El combate espiritual

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¡El diablo no para jamás de trabajar, nunca descansa!…. y ay, si te pilla en baja forma, cansado, triste, agobiado, ocioso… ¡son sus mejores momentos para embestir! No descubrimos nada nuevo cuando decimos que si tu corazón y tu mente abrazan al Señor y están decididos a servirle y amarle…. ¡prepárate para el combate! Al diablo no le interesan los que se abandonan ya a una vida sin amor, a una vida esclava de vicios o acostumbrada al pecado, está claro… no pierde el tiempo. Sus objetivos siempre serán aquellos que estén dispuestos a seguir y servir al Señor. Especialmente si con tu vida haces bien a otros… cuanto más acerques al Señor a los demás más odioso te vuelves para el diablo e irá a por ti. No hablo de la imaginería de película de terror… no hablo ni de posesiones o esas cosas… hablo de su influencia en nuestro pensamiento, en nuestros sentimientos. El diablo no tiene poder para obligarte a nada… pero tiene mucho poder para seducir y embaucar… con razón lo llamamos el padre de la mentira! Lo tengo comprobado…. hay momentos particularmente sensibles en los que el diablo siempre tienta y ataca: – Te presenta siempre la tentación de manera agradable y suculenta… incluso puede maquillarla con buenas intenciones o razonamientos. – Ataca especialmente cuando el espíritu pasa un momento de oscuridad (desánimo, tristeza, desesperanza….), en un momento de bajón (por la muerte de un ser querido, por un acontecimiento difícil de digerir, etc…) – Actúa con mayor virulencia contra quienes están decididos a hacer el bien y a seguir el evangelio… matemático: cuanto mayor bien hagas a los demás más ataques y tentaciones vas a recibir. -Te hace presente continuamente tu pobreza, tu pecado, tus incoherencias, tus miserias para que te sientas tan indigno de Dios que te vayas alejando…. y si caes o tropiezas te hace sentir el peso de la culpa de modo que te sientes perdido…. – Te ataca por tu lado débil, por la debilidad que tienes, por la tendencia que intentas vencer, por la cruz que el señor te ayuda a cargar con ella (él te la hace sentir más pesada e insoportable) – La característica más común que he podido apreciar personalmente de un ataque del maligno es que: te sientes triste, sin esperanza, perdido, desconcertado…. Es experto en sembrar dudas, indecisiones, mentiras… y se sirve de todo método posible (calumnias de otros, engendra la envidia en los que te rodean, te aísla haciéndote sentir solo y abandonado…) Su gran victoria es que alguien abandone la fe o se aleje de Cristo. Sus grandes enemigos: los consagrados, los sacerdotes, los matrimonios felices… no hay mayor gozo para el diablo que un sacerdote infiel, triste y que vaya perdiendo la fe. Mi pobre experiencia ante estas cosas es INTENSIFICAR la cercanía a la Virgen (la odia frontalmente y la teme) y lo que decía S Ignacio: NUNCA TOMAR DECISIONES EN PLENA TORMENTA, en pleno ataque…. porque seguramente será la decisión equivocada! Uno es más consciente de su sombra cuanto más luz hay a su alrededor… Quien vive ya en la oscuridad ni la ve. La sombra aparece en pleno día, la oscuridad de la noche no. Cuanto más decidido estés a acercarte a la Luz y más vayas creciendo espiritualmente recuerda… ¡Prepárate bien para el combate!

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