Educar es decir: Yo creo en ti

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Así lo afirma Jean-Pierre Améris, Director de la película La historia de Marie Heurtin. En ella narra la historia verídica de cómo una chica sorda y ciega consigue aprender a comunicarse, gracias a su maestra, sor Marguerite.   “La base de la educación es la creencia en el otro: Tú no crees en ti, pero yo sí”.   Educar es comunicar. El maestro (profesor, educador, docente) tiene que lograr contactar con el alumno, en perfecta sintonía. Sólo así logrará que reciba lo que le transmite: “Es la genialidad del ser humano para encontrar formas de comunicación”.   “Ser maestro es el oficio más grande del mundo. Espero que siga habiendo muchos maestros –el oficio más admirable del mundo– como sor Marguerite, y conseguir ver en un aula a un chico, un alumno, quizá sin discapacidad, pero cerrado en sí mismo, identificar esa dificultad y decirle: Yo creo en ti”.   Para que la educación funcione, es imprescindible que haya contacto y empatía, unión viva y feeling pleno, sintonía total que permita crear corriente que transmita, siguiendo “un modelo educativo que no se basa en innovaciones pedagógicas, sino en acoger y abrazar incondicionalmente al otro.”   Hay que entusiasmar y animar al que se está formando: que él note y perciba plenamente que su profesor apuesta por él, se fía de él, está con él a muerte. Es necesario que le vea como su entrenador, su preparador, su coacher, su mister, su sensei, su mentor y su guía.   “La base de la educación es la creencia en el otro: Tú no crees en ti, pero yo sí creo. He visto muchos jóvenes que no creen en sí mismos, tienen miedo del mundo, no tienen esperanza…; esto es una gran discapacidad”.   Educar es sacar lo mejor de cada uno. No se trata de vencer discapacidades, ni de tapar huecos, sino de lograr que cada uno se supere, por la educación y la fe en el ser humano.   “Hay que tener la suerte de encontrar una sor Marguerite que te diga: No eres estúpido. Es una suerte encontrar a alguien que te diga: Creo en ti. Tienes un talento como todo el mundo. Vamos a trabajar”.   Eso no es nada fácil. No es un juego infantil e inconsciente. Superarse no es nada sencillo. “Es un camino duro, y los chavales ofrecen una resistencia, y hay una lucha… en la que consiste precisamente la educación. Yo tuve una adolescencia con problemas de comunicación, muy encerrado en mí mismo. Y tuve la suerte de descubrir el cine como pasión. Yo animo a los jóvenes a encontrar su pasión, que les dé la sal de la vida. Yo, gracias al cine, conseguí salir de mí mismo y relacionarme con los demás. Descubrí al final que, relacionarse con los otros, también es fuente de felicidad. En la vida se deben superar los miedos, salir de uno mismo, porque, si no, lo lamentas”.   “Hay muchas Hermanas Marguerites, muy humildes pero que hacen grandes cosas. A ella le quiso condecorar el Presidente de Francia y ella se negó. «He hecho lo que debía», dijo. Me da igual que sea monja o no. Lo que yo quiero realzar es el valor, es la gente que hace el bien con humildad, sin esperar medallas ni recompensas. Para mí, ése es el compromiso más hermoso y audaz”.

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