| 07 junio, 2013
Un lector de nuestra bitácora nos comentaba con cierto disgusto sobre el tono crítico presente en muchas de nuestras entradas. Y tiene razón: nuestra bitácora es crítica, cosa que a unos gusta y a otros desagrada. La crítica legítima, para nosotros, debe ser el fruto de tres disposiciones fundamentales:
– Realismo. La realidad, por dura que sea, está antes que nuestras percepciones y buenos deseos.
– Falibilismo. Nuestras opiniones pueden estar equivocadas y nuestros argumentos son contrastables.
– Meliorismo. Estamos dispuestos a rectificar cualquier opinión que se demuestre errónea y abiertos a toda sugerencia que nos ayude a mejorar.
Debemos aclararar que en el ejercicio de la crítica tratamos de cultivar un hábito de pensamiento riguroso. No nos interesa el espíritu de contradicción por sí mismo; tampoco configurar una identidad como la simple negación de otras, ni buscamos satisfacer deseos de revancha. Aunque somos caóticos, tratamos de poner en práctica nuestros objetivos iniciales: expresar una posición legítima, ejercitar un derecho de rectificación, criticar posturas divergentes y tratar con mayor libertad temas que en otros sitios no se tocan.
Seguramente nos falta crecer mucho en las tres actitudes fundamentales. Tal vez no hayamos conseguido los objetivos propuestos. Blogueros impecables son los que nunca escribieron.
Aprovechamos esta entrada para compartir un buen texto sobre la función de la crítica.
Demás está decir que el sentido del término crítica aquí utilizado no se asimila al utilizado en el lenguaje cotidiano —con frecuencia también en el periodístico— como sinónimo «opugnación» o «evaluación negativa» sino que se lo concibe con un sentido análogo a cuando hablamos de «crítica literaria» o “crítica de un concierto”; e.d. una evaluación, un examen, que puede ser positivo o negativo.Con todo, en sus mismos orígenes históricos, el uso y difusión del término crítica es utilizado como arma de descrédito; así una buena parte de los pensadores del Iluminismo francés y de la Aufklarung alemana, comenzando por el mismo Kant, con todo su sentido dominante en la actualidad puede adscribirse a todo pensamiento «no-ingenuo», y que Eddington vincula al creciente proceso dedesvulgarización del conocimiento en la historia humana.
Crítica sería, por lo tanto, un comportamiento específico de nuestro entendimiento por el que somete un juicio a una prueba de validez, con instrumentos considerados válidos en un momento dado. Eisler lo define como el arte de la apreciación, como la operación del espíritu que permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo valioso de lo que no es valioso. Cada ciencia y cada disciplina científica progresan en la medida en que afinan instrumentos metodológicos y críticos para avanzar a partir de la experiencia del error; por otra parte, se plantea un interrogante ulterior, cual es el relativo a los medios de control de la validez del instrumento de la crítica. En otros términos, la «crítica de la crítica», e.d. el problema de los controles de la crítica.
¿Cómo se logra un equilibrado «espíritu crítico»…? En la ciencia sucede algo análogo a lo que acontece en el desarrollo paulatino de toda persona: el niño va internalizando verdades (sistema de representaciones, de fines y de valores) y comportamientos, a partir de una percepción elemental de certezas sustentadas por la madre, el padre y el medio familiar; a medida que va adquiriendo capacidad propia de juicio, irá insensiblemente sometiendo a ciertas pruebas de validez los sistemas recibidos. De hecho está ejerciendo una crítica a lo recibido; en la medida en que dichas pautas coincidan con lo que su experiencia y su reflexión le va mostrando, reafirmará dichos sistemas y comportamientos, pero ya no por fuerza de la «autoridad» de quien se lo inculcó, sino por propio convencimiento. Su sistema de certezas será talvez el mismo; pero la razón de la certeza será distinta.En los que se inician en la aventura de la ciencia sucede algo semejante: la autoridadde quien le explica el mundo o uno de los sistemas o subsistemas del mundo real, hace que se acepten sin mayor dificultad teorías explicativas del mundo real, sobre todo, porque en un primer momento no se poseen aún suficientes elementos de juicio como para poder evaluar el sistema de proposiciones. Pero a medida que el entendimiento se pertrecha con nuevas categorías explicativas, está en condiciones de contrastar teorías, paradigmas, proposiciones, y generar así capacidad propia de juicio.
Esto, en ciencia, sólo es posible cuando existe una eficaz voluntad de conocer y de buscar la verdad; de darse dicha voluntad eficaz (e insisto: voluntad eficaz) el individuo —y el docente, a fortiori— hará el esfuerzo por ampliar los horizontes de sus conocimientos, contrastando críticamente planteos, teorías, escuelas, argumentaciones. Se explica, entonces, que sea una tradición en las universidades de algunos países (v.g. Alemania) el que el estudiante universitario haga su carrera en por lo menos dos o tres universidades distintas con el fin de que aprenda a oír campanas diversas; siempre, sobre el supuesto de que existe una auténtica búsqueda de la verdad.
Tomado de:
Brie, R. Los hábitos del pensamiento riguroso. Ed. del Viejo Aljibe, Bs. As., 2000, p. 38 y ss.
Tomado de:
Brie, R. Los hábitos del pensamiento riguroso. Ed. del Viejo Aljibe, Bs. As., 2000, p. 38 y ss.