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Resurrección y Liturgia

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Antes que todo, un gran saludo en Nuestro Señor Jesucristo Resucitado. Alleluia!
Un aspecto que muchas personas, ya sea de fuera o de dentro de la Iglesia, corresponde sin duda a lo «aburrido» o «serio» que tiene la Liturgia, lo que se ocupa frecuentemente como excusa para introducir en ella numerosos y creativos abusos.
Y cuando nos ponemos a pensar en como la Liturgia expresa el Júbilo de ver resucitado al Señor Jesucristo, que es su fundamento y principio, muchas veces caemos en la cuenta de que existe gran ignorancia al respecto, y de alli es como nacenlos abusos antes mencionados, tan comunesen nuestro tiempo.
Sin embargo, la Sagrada Liturgia tiene diversos signos que expresan tal alegría:
En primer lugar, veremos el predominio del color blanco, ya sea en los ornamentos, como en el ornato del altar y de la Iglesia. Este color nos rememora el color de las vestimentas de Jesús transfigurado, y que se puede visualizar como un color de gloria y majestad.
Así mismo, los ornamentos son enriquecidos en cuanto a su material y adornos.
En lo estrictamente litúrgico, se recupera el Alleluia, ya sea en su forma de «doble Alleluia» (Forma extraordinaria) o bien, en su forma de Alleluia simple (en la Forma ordinaria). Así mismo, podemos ver el uso de cánticos alegres, empapados del sentir de la Iglesia en este tiempo pascual. Los acompañamientos al cántico (por parte, principalmente, del órgano), son maestosos, llenos de vitalidad, y que evocan de manera auditiva el júbilo por la Resurrección de nuestro Redentor.
 

Unido a esto, subsisten una serie de textos litúrgicos ad hoc al tiempo pascual: En las Sagradas Escrituras, contemplamos la Resurrección, las apariciones del Resucitado a sus Apóstoles, y a sus discípulos, entre otros momentos importantes del Evangelio (Ascención, Pentecostés, la Promesa de la Presencia Eterna de Cristo junto a la Iglesia, etc.), así como se nos muestran una serie de reflexiones, tomadas de las epístolas neotestamentarias, y más centradamente, de San Pablo, cuyo epítome corresponde a la clara y certera sentencia: «Si Cristono hubiese resucitado, vana sería nuestra Fe». Por otro lado, en las oraciones litúrgicas, encontramos un claro sentido hacia la contemplación de tan admirable misterio, así como se muestrala aspiración del cristiano, que es compartir la resurrección de Cristo, vivir eternamente junto a Dios en el cielo; Asi mismo, se multiplican numerosamente las aclamaciones de alabanza, tanto en algunas antífonas (como en el Gradual (F.E.) o Salmo Responsorial (F.O.)), como en la despedida («Ite Missa est, Alleluia, Alleluia»).
Finalmente, recordemos algo importantísimo: Si bien, la Santa Misa es el Santo Sacrificio de Cristo en la Cruz, que se hace presente realmente en medio nuestro, la Resurrección no empaña tal aspecto, sino que lo complementa. La Muerte del Redentor no tiene sentido sin su Resurrección. Por tanto, en este tiempo pascual, se nos llama a fijar la mirada en Cristo, que habiéndose entregado por nosotros en el Santo Sacrificio de la Cruz (y por ende, en la Santa Misa), nos llama a morir con Él a lo mundano, para Resucitar con Èl hacia las cosas de Dios.
In Christo.


Regina caeli, laetare, alleluia.

Quia quem meruisti portare, alleluia.

Resurrexit, sicut dixit, alleluia.

Ora pro nobis Deum, alleluia.

V. Gaude et laetare Virgo María, alleluia.

R. Quia surrexit Dominus vere, alleluia.

Oremus:
Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi, mundum laetificare dignatus es: praesta, quaesumus; ut, per eius Genetricem Virginem Mariam, perpetuae capiamus gaudia vitae. 
Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.


Comentario al Margen: La Casulla romana ocupada por el Santo Padre para la Misa del día de Pascua es realmente maravillosa.

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