Estos días pasados de Semana Santa en Fátima, donde la Virgen insistió a los videntes que rezaran por los pecadores, me preguntaba, entre otras cosas, por el misterioso acontecimiento de la traición de Judas y si un gran pecador puede ser Santo, canonizable. Pensé si Lutero, Calvino o Enrique VIII podrían haber ido al cielo. Entonces me acorde que la traición de Judas no alcanza su perdición por la traición sino por falta de sincero arrepentimiento. Me acorde que uno de los primeros santos y más grandes de la historia de la Iglesia: Pedro, un Santo Canonizable, cometió un pecado de la misma magnitud que el ladrón pero Pedro busco el perdón de Dios y no tranquilizar su remordimiento. Lutero, Calvino, Enrique VIII o cualquiera de nosotros puede cometer el pecado más atroz pero siempre puede arrepentirse llorando como hizo la Cabeza de la Iglesia y siempre va a obtener el perdón. Ser santo no consiste en no caer nunca sino en levantarse siempre.
Los pecadores son quienes entran en el Cielo.
| 11 abril, 2015
Disculpe, pero no es comparable el pecado de Pedro con el pecado de Judas. Pedro, por miedo, negó conocer a Cristo. Judas, por dinero, le traicionó. Fue a quienes quería capturarlo, acompañó y guió a la tropa que fue a detener a Jesús. Judas fue un completo traidor. Luego, aunque percibió su pecado (la entrega de un inocente) se desesperó, es decir, pecó contra la fe en Dios como Padre y Amor.
Lo siento, pero no es lo mismo. Y me parece de cierta justicia recordarlo.