Con enorme lucidez el Papa Juan Pablo II se preguntaba en la Dies Domini si transcurridos más de 30 años desde el Concilio Vaticano II ha habido un crecimiento efectivo y un mayor aprecio por el conocimiento de la Sagrada Escritura en el Pueblo de Dios (n. 40). En concreto, se refería al conocimiento de la Palabra de Dios proclamada en la Santa Misa del Domingo en la misma lengua de la comunidad que participa. No se que pensaras tú pero cuando los domingos o muchos días a diario contemplo como la comunidad repite el Salmo Responsorial me entran muchas dudas sobre la atención que se está poniendo a la lectura de la Sagrada Escritura. No digo nada cuando va a empezar el evangelio y hay algunos que permanecen sentados en sus propios bancos pensando que ahora toca la segunda lectura. No quiero ser muy negativo y pienso que proclamar las Lecturas y el Evangelio en la lengua vernácula de la Comunidad ayuda a su comprensión pero me parece que quedarse sólo en el debate latín si o latón no, no ayuda. Hay que buscar medios pastorales adecuados para que el Pueblo cristiano se enamore de la Palabra Revelada proclamada en la Santa Misa. Es verdad que esto es muy fácil de denunciar y difícil de corregir. Por eso es bueno que entre todos nos paremos a pensar como sacar mayor partido a este tesoro precioso, a esta rica margarita; como le gustaba denominar a San Jerónimo a la Sagrada Escritura, para que siga embelleciendo la Casa de Dios.
Otra intuición profética de San Juan Pablo II.
| 17 marzo, 2015
Que yo sepa el misal tridentino es en latín pero los evangelios se leían en lengua vernácula (español, en este caso), así como la homilía.
Lo de la comprensión de la misa… perdonen si resulta irreverente, pero la gente cuando dice «corderodeDiosquequitaselpecadodelmundotenpiedaddenosotros» lo piensa tanto como si dijese «agnusdeiquitollispeccatamundimiserernobis»
Sin embargo en mi parroquia, el cura tiene la costumbre de poner a la entrada de la iglesia unos folletos donde están lecturas del domingo, incluso a primeros de año, nos ofrecen (a un precio tan ridículo que viene gente de fuera a comprarlo) un librito con las lecturas de cada domingo del año.
Hay más gente leyendo el librito o el folleto que escuchando al cura. Hasta los niños de comunión que ven a sus padres se acostumbran a leer.
Hay que adecuarse al mundo en que vivimos y a veces no es tan difícil ayudar a los fieles a hacer bien las cosas.
El debate de si las lecturas deben ser en latín no existe. En la misa tradicional las lecturas son también en lengua vernácula.