INGENIERÍA SOCIAL

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INGENIERÍA SOCIAL

Atención al peligro cuando el hombre quiere ser Dios

«Parte de la sociedad también progresa adecuadamente por el camino del pecado».

         En una interpretación libre y personal sobre la libertad del hombre con relación a Dios, diría que si en el paraíso, al principio de la creación, el hombre quiso ser como Dios, se pasó a las torre de Babel donde el hombre pretendió ser más que Dios. Y ahora estamos presenciando el intento, ya casi logrado, donde el hombre quiere ser Dios.

         En todas partes, en el momento más inesperado salta la noticia, el anuncio publicitario, el mitin oportunista donde las grandes multinacionales, los políticos oportunistas que van recogiendo los votos protesta de los descontentos, se van plegando a los dogmas políticamente correctos de esa hoja de ruta que anda por ahí hace décadas.

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         Anuncios publicitarios, mítines políticos, actitudes personales, gobernantes y autoridades, plegados muchos de ellos a lo “políticamente correcto”, son capaces de pasar por alto, por ejemplo, que los niños tengan derecho a tener un padre y una madre; a que una profanadora de templos católicos –que no mezquitas y otros centros de culto afines a su ideología- puedan llegar a ocupar puestos de responsabilidad en la política más cercana a los ciudadanos, la mayoría de ellos católicos en nuestro país, saltándose a la torera la libertad religiosa…

         Y así, estos agentes sociales cursan la carrera de ingeniería a marcha forzada. Con su gran inteligencia marcan record en los créditos universitarios para lo que les conviene y llegan a presentar el trabajo fin de carrera sobre cómo convertir la familia en un artificio de ingeniería social y meter a todos en su propia manipulación.

         No pretendo ser catastrofista, pero sí un anunciador de posibles consecuencias graves cuando dejamos que hombres y mujeres ocupen el sitio de Dios, jueguen, no a los “juegos de tronos”, sino a ser Dios. Caminemos los católicos, cristianos y hombres y mujeres de buena voluntad a introducirnos en una buena formación en los valores y virtudes que siempre han formado parte del progreso de nuestra sociedad, y demos respuestas convincentes a quienes nos quieren vender un duro por cuatro pesetas.

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