«Apocalipsis» en griego, como es bien sabido, significa «revelación».
El Apocalipsis condena la gran ciudad: la civilización sometida al mercado capitalista, el sistema que reduce a beneficio económico el fin último de la vida humana y civil (Apo 18, 9-24). El Apocalipsis recoge así la crítica de Aristóteles a la «crematísitica ilimitada» (Política 1256a1-1258b10, Ética Nicómanco 1231b27-1232a17). No por casualidad está escrito en lengua griega.
Lewis Mumford y John B. Calhoun advirtieron a mediados del siglo XX sobre el peligro de la neotecnia capitalista y su control sobre estas megaciudades. Ambos encontraron similitudes entre sus investigaciones y la visión de la «Gran Ciudad» que ofrece el Apocalipsis.
El filósofo Lewis Mumford hizo suyo el lema joánico de «salid de las ciudades» (Apoc. 18, 2-4) y proponía un rearme humano mediante hábitos comunitarios y morales capaces de dominar la neotecnia y crear nuevas formas de convivencia en la ciudad al margen del capitalismo.
El etólogo John B. Calhoun veía en los resultados de su experimento «Universo 25» el destino potencial de la sociedad capitalista abocada a su autodestrucción. Caracterizó el colapso social como una «segunda muerte», en referencia a la «segunda muerte» mencionada en el Apocalipsis (Apocalipsis 2, 11).
Lewis Mumford (1895-1990) ha sido tildado de «último humanista del siglo XX» y es el fundador de la filosofía de la técnica. Acuñó la noción de neotecnología (o neotecnia), como culminación del proceso tecno-científico [Technics and Civilization (1934)].
La neotécnica no son los instrumentos producidos por el hombre puestos a su servicio y para aumentar su poder de intervenir en el mundo. La «neotecnia» y la «megamáquina» es la tecnología alienante que controla y esclaviza al hombre y lo somete a su servidumbre, explotando su fuerza productiva o su capacidad de desear, con fines económicos, políticos o de cualquier tipo [The Myth of the Machine (2 volúmenes): Technics and Human Development (1967) y The Pentagon of Power (1970)].
Mumford denuncia que la neotecnia ha convertido las ciudades en campos de concentración para experimentar y explotar a los seres humanos que las habitan [The City in History (1961), The Highway and the City (1963) y The urban Prospect (1968)].
Mumford abogaba por un rechazo de estas tecnologías «autoritarias» y las «ciudades neotécnicas», por ser contrarias a la naturaleza y los valores humanos. Sostiene la búsqueda de nuevos hábitos y patrones de vida humana que controlen la tecnología y reformen las actuales Megápolis (tecnociudades).
Su lema «salid de las ciudades» es tanto como decir: «salid del capitalismo».
John B. Calhoun (1917-1995) acuñó el término «sumidero conductual» (o cloaca conductual) para describir los comportamientos aberrantes que surgen en las condiciones de megaciudades del capitalismo postindustrial (la ciudad neo-técnica de Lewis Mumford, la «Gran ciudad» del Apocalipsis). Su experimento «Universo 25» (1960-1973) modeliza con ratas noruegas una ciudad tecnocientífica típica con sobreabundancia de comida y bebida, así como comodidad en el espacio, pero limitando el acceso a los recursos.
Universo 25 es un experimento etológico típico de alteración de la escala trófica. Pero su diferencia consiste en la proxemia: concentrar la población en el acceso a los recursos, generando así altas tasas de hacinamiento y de stress social. Modeliza con ratas el funcionamiento habitual de las ciudades capitalistas donde las masas humanas se amontonan en los centros educativos, fábricas, empresas, locales comerciales, grandes superficies de ocio, autobuses, trenes, atascos de carretera, aeropuertos, y en general todos los puntos de suministro.
Como en la Gran Ciudad en el «Universo 25» no había escasez de comida ni de agua ni de vivienda, ni límites de espacio. No hay depredadores. La única adversidad es que el acceso a los recursos está limitado. La proxemia de amontonamientos y fricción social resulta constante.
Realizó el mismo experimento 25 veces a lo largo de 15 años y siempre con el mismo resultado: ruptura de la estructura social y del comportamiento social normal.
La estructura del Universo 25, que es un modelo de la «ciudad capitalista», hacía que la población se volviera anómica, violenta y autodestructiva. Las ratas, literalmente, dejaban de ser ratas, y de comportarse como tales. Perdían su condición de animales gregarios, muy sociables, y se volvían antisociales, insolidarios, individualistas, solitarios y ultraviolentos, una especie animal sociópata. El experimento causó problemas de conciencia a Calhoun acerca del futuro de la humanidad. El 27 de septiembre de 1973 fue recibido en audiencia por el papa Pablo VI.
En el Universo 25 las aberraciones en el comportamiento se producían en el siguiente orden:
Los machos adultos no cuidaban a sus crías, las abandonaban y bloqueaban el acceso de los jóvenes a los recursos, manteniendo sus privilegios en esos accesos.
Eso degeneraba en insolidaridad entre generaciones (conflicto intergeneracional hasta llegar a la violencia generalizada entre jóvenes y adultos).
Proliferación de la violencia recíproca en una guerra de todos contra todos (rabos y pelaje mordidos, agresiones grupales constantes, resentimiento e irritabilidad colectiva).
Los machos jóvenes (llamados «guapos») se desinteresaban de las hembras, se retiraban de la vida social y sólo se interesaban en acicalarse, volviéndose solitarios.
Las hembras se volvían agresivas, se negaban a procrear y mataban a sus crías. Se aislaban también como ermitañas solitarias.
La clase de los «guapos solitarios» y las «hembras ermitañas» se generalizaba hasta convertirse en mayoría (cerca del 90%), mientras que las ratas privilegiadas se tornan minoría y entran en decadencia.
Aumento del comportamiento homosexual entre estos grupos mayoritarios hasta que se volvía la tendencia sexual única. Desaparición casi absoluta de la heterosexualidad entre ratas.
Generalización del canibalismo, aunque los recursos nunca dejaron de ser ilimitados, destrucción mutua, desocialización de lo social bajo dinamismos de agresión generalizada.
Muerte demográfica del grupo por crecimiento vegetativo negativo: se matan a las crías al nacer o no se engendran por la homosexualidad hegemónica.
Extinción definitiva de la comunidad por muerte de su último miembro (día 1075).
Calhoun realizó el mismo experimento 25 veces a lo largo de 15 años. En los 25 experimentos el colapso conductual siguió siempre el orden arriba descrito.
La caja de Calhoun modeliza el comportamiento humano en las ciudades capitalistas. La conducta empírica que se puede verificar en las megaciudades capitalistas son realizaciones de alguna fase de este modelo etológico general.
Las condiciones materiales de existencia determinan el comportamiento de sus habitantes. De manera que las colectividades no se comportan como lo hacen movidas racionalmente o emocionalmente por ciertas ideologías sexuales. El Universo 25 demuestra que no son las ideologías sexuales las que determinan mediante adoctrinamiento la conducta de las masas, sino que las condiciones materiales de la ciudad capitalista origina esta conducta sexual colectiva. A posteriori, las ideologías describen y justifican doctrinalmente el comportamiento hegemónico. Por tanto, de nada sirve criticar estas doctrinas, que son efecto y no causa de la cloaca conductual. En caso de obtener una ciudad capitalista químicamente pura esa sociedad colapsaría según predice el experimento. Entre ese extremo y el extremo de una ciudad vacía de todo componente capitalista encontraríamos realizada alguna fase de la caja de Calhoun.
Los actuales proyectos de ingeniería urbanística tal vez estén diseñados en la peor dirección posible, llevándonos directos a la autodestrucción, auspiciados por políticos (de derechas e izquierdas) ya sometidos a los imperativos de la cloaca conductual.
Quien quiera liberar la ciudad del sumidero conductual sólo puede liberarla de las condiciones capitalistas que la dominan. Y quien crea que tal liberación es imposible debe liberarse interiormente de esas condiciones que impone dicho sistema, o liberarse exteriormente saliendo de la gran ciudad.
La neotecnia y las megaciudades controladas por ella son contrarias a la naturaleza humana, incompatibles con su libertad. Es necesario potenciar los hábitos que salvaguarden la vida humana frente a la neotecnia de las megaciudades. Estos hábitos no pueden ser sólo hábitos morales individuales (las virtudes cardinales) sino sobre todo hábitos sociales (formas de vida e instituciones comunitarias) que incluyen la familia, la amistad, la vecindad, la comunidad de familias y amigos.
Sólo potenciar esos hábitos comunitarios salvaguarda los hábitos morales de cada individuo, porque esos hábitos comunitarios (la familia extensa, la amistad, la vecindad, los grupos de familias) son relaciones físicas reales, pretecnológicas, que escapan a toda tecnología, y no se pueden crear con ninguna técnica.
A nuestro modo de ver la parroquia es ya el único lugar para que se encuentren las familias, los grupos de familias y amigos, las comunidades donde personas concretas de carne y hueso, pueden convivir y construir un mundo verdaderamente libre y humano. A este respecto, Kiko Argüello, en su intervención en el sínodo extraordinario de Obispos de Europa en 1999, afirmó:
“La humanidad está pasando de una mentalidad rural a una mentalidad urbana. Nos encontramos ante un cambio de época. Parece que el Señor en el Apocalipsis había ya profetizado lo que está sucediendo, cuando presenta a la gran prostituta, sentada sobre una bestia, que da de beber de la copa de sus prostituciones a todas las naciones de la tierra. Y el Apocalipsis continúa: «Y la mujer que has visto sentada sobre la bestia es la gran ciudad» (Ap. 17,18).
He aquí la ciudad inmensa, la misma multiétnica, multireligiosa, que sumerge al hombre en el secularismo y en el anonimato, como bien ha subrayado el Papa a los obispos de Ontario: el hombre de la gran ciudad está caracterizado por el desarraigo y por el anonimato que lo hacen desembocar en la «cultura de la iniquidad»: fraudes alimenticios, mafias, corrupción, política, homicidios, violaciones a mujeres y niños, eutanasia, abortos, manipulaciones genéticas, etc.
En el mismo discurso, el Papa, lleno de valor profético, ha dirigido a los obispos estas palabras: «No debemos permitir que el anonimato de las grandes ciudades invada nuestras asambleas eucarísticas»; y ha invitado a hacer de la parroquia una comunidad de pequeñas comunidades. Y el Apocalipsis continúa: «Salid de Babilonia, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo». He aquí la obra de la Iglesia: salir de la gran ciudad para entrar en la Jerusalén celeste. Pero, ¿cómo? Volviendo al primer modelo apostólico, como ha dicho el Papa en el VI Simposio de las Conferencias Episcopales de Europa.
Nueva Evangelización a través del anuncio del Kerigma hecho por los apóstoles itinerantes sin bolsa y sin alforja, que abra en las diócesis y en las parroquias la fuente bautismal, mediante un camino de iniciación cristiana, que ayude a los hombres a salir de Babilonia para ser ciudadanos del cielo. Ya lo están haciendo muchas realidades eclesiales”.
Desiderio Parrilla Martínez