Como se vive, se muere. Alguno se pregunta: ¿Cómo moriré? Muy fácil: Unos, gruñendo enfadados y fastidiando, como hacen siempre. Otros, morirán riendo felices, alegrando la vida a todos. Morir, no es más que firmar el capítulo final de tu biografía. “No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más elegante, más importante, más fecunda y más alegre”. Stefan Zweig ¿Muertes felices? Son finales maravillosos, de vidas que también lo fueron. Groucho Marx, quiso para epitafio en su tumba: “Disculpe que no me levante”. Sir Tomas More, escribió en su tumba, donde descansa con las dos mujeres con las que estuvo sucesivamente casado: “Aquí la muerte nos deja a los tres yacer juntos, cosa que la vida no nos permitió”. También le dio una propina en el patíbulo, al verdugo que le ejecutó, para que procurase cortarle la cabeza sólo de un intento, con un único hachazo. Lo único seguro de nuestra vida, es que morimos. Ignorar que vamos a morir, es una estupidez. Es como el avestruz perseguido, que mete su cabeza en un hoyo: así no ve al que le acosa, y “piensa” que ya nadie le persigue. Demuestra infantilismo e inmadurez. “Dios ha muerto”, escribió Nietzsche. “Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios”. Memento mori (Recuerda que te vas a morir): esa era la frase que le repetía en Roma, en el desfile victorioso, un esclavo al General triunfador. Era una cura contra la estupidez. Saber que tu vida se acaba, te hará aprovecharla y no desperdiciarla. “La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”.Joaquín Sabina Tabú. Hoy huimos del dolor, del sacrificio, de la enfermedad y de la muerte, como si sólo por no mencionarlos, ya ellos no existieran. Lo políticamente correcto y guay ahora es decir: “Nos dejó”, “Ya no está”, “Se fue”, “No le tenemos entre nosotros”… Olvidar algo, no lo arregla. Cerrar los ojos al beber, no te quita la cirrosis ni el pedo. -¿Por qué bebes? -preguntó el Principito al borracho. -Para olvidar -respondió el bebedor. -¿Para olvidar qué? -inquirió el principito, que ya lo compadecía. -Para olvidar que me da vergüenza -confesó el bebedor, bajando la cabeza. -¿Vergüenza de qué? -se informó el principito, que deseaba socorrerlo. -¡Vergüenza de beber! -concluyó el bebedor. (Antoine de Saint-Exupéry) Olvidarte de que vas a morir, es como no querer ver cuánta gasota te queda en el depósito. Despreocuparse de repostar, no te evita quedarte tirado en el arcén, ni pagar el multazo, ni fastidiarte el viaje. Y a tu coche no vuelve ya a subirse contigo nadie. Nunca es tarde para rectificar. Pero sólo mientras estés vivo. El paso del tiempo no asegura nada más, que el desgaste, pero no el éxito. Mil errores repetidos, no consuman un acierto. Mil gritos no son una ópera. Haber vivido mucho, sólo te acerca a la muerte. “La locura es: seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes” Einstein.
Muerte. Llega siempre
| 22 marzo, 2015
Me gusta que se hable de esto; es muy necesario. Aunque lógicamente no se diga nada nuevo, pero el caso es RECORDAR un hecho que debemos tener siempre presente. Hagámoslo con más frecuencia
Muy bueno Pedro!