La tristeza de la «desobediencia litúrgica»

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La oficina para las celebraciones litúrgicas del sumo Pontífice escribió un documento con el título Observancia de las normas litúrgicas y “ars celebrandi”. En este breve documento se hace una reflexión a la situación de la liturgia tras la reforma del Concilio Vaticano II. Mencionando con grave preocupación una cierta “desobediencia litúrgica” que sin duda ha dado lugar, y sigue dándolo, a graves abusos litúrgicos que menoscaban la acción sagrada por excelencia.

El documento menciona que los rituales surgidos de la reforma conciliar

permiten muchas excepciones y diversas aplicaciones, y prevén también múltiples formularios para los diversos ritos (la pluriformidad incluso aumenta en el paso de la editio typica latina a las versiones nacionales)” pero aún así, “un gran número de sacerdotes considera que tiene que ampliar ulteriormente el espacio dejado a la “creatividad”, que se expresa sobre todo con el frecuente cambio de palabras o de frases enteras respecto a las fijadas en los libros litúrgicos, con la inserción de “ritos” nuevos y a menudo extraños completamente a la tradición litúrgica y teológica de la Iglesia e incluso con el uso de vestimentas, vasos sagrados y adornos no siempre adecuados y, en algunos casos, cayendo incluso en el ridículo”.

Cita las palabras del profesor Cesare Giraudo en su artículo “La costituzione ‘Sacrosanctum Concilium’: il primo grande dono del Vaticano II”:

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“Si antes [de la reforma litúrgica] había fijación, esclerosis de formas, innaturalidad, que hacían la liturgia de entonces una “liturgia de hierro”, hoy hay naturalidad y espontaneísmo, sin duda sinceros, pero a menudo sobreentendidas, malentendidas, que hacen – o al menos corren en riesgo de hacer – de la liturgia una “liturgia de caucho”, resbaladiza, escurridiza, jabonosa, que a veces se expresa en una ostentosa liberación de toda normativa escrita. […] Esta espontaneidad mal entendida, que se identifica de hecho con la improvisación, la facilonería, la superficialidad, el permisivismo, es el nuevo “criterio” que fascina a innumerables agentes pastorales, sacerdotes y laicos.

[…] Por no hablar también de aquellos sacerdotes que, a veces y en algunos lugares, se arrogan el derecho de utilizar plegarias eucarísticas salvajes, o de componer acá o allá su texto o partes de él”.

En numerosas ocasiones el magisterio se ha mencionado con preocupación ante esta “desobediencia litúrgica sistemática” y el documento recuerda la encíclica Ecclesia de Eucharistia, de S. Juan Pablo II. En el número 52 expresa su disgusto por los abusos litúrgicos que tienen lugar a menudo, particularmente en la celebración de la Santa Misa:

“Por desgracia, es de lamentar que, sobre todo a partir de los años de la reforma litúrgica postconciliar, por un malentendido sentido de creatividad y de adaptación, no hayan faltado abusos, que para muchos han sido causa de malestar. Una cierta reacción al «formalismo» ha llevado a algunos, especialmente en ciertas regiones, a considerar como no obligatorias las «formas» adoptadas por la gran tradición litúrgica de la Iglesia y su Magisterio, y a introducir innovaciones no autorizadas y con frecuencia del todo inconvenientes.

Por tanto, siento el deber de hacer una acuciante llamada de atención para que se observen con gran fidelidad las normas litúrgicas en la celebración eucarística. Son una expresión concreta de la auténtica eclesialidad de la Eucaristía; éste es su sentido más profundo. La liturgia nunca es propiedad privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se celebran los Misterios”.

En un segundo punto trata de enumerar las posibles causas y efectos de este fenómeno. Comienza diciendo que se ha creado una especie de mentalidad en la que los sacerdotes se sienten dueños de la liturgia y piensan que pueden aportar, cambiar o modificar lo que consideren oportuno “pastoralmente”.

Éste fue el origen de la Instrucción disciplinar sobre la celebración de la Eucaristía “Redemptionis Sacramentum” del 25 de marzo de 2004.

En ese documento se habla de un falso concepto de libertad y de ignorancia. Respecto a la ignorancia especifica que

Los abusos encuentran, finalmente, muy a menudo fundamento en la ignorancia, ya que por lo general se rechaza aquello de lo que no se capta el sentido más profundo, ni se conoce su antigüedad”.

Se recuerda el valor de la fidelidad a las normas en una comprensión teológica, histórica y eclesiología de comunión afirmando:

“El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande ‘para que alguien pueda permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su dimensión universal’. […] Los actos arbitrarios no benefician la verdadera renovación, sino que lesionan el verdadero derecho de los fieles a la acción litúrgica, que es expresión de la vida de la Iglesia, según su tradición y disciplina. Además, introducen en la misma celebración de la Eucaristía elementos de discordia y la deforman, cuando ella tiende, por su propia naturaleza y de forma eminente, a significar y realizar admirablemente la comunión con la vida divina y la unidad del pueblo de Dios. De estos actos arbitrarios se deriva incertidumbre en la doctrina, duda y escándalo para el pueblo de Dios y, casi inevitablemente, una violenta repugnancia que confunde y aflige con fuerza a muchos fieles en nuestros tiempos, en que frecuentemente la vida cristiana sufre el ambiente, muy difícil, de la ‘secularización’.

Por otra parte, todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las otras leyes y normas. Además, el pueblo católico tiene derecho a que se celebre por él, de forma íntegra, el santo sacrificio de la Misa, conforme a toda la enseñanza del Magisterio de la Iglesia. Finalmente, la comunidad católica tiene derecho a que de tal modo se realice para ella la celebración de la santísima Eucaristía, que aparezca verdaderamente como sacramento de unidad, excluyendo absolutamente todos los defectos y gestos que puedan manifestar divisiones y facciones en la Iglesia”.

El documento enfatiza la llamada de la Redemptionis Sacramentumal derecho de los fieles de tener la liturgia celebrada según las normas universales de la Iglesia” y subraya “el hecho de que las transformaciones y modificaciones de la liturgia, aunque se hagan por motivos ‘pastorales’, no tienen en realidad un efecto positivo en este campo; al contrario confunden, turban, cansan y pueden incluso hacer alejarse a los fieles de la práctica religiosa”.

El tercer y último punto lo dedica al “ars celebrandi” afirmando que no se trata únicamente de ejecutar perfectamente los ritos de acuerdo con los libros litúrgicos sino de captar, vivir y comunicar el espíritu de fe y adoración con los que éstos se celebran.

Benedicto XVI en Sacramentum Caritatis 38 dice:

“El primer modo con el que se favorece la participación del Pueblo de Dios en el Rito sagrado es la adecuada celebración del Rito mismo. El ars celebrandi es la mejor premisa para la actuosa participatio. El ars celebrandi proviene de la obediencia fiel a las normas litúrgicas en su plenitud, pues es precisamente este modo de celebrar lo que asegura desde hace dos mil años la vida de fe de todos los creyentes, los cuales están llamados a vivir la celebración como Pueblo de Dios, sacerdocio real, nación santa (cf. 1 P 2,4-5.9)”.

Con este documento se deja claro que, a pesar de los abusos que se dan y se han de corregir, la reforma litúrgica ha dado frutos positivos y “sólo el conocimiento de las leyes litúrgicas y el deseo de atenerse estrictamente a ellas impedirá ulteriores abusos e “innovaciones” arbitrarias que, si en el momento pueden quizás emocionar a los presentes, en realidad acaban pronto por cansar y defraudar”.

Salvadas las mejores intenciones de quien las comete, después de cuarenta años de “desobediencia litúrgica” no construye de hecho mejores comunidades cristianas, sino que al contrario pone en peligro la solidez de su fe y de su pertenencia a la unidad de la Iglesia católica.” Y esto es algo a tomar como muy serio. Podemos, sin darnos cuenta y sin desearlo, estar propiciando la desunión y la división en el seno de la Iglesia que celebra lo que cree, recordemos aquello de “lex orandi, lex credendi”.

Recupero una cita que menciona el documento que hace referencia a Liturgicae instaurationes, 1 de la Sagrada Congregación para el Culto Divino:

La eficacia de las acciones litúrgicas no está en la búsqueda continua de novedades rituales, o de simplificaciones ulteriores, sino en la profundización de la palabra de Dios y del misterio celebrado, cuya presencia está asegurada por la observancia de los ritos de la Iglesia y no de los impuestos por el gusto personal de cada sacerdote. Téngase presente, además, que la imposición de reconstrucciones personales de los ritos sagrados por parte del sacerdote ofende la dignidad de los fieles y abre el camino al individualismo y al personalismo en la celebración de acciones que directamente pertenecen a toda la Iglesia”.

Y acaba definiendo con brevedad y claridad lo que es la liturgia: “el culto público e íntegro del Cuerpo Místico de Cristo, Cabeza y miembros, culto de adoración que glorifica a Dios y santifica a los hombres”.

Se puede leer el documento integral en: http://goo.gl/yaVXzt

Comentarios
0 comentarios en “La tristeza de la «desobediencia litúrgica»
  1. Esclerosis, Innaturalidad,etc.
    Decir esto de la misa Tridentina que dio Santos , Martires y seriedad liturgica es estar beodo de .superficialidad.
    Burros
    Seguramente la musica sacra posee los mismos defectos.
    Burros

  2. Todos estos documentos son de una vanalidad ofensiva para los creyentes, nos pueden explicar para que sirven? para perder el tiempo, o tomarnos el pelo? Todos los catolicos sabemos perfectamente, porque lo sufrimos cada vez que vamos a Misa, el estado de aberracion al que se ha llegado en la liturgia desde las horrendas musicas con letras de dudosisima ortodoxia hasta las mas espantosas ceremonias sacrilegas que dilagan por doquier, otras invalidas, y ya puestos en lo mejor validas pero ilicitas y solo en raras ocasiones se celebra la Santa Misa sin ningun abuso eucaristico. Y de este estado de cosas del cual todos los fieles somos pèrfectamente conscientes nadie desde el mas alto en nuestra Jerarquia hasta el ultimo obispo se tome el trabajo de frenarlo y solucionarlo, y como lex orandi lex credendi asi esta la Iglesia Catolica. Señor convierte a estos hombres de Iglesia para que vuelvan a ser Catolicos y abandonen esa nueva religion que ellos mismos se han creado.y que nos va a condenar a todos.

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