En el día de la beatificación de Monseñor Romero me resulta estimulante su figura para repensar sobre el ministerio de pastorear al pueblo de Dios. ¿Qué aspectos encontramos en Monseñor Romero que ofrecen un testimonio veraz de lo que debe ser un pastor? Comparto cómo lo veo yo aunque, gracias a Dios, la riqueza de la persona desborda cualquier intento de encasillamiento. 1/ Profunda vocación sacerdotal: Nacido en una familia humilde trabajadora de pofunda fe, desde chiquillo se levantaba por las noches a orar mientras sus hermanos dormían. A los 12 años entró en el seminario menor de san Miguel. 2/ Seriedad en el estudio: Desde pequeño fue disciplinado en las responsabilidades con el estudio, dedicaba horas a la lectura y la excelencia en la formación. Su capacidad y su disciplina le llevaron a continuar con sus estudios en la universidad gregoriana de Roma. 3/ Ascesis personal: Nada amigo de la buena vida ni de comodidades o lujos, sencillo y austero en su vida cotidiana. 4/ Sensible hacia los más pobres: Antes de su compromiso episcopal siempre ejerció una excelente sensibilidad por los más pequeños y visitaba asiduamente a los más pobres a los que atendía y se preocupaba también de su formación espiritual. 5/ Comunicador incansable: Todos los que le conocieron coinciden que sabía llegar a la gente con sus palabras y predicaciones. Interesado en llegar a todos participaba de los medios que tenía a su alcance como el semanario católico Chaparrastique, colaborador en el diario de Oriente y en diversos medios de comunicación. 6/ Fidelidad a la Iglesia: Siempre fiel transmisor del magisterio de la Iglesia, jamás una crítica ofensiva a su familia, la Iglesia. El lema episcopal expresa ese amor: Sentir con la Iglesia. 7/ Pastor valiente: Que conoce a sus ovejas y está dispuesto a poner su vida en peligro por protegerlas y defenderlas de las injusticias. Voz de los que no tienen voz sin protagonismos vanos y con firmeza bien cimentado en los valores del evangelio. 8/ Amigo de la paz: A pesar de la situación gravísima de violencia y tensión social en su país no cayó en la tentación política de los extremismos, no se casó con nadie porque tenía claro que era esposo de la Iglesia. Sus denuncias eran fruto de su sensibilidad humana y cristiana no de sus ideas políticas. Sabe denunciar tanto la represión de la extrema derecha como la violencia de la extrema izquierda pero sin levantar ninguna bandera más allá de la del evangelio. 9/ Cercano a su pueblo: no ponía barreras ni dificultaba el acceso directo con la gente a la que servía. Seguramente son muchos más los aspectos que podríamos subrayar de la vida de Monseñor Romero, valgan estos nueve mencionados y que, al menos a mi, me resultan un estímulo a ejercer mi ministerio sacerdotal con espíritu del buen pastor según el corazón de Dios, manso y humilde pero firme y valiente. El día de la ordenación episcopal se interroga al candidato, entre otras preguntas, con las siguientes palabras: ¿Quieres anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo? ¿Quieres cuidar del pueblo santo de Dios y dirigirlo por el camino de la salvación? Con los pobres, inmigrantes y con todos los necesitados ¿quieres ser siempre bondadoso y comprensivo? Como buen pastor, ¿quieres buscar las ovejas dispersas y conducirlas al aprisco del Señor? Hoy podemos celebrar y dar gracias a Dios por la vida del beato Romero por haber cumplido las promesas que hizo en su ministerio. Tu vida y tu ejemplo, monseñor Romero, son estímulo para los que seguimos peregrinando y sirviendo a nuestro pueblo como pastores. Recomiendo este documental elaborado por la oficina de canonización del arzobispado de San Salvador: https://www.youtube.com/watch?v=YEeV2UhNWo8
Beato Romero: estímulo y ejemplo para los pastores
| 23 mayo, 2015