El problema del Lenguaje Secular.

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Visitando un destacado subforo de liturgia en la web, uno de los interlocutores, con muy buen «sensus fidei» y con bastante certeza, ha dicho lo siguiente:

«…me di cuenta de que la raiz de muchas incomprensiones sobre la Liturgia radica en el hecho de que hoy por hoy se ha perdido el lenguaje sobre lo sagrado en un mar de secularismo…»

Analizando bastante finamente esta frase, es posible encontrar que responde a una visión de la Liturgia de nuestros días: Una liturgia que, como dice la cita, ha perdido el lenguaje y se ha secularizado, es decir, se ha adaptado a lo ordinario, haciendo, en muchos casos, desaparecer a lo extraordinario, que usualmente es fundamento de la acción sagrada.
En nuestros días, las escuelas de «Teología para Laicos» frecuentemente hacen desprecio del lenguaje sagrado, reduciendo éste a un mero simbolismo, y cambiando terminologías para adaptarla a lo usual. Esto ha causado un profundo quiebre en la liturgia, y ha hecho que ésta se superficialice, perdiendo su fin último y primordial.
Frecuentemente podemos evidenciar el uso de dos vocablos como sinónimos, siendo que ambos representan realidades diferentes. Un caso de ello son las palabras Símbolo y Signo, que para algunos «Liturgistas» modernos, constituyen lo mismo. Sin embargo, los verdaderos Liturgistas de la Santa Iglesia hacen diferencias sustanciales, que son importantes para el desarrollo de una verdadera liturgia, cuya significación sea para mayor Gloria de Dios.
Existen responsabilidades en este proceso. Y claramente la reforma del post-concilio (1969) es uno de los responsables principales (En este caso, el responsable es la reforma posterior al concilio, y no el concilio mismo, que a mi juicio y el de muchos más, pidió cosas bastante diferentes a las realizadas y hoy en día puestas en práctica). La gran responsabilidad de esta reforma ha sido que, con ella, exista la noción de que todo anterior lenguaje litúrgico y su conjunto de elementos son caducos, debiendo ser desterrados de la liturgia lo antes posible. Por tanto, para sustituir lo «caduco» y «preconciliar», se debía utilizar un lenguaje más novedoso, más práctico, y más ad hoc con los tiempos de hoy. Es sin duda éste uno de los principales antecedentes de los abusos litúrgicos que surgieron de esta Reforma, y que en reiteradas ocasiones se han debido eliminar (o al menos prohibir), por medio de instrucciones y sucesivas actualizaciones, tanto del ordenamiento del Misal, como de los libros de formación para los sacerdotes en los seminarios.
Otro responsable se configura con la Relajación de las costumbres de los clérigos y laicos. Sin duda, la pérdida por parte de los sacerdotes de la propia identidad sacerdotal, pasa por varios aspectos: desde los pequeños signos de pertenencia completa a Dios, visibles a toda la comunidad, que están conformados por la Sotana y el hábito eclesiástico, hasta la dificultad para algunos sacerdotes de cumplir con sus votos de obediencia, castidad, e incluso, la dificultad de muchos para hablar correcta y sabiamente, debido a la deficiente formación en los seminarios, pasando también por la falta de testimonio y la comodidad (despreocupándose de su misión), son algunos de los problemas que evidencian claramente este relajo de las costumbres de los clérigos. Y los laicos no se quedan atrás: Pereza para ir a la Misa, falta de testimonio, la abierta oposición a la doctrina de la Iglesia, la falta de formación de calidad, la relajación de las costumbres al estar en la Misa y en la Iglesia, entre otros aspectos (despreocupación del vestir para asistir a misa, falta de ejercicios de piedad y de oración, etc.) son  otras muchas razones que evidencian esta relajación de las buenas costumbres.
Y más que relajación de las costumbres, es una relativización de la Fe. Muchos, amparados en el clásico (y pésimo) argumento de que «No importa la forma sino el fondo», se justifican para cometer toda clase de errores, y renegando, en muchos casos, el sustrato primordial de la fe.
Hoy en día se han perdido muchas cosas: desde el detalle de la Sotana o Hábito eclesiástico, hasta de la misma arquitectura de los templos católicos, pasando por la misma liturgia. Estas cosas se han perdido con el pretexto de que «todo debe adaptarse a los tiempos nuevos». 
Por otro lado, frecuentemente escuchamos a distintas personas que no saben distinguir entre una «Celebración» con una fiesta, la «fiesta de la misa» y el «Santo Sacrificio de nuestro Señor en la Santa Misa«. 
De ahi surge el gran problema, muy bullado en estos días, de creer que las lenguas Litúrgicas son un estorbo, ya que muchos creen que la Divina Liturgia debe de ser para nuestra comodidad y disfrute, y no como debe ser realmente: El Acto de Adoración que Cristo ofrece al Padre Dios, en comunión con los fieles mirando en la misma direccion y apuntando hacia la misma meta, que es Dios en todo su esplendor y gloria.
Lamentablemente, y tal como lo vaticinaron los Cardenales Otavianni y Bacci, se constata que el centro gravitacional de la Santa Misa ya no se ubica en el sacrificio sino en el banquete conmemorativo. Además, se ha puesto en primer plano la presencia de Cristo en su Palabra y en su pueblo, relegando a un segundo plano la presencia de Cristo como sacerdote y como víctima. Finalmente, la dimensión eucarística (de acción de gracias), como consecuencia, se pondrá delante de la finalidad satisfactoria (propiciación). Esto trae como consecuencia los graves abusos litúrgicos que ocurren a la orden del día.
Es posible constatar que hoy se ha perdido el sentido de la mortificacion y de la entrega por completo al Sacrificio del Altar con miras a la eternidad en Dios. Muchos lo han cambiado por Curas «Simpáticos» que cuentan chistes e historias durante la Misa; por coros que ocupan batería y otros instrumentos no adecuados y cuyo vocalista (porque estos «coros» han perdido la función de la participación de todos) canta como si estuviera en un concierto; por bancas cómodas y Homilias cortas y sin preparar; por innovaciones en la Doxologia de la Misa, y en otras de sus partes principales; por lo excelente del cura que se pone a dar el saludo de la paz hasta a los que están en la puerta, olvidando la sacralidad de la elevación del Cordero de Dios, que es un momento de adoración a aquel que se entregó por nosotros.
 
Y todos los abusos que se cometen tienen una razón, que es explicada de manera excelente por monseñor Fernando Arêas Rifan, administrador apostólico de la Administración Apostólica Personal San Juan María Vianney. Él nos dice:
«Hablando de los abusos posteriores a la reforma litúrgica, el entonces cardenal Joseph Ratzinger lamentaba que la liturgia degeneraba en un show, en el que se busca hacer la religión interesante con la ayuda de elementos de moda, con éxitos momentáneos en el grupo de los «fabricantes» litúrgicos«. 
«Creo que el punto central de los abusos fue señalado por el mismo cardenal Ratzinger: la puerta dejada abierta a una falsa creatividad de los celebrantes (El problema del «Ad Libitum»)».
Finalmente, señala algo muy cierto, y que es el antecedente primigenio y principal de todo este proceso: «Detrás de esto está la falta de una seria espiritualidad, según la cual para atraer al pueblo se deben inventar novedades. La santa misa atrae por sí misma, por su sacralidad y su misterio. En el fondo, se trata de la disminución de la fe en los misterios eucarísticos a la que se trata de suplir con novedades y creatividad. Cuando el celebrante quiere convertirse en protagonista de la acción litúrgica, empiezan los abusos. Se olvida que el centro de la misa es Jesucristo«.
Para finalizar este tema, los invito a Pedir a Dios que asista con su Espíritu Santo a nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI, para que siga los pasos de la Reforma de la Reforma, para dar término a estos abusos que cada día proliferan en mayor medida.
In Christo +
MARCVM 
PD1:  El Subforo de liturgia corresponde a los Foros de Catholic.Net.
PD2: Con un 60% de los votos (23), los lectores de nuestro blog creen, en su mayoría, que los sacerdotes deben utilizar Sotana. Gracias por vuestros votos y les invitamos a seguir votando en las encuestas.-

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