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Rubricismo y Amor a la Liturgia

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Sin duda, y como lo he manifestado en numerosas ocasiones, la Liturgia de hoy en día tiene graves problemas, donde el origen de ellos tiende a ser la pérdida de la dimensión sobrenatural de la Sagrada Liturgia.
Ahora bien, algo que es muy importante, y que muchas veces se puede convertir en algo grave, es el hecho de un excesivo rubricismo. El rubricismo, entendido en el aspecto litúrgico, corresponde a un excesivo escrúpulo por cumplir las normas litúrgicas al pie de la letra, pero con la intención de hacerlo por cumplirlas. Esto es claramente grave, porque es quedarse en la forma de la liturgia, abandonando el fondo de ésta que es igualmente importante.
Muchas veces, a quienes realmente nos preocupamos por conservar el carácter sobrenatural intrínseco de la Liturgia, se nos trata de «Faltos a la Caridad» o «Rubricistas». Y esta queja, a menudo, tiene su fundamento en que muchas veces se defiende de manera excesiva la rùbrica por sobre su significado.
Cuidar la Liturgia, y velar por que se cumplan las rùbricas litùrgicas al pie de la letra está muy bien, y de hecho, es lo que cualquier Cristiano debería hacer (los sacerdotes mayor aún, aunque también es deber de los laicos hacerlas cumplir), siempre y cuando se haga con miras al fondo real del asunto, que siempre constituirá la manera acertada de mirar las cosas.
El denunciar a quienes hacen mal algo, ya sea diciendo nombres (lo cual se debe hacer según el modelo de la Caridad Fraterna), o bien, ejemplificando casos que puedan suceder en todas partes (como habitualmente ocurre en muchos blogs de internet, de los cuales éste es uno de ellos), constituye un ejemplo de la necesidad de que, por una parte, los laicos velen por que se cumplan las normas que ha dispuesto la Iglesia para la Sagrada Liturgia, así como de que muchos puedan enterarse de lo que está mal, las causas que conlleva hacer las cosas mal, y la forma en que se puede evitar semejantes abusos. Y esto, no constituirá un «juicio temerario» o una «falta a la caridad», en la medida de que exista una Recta intención, de que la Liturgia conserve su carácter sobrenatural, expurgándola de todo abuso o intromisión de la creatividad.
Para finalizar esta reflexión, me permito poner una especie de desafío, que es el aprovechar lo que aún queda de esta Santa Cuaresma, para poder introducirse en el Mysterium Fidei, de manera de interiorizarse aún más en la Liturgia, en su sentido, en su importancia, de manera de llegar a la Pascua sabiendo que, en la Santa Misa, realizamos el verdadero Sacrificio del Calvario, que se renueva en medio nuestro, y en donde se hace presente el mismo Cristo, Señor y Dios nuestro, quien derrama su Sangre en el Càliz glorioso, y que nos entrega su Carne en la Sagrada Comunión, de manos del Sacerdote, que «in persona Christi», ofrece este Sacrificio, que es el único agradable a Dios.
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