Este año tendré la suerte de poder vivir la Semana Santa en Fátima y como esos días será difícil poder escribir he decidido compartir con los que leéis este Blog unas meditaciones que preparé hace unos años sobre esos días vitales para la vida de los cristianos. La primera meditación es esta:
Preparación para el Misterio
Los días previos. Inicio de la Convivencia.
Se acerca la Semana Santa que tiene como protagonista en los días previos a Betania que para Jesús y sus discípulos se convirtió en su cuartel de operaciones. Comienza para los amigos de Jesús, como dice Guardini, su última convivencia. Parece que Jesús llego a la casa de Lázaro el viernes de dolores. En el camino de Jérico a Betania hay un sucedido muy significativo. Jesús había contado la parábola de las minas en la cual, como es conocido, les cuenta que un hombre de ilustre cuna se va a un país lejano para recibir allí su reino y regresar después pidiendo a sus amigos a aquellos que les ha confiado una herencia generosa como la han gestionado. Sin embargo el hecho más significativo de la llegada de Jesús a Betania va a ocurrir con uno de los mejores amigos de Lázaro. Parece que este amigo se llamaba Simón y que había organizado un banquete en honor a la llegada de Jesús a Betania. Para algunos autores este Simón sería aquel al que Jesús curo de la lepra. La realidad de este personaje es que debía ser muy amigo de Lázaro porque ocupo un puesto importante y porque las hermanas del resucitado, Marta y María, se metieron hasta la cocina siendo ellas las que se ocuparon del servicio doméstico del banquete. Comienza el banquete, los convidados están situados ya en sus lugares y comenzando a comer cuando María, mujer apasionada, valiente y decidida se coloca detrás de Jesús y, con la complicidad de su hermana Marta, con la que se habían gastado los 300 denarios en uno los perfumes más apreciados por los antiguos. la compra suponía el sueldo de un trabajador del campo durante todo un año, rompe el frasco que guarda celestial esencia. La casa de Simón se llena del olor de la maravillosa fragancia. María se acerca a Jesús y vierte sobre su cabeza y sus pies el perfume. Acto tan noble y generoso debería haber provocado en los asistentes admiración y sin embargo lo que María encuentra es un reproche por parte de uno de los principales amigos de Jesús al que los demás no le recriminan. Tiene que ser el mismo Jesús quien reprenda con firmeza la cortedad de miras del egoísta que quería, de nuevo, aprovecharse de la bolsa con una de esas frases fuertes: dejadla no la molestéis. No son pocas las veces que con frases prudentes o caritativas se levantan los defensores de la pusilanimidad: si no es necesario hacer tanto por Jesús, ya vas a Misa los domingos para que vas a ir entre semana, no crees que es muy exagerado eso de dar la vida a Dios. Ya advirtió Dios que los egoístas tienen muy difícil entrar en el reino de los cielos cuando estos pusieron escusas para poder seguirle. Y es que Dios alaba la generosidad y condena el egoísmo: en verdad os digo que dondequiera que este evangelio fuere predicado por todo el mundo, también lo que está ha hecho será contado en memoria de ella. María, como Marta, no lo sabía pero con una intuición sobrenatural se adelante en este banquete a lo que una semana después celebraría junto a la madre de Jesús: el embalsamiento del Maestro. María como Marta estaban agradecidas a todo lo que Jesús había hecho por ellas. No hay que olvidar que sus lágrimas y súplicas arrancan de Jesús uno de los grandes milagros, la resurrección de su hermano. Ella, por eso, no reparan en generosidad. Se acercan los Misterios Pascuales que ahora vamos a vivir con más intensidad. Comienza para nosotros también una nueva convivencia. Desde el comienzo queremos hacernos propósitos y, junto al de vivirla muy cerca de Jesús, hacemos propósitos generosos como Marta y María porque todo lo que vamos a vivir, no lo podemos olvidar va a ser por cada uno de nosotros.