El Papa Francisco ordenó aplicar la medida cautelar del arresto domiciliario contra Jozef Wesolowski, ex nuncio apostólico (embajador vaticano) en la República Dominicana acusado de abusos sexuales contra menores. El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, confirmó que el prelado fue detenido y permanecerá restringido de su libertad dentro del territorio vaticano, en tanto avanza la investigación penal en los juzgados civiles del Estado Pontificio.
Se trata de la primera vez que se aplica una medida de este tipo contra un clérigo, aunque ya en el pasado había permanecido arrestado un colaborador papal no religioso, Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI culpable de robar y difundir documentos confidenciales en el escándalo conocido como “vatileaks”. El hecho es notable y demuestra la voluntad del Papa Francisco de ir a fondo en un tema delicado, explosivo.
El anuncio llegó la tarde-noche de este martes (hora romana), gracias a una nota en la cual Lombardi estableció que el promotor de justicia (fiscal) del Tribunal de primera instancia del Estado de la Ciudad del Vaticano convocó a Wesolowski hoy mismo, martes, para informarle sobre las imputaciones del procedimiento penal en su contra por “graves hechos de abuso en daño de menores” sucedidos en la República Dominicana.
Wesolowski no debió transitar mucho camino, ya que hasta ahora reside en el Casa Internacional del Clero de Via della Scroffa, a unos 700 metros del Vaticano. Ahí permanece desde el año pasado. Por eso algunos clérigos dominicanos llegaron a verlo deambular por las calles de Roma e incluso, uno de ellos, había expresado su indignación en la red social Twitter.
Sólo bastó la convocatoria de este martes para dejar al ex nuncio en una situación aún más comprometida. Así lo consignó la declaración del portavoz: “La gravedad de los hechos indujeron a la oficina investigadora a disponer un procedimiento restrictivo que, a la luz de la situación sanitaria del imputado, comprobada por la documentación médica, consiste en el arresto domiciliario, con las relacionadas limitaciones, en locales dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano”.
Aún no se especificó dónde fue trasladado Wesolowski exactamente. Sería lógico pensar que su nueva residencia serán las celdas de seguridad de la Gendarmería Vaticana, las mismas que albergaron a Gabriele durante varios meses. Menos posible sería que le hayan dejado permanecer en su morada de la Casa del Clero, aunque esa residencia es considerada edificio “extraterritorial” vaticano. Pero el sistema de justicia vaticano no está dotado ni de herramientas de monitoreo electrónico (tobilleras, por ejemplo), ni de controles externos suficientes para asegurar que la medida se cumple. Por otra parte con los gendarmes se aseguraría el acatamiento de la medida cautelar.
Por si hubiese alguna duda, la nota de Lombardi aclaró: “La iniciativa asumida por los órganos judiciales del Estado son consecuencia de la voluntad expresa del Papa, para que un caso tan grave y delicado sea afrontado sin retardos, con el justo y necesario rigor, con asunción plena de responsabilidad de parte de las instituciones de la Santa Sede”.
El caso no tiene precedentes. Explotó en agosto de 2013 cuando el entonces representante vaticano fue convocado de imprevisto a Roma. En julio anterior, el Papa Francisco había recibido un amplio informe que contenía acusaciones de abusos y otras cuestiones. Por eso decidió revocarle su encargo, que abandonó hace un año, el 21 de ese mes.
En esos días la televisión dominicana sacó a la luz el caso y el escándalo sacudió a la Iglesia entera. El septiembre, la justicia del país centroamericano abrió una investigación. Por esos días también el Vaticano anunció el inicio de un proceso en sus tribunales de la Doctrina de la Fe. En junio de este año Wesolowski fue hallado culpable en los tribunales eclesiásticos y sentenciado a la dimisión del estado clerical, es decir a perder su condición de sacerdote. Al mismo tiempo dejó de ser empleado del Vaticano y perdió su inmunidad diplomática.
Los procedimientos judiciales eclesiásticos le permitían apelar la sentencia de la Doctrina de la Fe y el clérigo presentó su recurso. Originalmente los jueces vaticanos iban a esperar que terminase definitivamente el itinerario procesual eclesiástico antes de juzgarlo en la esfera penal, pero los tiempos se acortaron. ¿Habrán pensado que tenía voluntad de evadir? Nunca se sabe. Pero las cosas se movieron muy rápido y ahora Wesolowski va derechito a convertirse, quizás, en el primer diplomático en ser extraditado y condenado por un tercer país. ¿Lo logrará la República Dominicana? Por lo pronto tiene todo servido en bandeja de plata.