Un reto sin resolver.

Con enorme ilusión la Iglesia Universal y, en concreto la Iglesia de España, se prepara después del anunció sorpresa del Papa Francisco a vivir un año jubilar extraordinario. Un año de la Misericordia. Como es conocido por todos la gran Misericordia de Dios se traduce en la ayuda a los más necesitados y, como apreciamos en el pasaje del paralitico, en sanar las heridas más profundas del alma que son los pecados. Por eso siempre se ha referido al Sacramento del Perdón como el Sacramento de la Misericordia. El gran reto para la Iglesia Universal y, por consiguiente para la Iglesia en España, es el facilitar la Misericordia, el perdón. Es decir que siempre pero especialmente en este año Jubilar que comienza en la Fiesta de la Inmaculada Concepción cualquier fiel que lo necesite pueda acudir al confesionario y encontrar a un sacerdote confesando. No es fácil ya que en muchas diócesis españolas hay muchos confesionarios abandonados. Algún sacerdote me podría objetar que  faltan curas y no le falta la razón pero también hace faltan confesores.