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Paz

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paz

Nadie da lo que no tiene. Si no tenemos la paz dentro de nosotros, difícilmente podremos darla. “Si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra)… Pero no es la guerra ‘contra los demás’, sino la guerra ‘contra nosotros’: contra nuestros egoísmos y enfados, contra esos vicios molestos, contra las cabronadas que les hacemos a los demás.   -Al resto, perdón siempre. Disculpar. “Con la medida con que midiereis, seréis medidos”. -A ti mismo, no te permitas ni media. Exígete sin excusas. Di: “La anterior, fue la última”.   La paz no es sólo ausencia de guerras y conflictos. Es mucho más: es tranquilidad feliz, disfrutar en orden. Pax non est tantum belli absentia, sed tranquilitas ordinis in gaudium.   Y eso exige mantener un esfuerzo vivo por ponerlo todo en su sitio: desde ordenar las cosas materiales que usamos y compartimos, hasta dar a los amigos y a los demás lo que tenemos la obligación de aportarles: afecto, atención, cuidado, apoyo, simpatía, servicio…   ¿Odiar? ¡Nunca! ¡Jamás! ¡A nadie! Si acaso, que los que nos ataquen nos den lástima y compasión, por ser unos brutos. Si les odiáramos, seríamos como ellos.  «Pon amor, donde no hay amor, y sacarás amor». «El que no ama, ya está muerto» S. Juan de la Cruz.   El mundo es de todos. Sobra sitio: Vivimos el mismo planeta, respiramos el mismo aire, pisamos el mismo suelo… Son mil más las cosas que nos unen, que las que nos separan   Tenemos que aprender a caminar con todos, cogidos del brazo: piensen lo que piensen, digan lo que digan, opinen como opinen. Libres de pensar, libres de hablar. Mientras no ataquen a nadie… como si son independentistas drusos: “- ¡Móstoles, Askatu!” – ¡Óle!   El mundo sería aburridísimo si todos habláramos igual, pensáramos igual e hiciéramos lo mismo. Blancos, negros, amarillos, aceitunados… Distintas modas, colores, equipos, aficiones, partidos… Diversidad de opiniones, mil gustos e ideas… ¡Eso es lo bueno!   Con dejar claras las reglas mínimas… ¡ancha es Castilla! Acuerdos en lo fundamental, que permita la convivencia, y el resto, barra libre y a tu bola. – Respeta, convive, y sé feliz.   No podemos querer a la gente “a pesar de ser” distintos de nosotros. Es justo al revés: debemos quererles precisamente “porque son” distintos a nosotros: eso SÍ es quererles. Debemos quererles como ellos son, no quererles como a nosotros nos gustaría que fueran.   Si sólo aprecias a los que se parecen a ti, en realidad no les aprecias a ellos: sino que te aprecias A TI MISMO, mirándote en ese espejo. Eso es egoísmo y pobreza de ánimo.   Lo que define al hombre, es su capacidad de relacionarse [Aristóteles: «ánthropos estin zôon politikón»]. El hombre es “animal social”, que se relaciona. Sólo NO se relacionan los ángeles y las bestias: ellos, por no necesitarlo; aquéllas, por ser incapaces.   Conclusión. Nuestra capacidad de convivir, marca nuestra valía humana. Para eso: mente abierta, corazón grande, visión universal, apertura total, alegrarnos y sufrir con lo ajeno, dar y darse, querer y entregarse. Lo tuyo, sólo es tuyo, si eres capaz de compartirlo.

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