Empieza el último día de nuestra peregrinación a Tierra Santa. Mañana estaremos de vuelta en Madrid, y el recuerdo de estos Santos Lugares se irá disipando poco a poco en nuestra memoria. Al amanecer bordeamos Jerusalén hasta la Iglesia de la Ascensión, donde se cree que tuvo lugar la subida al cielo de Nuestro Señor, después de resucitado. Fue aquí donde los apóstoles, después de tanto tiempo con Él, le preguntaron: “¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?”. En esta Iglesia se venera una piedra en la que se aprecia la huella del pie de un hombre. Los musulmanes pusieron un techo a la Iglesia, pero no tiene mucho sentido un techo en el lugar donde después de la subida de Cristo se quedaron mirando al cielo los Apóstoles hasta que un ángel les invitó a ponerse manos a la obra. Muy cerca se encuentra la Iglesia del Pater Noster, donde Cristo enseñó a orar a sus discípulos. Alrededor de la Iglesia y por todas las paredes cuelgan murales del Padre Nuestro en los diferentes idiomas en los que la gente reza a Dios. Bajando del Páter Noster por el camino por el que entró Cristo el Domingo de Ramos se contempla la mejor vista de Jerusalén. Se trata de una bajada con mucha inclinación, y a mitad del camino a la derecha está la Iglesia de Dominus Flevit, el lugar donde Cristo lloró amargamente por la no conversión de Jerusalén. Desde aquí Jesús veía el Templo, la Ciudad Antigua, la Fortaleza, y lloraba… porque sabía lo que la gente de este lugar iba a tener que sufrir. En este alto en el camino tenemos la Eucaristía. Nos confiesa nuestro sacerdote que a priori no tenía especial ilusión de celebrar en este lugar, pero que contemplando el Evangelio que corresponde se ha conmovido al constatar cómo Jesucristo no se muestra indiferente ante los problemas a que se tiene que enfrentar Jerusalén, sino que le mueven al llanto, a la compasión. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” Bajando por la Iglesia del Dominus Flevit en dirección a Getsemaní pasamos por el cementerio de los judíos. Según ellos, aquí es donde va a tener lugar el Juicio Final, por eso una tumba en este cementerio cotiza altísimo. Los judíos ponen piedras encima de las tumbas, en lugar de flores, porque las piedras no se pochan… Llegamos a Getsemaní, donde ya estuvimos anoche. Hoy está lleno de gente y no tiene nada que ver… Dentro de la Basílica se venera la piedra en la que según la tradición padeció Cristo y sudó sangre. Desde Getsemaní avanzamos hasta la puerta de San Esteban, por donde sacaron al Protomártir antes de matarlo, también llamada del Torrente del Cedrón o Puerta de Santa Ana. Este último nombre porque unos metros más adelante, a la derecha, se conserva lo que era la Casa de Santa Ana, donde es posible que tuviera lugar la Natividad de Nuestra Señora. Después se convirtió en una fortaleza cruzada. En la Cripta de la Iglesia, a la que se accede por una escalera bastante resbaladiza (ejem, A.), se venera la gruta donde según la tradición nació la Virgen, y hay una estatua muy enternecedora de la Virgen Niña con Santa Ana. Al lado de la Casa de Santa Ana se encuentra la Piscina de Bethesda, donde Jesús curó al paralítico que se encontraba al borde del agua pero que nunca llegaba a tiempo cuando se movían las aguas. Desde aquí tomamos el camino del Pretorio, donde tuvieron lugar el Ecce Homo y la flagelación. El pretorio es un edificio completamente hundido en las profundidades, pero que después de las últimas excavaciones se puede imaginar fácilmente a Poncio Pilato preguntándole a Claudia eso de “Quid est veritas, Claudia? Eam audis, eam cognoscis quando dicitur?” Es en este lugar donde estaba la Escalera que Santa Elena se llevó en un barco y que hoy se venera frente a San Juan de Letrán, en Roma. En el pretorio cargó Cristo con la Cruz, y por tanto es aquí donde comienza el Vía Crucis, que terminará en el Monte Calvario. La vía dolorosa está atestada de comercios, comerciantes, maleantes y niños del barrio a las puertas de las tiendas, lo que la hace mucho más auténtica, pues así estaría en plena pascua judía, cuando Nuestro Señor subió estas calles recién flagelado, con la Cruz cargada sobre los hombros. Llegando al final de la Vía Dolorosa se encuentra la Basílica del Santo Sepulcro. Hemos llegado en torno a las 7 de la tarde, y la cantidad de gente que hay es impresionante. Cristianos de todos los ritos rezando, una multitud inmensa agolpada para venerar el Santo Sepulcro, el lugar donde tuvo lugar la Resurrección… En la Basílica del Santo Sepulcro hay tres puntos importantes, aparte del Santo Sepulcro está la Piedra de la Unción, donde ungieron el Cuerpo de Cristo después de descolgarlo. Además, subiendo unas escaleras se llega al lugar de la Calavera, el Calvario, donde se venera el hueco por donde introdujeron la Cruz de Nuestro Señor. La Basílica del Santo Sepulcro y la Santa Misa en el altar del Calvario es el lugar con que culmina nuestra peregrinación a Tierra Santa.
Un viaje a Tierra Santa. Último día
| 15 mayo, 2014
Bençao de Deus!
Solo habiendo estado en esos lugares pude realmente sentirle en SU ESPLENDOR….. .No os canseis de pedirle esta Gracia, es maravilloso estar ahí.
Solo habiendo estado en esos lugares pude realmente sentirle en SU ESPLENDOR……….No os canseis de pedirle esta Gracia, es maravilloso estar ahí.
Gracias Michael-Collins por la crónica!!
Se debería estudiar desde Infovaticana la implantación de medidas antideslizantes en las escaleras, para que los fieles peregrinos no sufran caídas aparatosas……