sínodo -se subrayó- debería ser la del pastor que da la vida por sus ovejas, que no las juzga a priori”. No obstante muchos padres estén de acuerdo con la “vía misericordiosa”, buena parte de ellos no están de acuerdo con la forma en que la misma ha sido expresada en la Relatio. El documento desató una larga lista de quejas, que fueron recibidas por los organizadores del Sínodo. Eso obligó a que el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, abriese la conferencia de prensa sobre la asamblea episcopal de este martes con una declaración muy significativa: “La Secretaría General del Sínodo, como consecuencia de las reacciones y las discusiones seguidas a la publicación de la Relatio post disceptationem y al hecho que su naturaleza no ha sido a menudo correctamente comprendida, recuerda que la Relación después de la discusión es un documento de trabajo que resumelas intervenciones y el debate de la primera semana del Sínodo y ahora es propuesto a las discusiones de los miembros del Sínodo en los círculos menores, como prevede el Ordo Synodi”. Por eso, ahora diversos obispos están viendo cómo “corregir el tiro” en las discusiones grupales. Aunque, para algunos de ellos, el daño está hecho. De Sacro Profano
Sínodo, emergen desacuerdos

| 15 octubre, 2014