Como dije en mi anterior escrito, mi intención es exponer someramente la composición y funcionamiento del Servicio Diplomático de la Santa Sede para mejor comprensión por parte de los lectores. Como también advertí, intentaré mantener siempre la misma estructura en mi exposición, dividiéndola en dos partes: la primera más técnica, expositiva, y la segunda más anecdótica, ofreciendo mis comentarios personales en función de mi experiencia personal. Como siempre sucede y no sólo en la Iglesia, una cosa es la teoría y otra la realidad, que raras veces coinciden.
No es mi intención hacer un recorrido histórico del servicio diplomático de la Santa Sede. Sobrada información pueden encontrar los lectores en internet y muchas obras han sido publicadas al respecto. Lo que quiero es ofrecer una síntesis y denunciar si fuere el caso algún que otra porquería. No creo que el secretismo corporativista que hoy más que nunca campa a sus anchas por las dependencias eclesiales ayude a reformar nuestra Iglesia ni que ni mucho menos eso tenga algo que ver con la misión profética a la que nos llama el Evangelio.
Pues bien, entrando en materia, ¿qué es el Servicio Diplomático de la Santa Sede hoy? Supongo que la mayoría de los lectores habrán oído innumerables veces hablar de las nunciaturas, del nuncio, etc. Algunos pueden incluso saber que la misión principal de un nuncio es la de “hacer obispos”. Bien, la realidad es mucho más compleja. Para empezar, la Nunciatura Apostólica sólo es uno, aunque el más importante, de los elementos del tejido diplomático vaticano. La nunciatura forma parte del conjunto más amplio de lo que se llaman Representaciones Pontificias.
Las Representaciones Pontificias son los órganos ordinarios mediante los cuales el Romano Pontífice se hace presente ante las Iglesias locales y ante los Estados en todo el orbe. Dichas Representaciones están capitaneadas por los Representantes Pontificios o Legados Papales. El Papa tiene el derecho nativo e independiente de nombrar y enviar dichos Legados ante las Iglesias locales y ante los Estados. Aquí vemos un aspecto peculiar dentro de los diplomáticos de la Santa Sede, y es su dualidad. El legado pontificio actúa en la mayoría de los casos como representante eclesiástico del papa ante las Conferencias Episcopales y las Iglesias locales y, al mismo tiempo, como embajador ante los estados que lo acogen. Personalmente cada vez tengo menos dudas de que esta dualidad, por no decir esquizofrenia, es una fuente de muchos males morales de la Santa Sede, ya que se obliga en la práctica a muchos clérigos a intentar mantener un tenor de vida sacerdotal en ambientes que nada tienen que ver con la vida sacerdotal, siendo una fuente adicional de tentaciones y mundanización del clero que realiza dicho servicio. Ya me extenderé en este aspecto cuando hable de la formación espiritual de los futuros diplomáticos de la Santa Sede.
El control de dichas Representaciones Pontificias recae en la Secretaría de Estado, cuyo jefe es el Cardenal Secretario de Estado, ayudado de los superiores de las tres secciones que hoy forman dicha Secretaría.
Los Representantes Pontificios se pueden dividir en tres categorías principales:
- los conocidos Nuncios Apostólicos, que son los diplomáticos pata negra, cuya legación es ante la Iglesia local del país donde residen y ante el Estado de tal país. Éstos son siempre Arzobispos;
- los Delegados Apostólicos, cuya legación es sólo ante la Iglesia local;
- los Representantes Permanentes, los Observadores Permanentes y los Enviados Especiales, que dirigen las Misiones Pontificias ante las Organizaciones Internacionales Gubernamentales.
Las funciones principales del legado pontificio vienen claramente detalladas en el canon nº 364 del Código de Derecho Canónico, pero se podrían resumir en lo siguiente: informar a la Santa Sede sobre los acontecimientos tanto eclesiales como políticos y sociales del país donde residen y buscar candidatos al episcopado para cubrir las sedes episcopales vacantes de dicho país. Esto es así al menos en teoría, porque he conocido personalmente algún Nuncio que no sabía siquiera que el país donde estaba se encontraba en un proceso de reforma constitucional…. Ya ven, como para informar a la Santa Sede de los entresijos de la política nacional. He conocido en primera persona y también por testimonios de otros compañeros casos de nuncios que se pasaban todo el tiempo posible en la playa, jugando al tenis o en éste o aquel club social. Esto es triste y escandaloso, pero es una triste realidad que se necesita denunciar para que finalice este escándalo continuado, sabido y ocultado. No digo que la mayoría hagan esto, pero sí les puedo decir por mi honor que tampoco es una excepción aislada.
Bueno, y me dirán ustedes, ¿y de dónde salen estos legados pontificios? ¿Nacieron ya siendo diplomáticos consumados? Pues no, el origen de estos legados está en lo que se llama Colaboradores de Carácter Diplomático o dicho en italiano, Collaboratori di ruolo diplomático. Éstos son sacerdotes seculares que se han formado para la carrera diplomática en la Escuela Diplomática de la Santa Sede, que se llama Pontificia Accademia Ecclesiastica, que se encuentra en la ciudad de Roma, concretamente en Piazza della Minerva, nº 74.
Para no cansar demasiado a mis pacientes lectores, en la próxima entrada empezaré a explicar cómo es el proceso de formación de los futuros diplomáticos de la Santa Sede.
Conocí hace ya unos cuantos años en la Casa Internacional del Clero -via della Scrofa- a Francisco Javier Lozano, procedente de Sevilla. Una joya. Hoy es ya obispo o arzobispo del Cuerpo Diplomático y cualquier cosa -mala- se puede esperar de él. Un conocido que formaría después parte de la Curia me dijo que era inútil informar acerca de éste o cualquier otro caso similar porque en las altas esferas lo iban a interpretar como fruto de una rencilla personal. Así que ahí sigue. Y habrá más parecidos o peores que Lozano porque con frecuencia los obispos italianos no ven más que lo que tienen davanti il nasso y mandan al Cuerpo diplomático ai piu scartati. Algo así como lo que se decía que pasaba en España con el Cuerpo Castrense. De personajes como estos bien retribuidos y dispersos por el mundo cualquier cosa se puede esperar.