| 22 octubre, 2011
Ofrecemos a nuestros lectores una traducción del artículo de Don Stefano Carusi sobre el próximo encuentro de Asís.
Pío VII «asiste» a la autocoronación de Napoleón.
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Asís III está a las puertas. Lo dijimos ya el 13 de abril, en el punto 4 del artículo. La necesidad teológica y eclesial una «tercera vía»: ni vórtice «cismático» ni conformismo «alineado» (primera parte). En ese lugar hemos expresado una posición independiente de este sitio, cuyo director pertenece al Instituto del Buen Pastor; y que cuenta con la colaboración de los fieles laicos que miran con interés a ese Instituto.
Dijimos:
a. Que somos fuertemente contrarios a los encuentros interreligiosos, posición pública y conocida por el Santo Padre y por la Iglesia en general.
b. Que, en términos más generales, cuando el Osservatore Romano escribió, con firma de Renzo Gattegna, que la Iglesia Católica debe renunciar a la conversión de los hebreos, nuestra revista realizó una denuncia pública, presentada ante la Congregación para la Doctrina de la Fe , en diciembre de 2010 (un mes antes del anuncio de Asís III) y posteriormente publicó un artículo sobre el particular.
c. Que el motivo de dicho encuentro, más que meramente teológico, podría estar vinculado, más de lo que pudiera pensarse, al actual equilibrio [político] internacional o bien a equilibrios internos del mundo eclesiástico. Tanto es así que en el punto 3 hablamos -no por casualidad- de actos no infalibles que la autoridad realiza o padece, propone o parece proponer.
d. Que, como observadores, veíamos una contradicción en aquellos que afirmaban tanto “la indecible gravedad de Asís III” (por lo que nosotros habríamos sido, a su juicio, demasiado moderados) y el éxito de «discusiones teológicas Econe-Roma» (discusiones que, según ellos, iban a corregir los principios de la crisis de la Iglesia y convertir a Roma): pues, en efecto, visto el énfasis «doctrinal» que se ha querido dar a estas discusiones, si tuvieron buen resultado, significará que, de hecho, el ecumenismo actual no plantea problemas para los interlocutores.
e. Que conociendo el pensamiento del entonces cardenal Ratzinger y sus declaraciones anteriores sobre el efecto catastrófico de estos eventos –lo que ya presagiaba en ese entonces, que hubiera algo extraño en tal convocatoria- creemos diferenciarnos de los “comentarios muy ligeros” (a veces incluso “epítetos”) hacia el Santo Padre, publicados en algunos “sitios de la zona tradicionalista”. Preferimos, en conciencia, decir tanto como hemos dicho más arriba, y esperar los acontecimientos para conocer a fondo cual es, en la mens del Papa, el verdadero motivo de este encuentro, y así poder decir más.
Como prometimos en aquel momento, volvemos ahora sobre el tema; y lo hacemos en este momento porque tenemos un nuevo elemento de gran importancia, para la comprensión del evento. De hecho, en estos días se ha difundido (¿por casualidad?) un texto manuscrito del Santo Padre, en respuesta a las preocupaciones expresadas por un viejo amigo, el pastor luterano Pedro Beyerhaus (a veces se encuentra audacia donde no se la buscaría…). Vamos a examinar cuidadosamente la respuesta, claramente privada pero reveladora de Benedicto XVI:
Comprendo muy bien su preocupación respecto a mi participación en el encuentro de Asís. Pero esta conmemoración debe celebrarse, de todos modos, y, después de todo, me parecía lo mejor ir allí personalmente para intentar de esta manera determinar la dirección del todo. Sin embargo haré todo para que sea imposible una interpretación sincretista o relativista del evento, y para que quede firme que siempre creeré y confesaré lo que había traído a la atención de la Iglesia con la Dominus Iesus.
Es un fragmento impresionante. Está claro que lo que generalmente se da por descontado, esto es, que el Papa determina la dirección de los asuntos en la Iglesia , en realidad no lo es de hecho: el Papa cree poder tan sólo “intentar de esta manera determinar la dirección del todo”. De hecho, “esta conmemoración debe celebrarse, de todos modos, y, después de todo” ¿Por qué? El Papa no lo especifica, pero préstese atención a la concatenación del discurso: en primer lugar, no contradice, la preocupación de su interlocutor, dando la impresión de compartirla; luego describe el evento en cuestión como algo inevitable, incluso si él desdiese no ir o prescindiendo de su asistencia, y en virtud de lo cual su presencia personal buscaría reducir los riesgos. Por ende, un acto, más que querido, padecido. Es la interpretación que se desprende, de manera un tanto confidencial, pero por escrito, de las palabras del mismo Benedicto XVI.
Y es una interpretación de la que resulta contradicha cualquier lectura ideológica del evento, en ambos frentes.
En efecto, contra algunas opiniones temerarias de los representantes del «ala dura» del mundo tradicionalista, el motivo no es atribuible a factores predominantemente teológicos, a una ciega voluntad ecumenista del Pontífice reinante, sino a los condicionamientos en que se encuentra.
Pero también contra la actitud, asimismo abstracta, de cierto mundo tradicional, que gustaría mostrarse alineado también respecto de esta clase de actos; por ejemplo, queriendo aplicar de modo absoluto la hermenéutica de la continuidad a Asís III, y por esta vía dando una valoración sustancialmente positiva (si no, casi laudatoria) del acontecimiento.
De hecho es claro -incluso en el libro del entonces Presidente del Senado italiano Marcello Pera- que Joseph Ratzinger busca sustituir, con suavidad y de manera diplomática, el diálogo interreligioso, por un diálogo esencialmente intercultural: pero con un poco más de sentido de la realidad, es asimismo claro que, tales encuentros, de hecho, se prestaban a graves peligros. El intento correctivo de Asís I es un aspecto real de la cuestión; pero también es real que, oficialmente, Asís III se presenta como un acto conmemorativo de Asís I. Naturalmente, queda por ver qué es exactamente lo que se dirá y hará en Asís III, aunque por parte de obispos y sacerdotes ya conocemos discursos ajenos a las raíces de la ortodoxia que han tomado como punto de partida el próximo evento.
Releamos el fragmento de S.S. Benedicto XVI, razonándolo, y veremos que lo que emerge no es la valoración de un bien, sino más bien de un daño que, creyendo imposible impedir, se trata de reducir. Un «tradicionalismo» servil, ultra-ratzingeriano (timorato o acomplejado), que en lugar de limitarse a las justas explicaciones, se sintiese obligado a compartir y a aprobar Asís III, a pesar de que no se trata de un acto magisterial, ni de una la ley de la Iglesia , se encontraría «a la izquierda» no sólo de un Monseñor Gherardini y de sus reservas acerca del abuso de la noción de “hermenéutica de la continuidad”, sino que también se encontraría a “a la izquierda” del mismo Papa Ratzinger. ¿Prestaría con ello un buen servicio al Santo Padre, en vez de colocarse en posiciones de mayor libertad? ¿Qué razón de ser le quedaría?