Con gran sagacidad Mons. Ocáriz, en una reciente entrevista, invita a que cada uno de nosotros se pregunte por las periferias existenciales de su propia conducta. Es decir nos invita, y este es tiempo propicio como nos dice la Liturgia, a preguntarnos por el verdadero mal de cada uno de nosotros: el pecado, la ignorancia, la injusticia. Mons. Ocáriz nos lanza una pregunta cuya respuesta repercute en todo el contexto eclesial y social: ¿cuales son mis periferias?, no podemos olvidar que siendo conscientes de la debilidad nos hacemos más fuertes. Para conocer nuestras periferias existenciales no hace falta hacer grandes experimentos es cuestión, como dice Christopher Nolan en una de sus películas, de conocer nuestras acciones. Para eso hace falta pararse, hacer examen y darse cuenta de que detrás de ese o aquel comportamiento se esconde un afán de poder, poseer o herir; o al contrario de ayudar, entregar o alabar. Por consiguiente es bueno, en este tiempo de cuaresma, preguntarse son mis acciones buenas o malas y las hago porque busco el Bien o deseo el mal. Es en el fondo de la conciencia de cada uno donde se resuelven esas preguntas y el a tu conciencia dónde quiero interpelar en estos momentos.
Las periferias de mi existencia

| 13 marzo, 2015
«Ni mandes a quién mandó, ni sirvas a quién sirvió»… eso dice el refrán. Llama poderosamente la atención cuando la vida da vuelcos para que quienes «no fueron» se vuelvan tiranos cuando «fueron», quienes tienen orígenes humildes aman esa «humildad» no por virtud, sino porque no pueden aceptar la dignidad que toda su vida criticaron, se escandalizan de la pobreza, de la que no se escandaliza Jesús, porque ser ricos no saben, aún siendo ricos de hecho, no pueden llevar una túnica sin costuras, no vaya a ser que alguien, uno sólo en el otro extremo del mundo pueda pensar por un momento que ese tipo es rico, que es envidiable su situación… de ahí el apartamento pontificio, la cruz de plata, los zapatos negros, el «buenas tardes», el coche utilitario, la cartera del pijama, el final de los monseñores, Caltelgandolfo, Francisco de Asís, Santa Marta, la sinodalidad, etc. etc… es un personal «complejo de clase» es vender ese perfume tan caro para darlo a los pobres… No puede… no puede…