El pasado domingo tuve la suerte de poder participar en la Ordenación sacerdotal de dos nuevos sacerdotes en Torreciudad. Fue una celebración muy cuidada donde la Solemnidad del momento se palpaba por el cuidado en la liturgia, como le gustaba a San Josemaria, en los detalles pequeños. Sin embargo lo que más me llamo la atención fueron las palabras de la homilía del Prelado del Opus Dei que, sin ser textuales, recordó que los sacerdotes no es que fueran importantes para la vida de la Iglesia sino que sin sacerdotes no hay Eucaristía y sin Eucaristía no hay Iglesia. Esas palabras incisivas del Prelado del Opus Dei me llevaron a considerar cuanto rezo por nuevas vocaciones sacerdotales y cómo pido para que celebran cada día la Eucaristía, cada día, con mayor devoción. Las vocaciones sacerdotales no son responsabilidad del Obispo de la diócesis o del encargado de pastoral vocacional sino de cada uno de los que nos sentimos buenos hijos de la Iglesia. Es un deber de cada uno, en la medida de nuestra posibilidades, el buscar esas vocaciones para que no falte en ningún rincón del mundo un sacerdote que pueda celebrar la Eucaristía. Todos, como mínimo, podemos rezar. Ayer, además, comenzó el encuentro de Rectores de los seminarios de España. En sus manos esta la formación de los sacerdotes de España de los próximos 6 años. Un motivo más para rezar.
No son importantes, sino necesarios
| 04 septiembre, 2014