Reaparecía el pana Arráiz indicando en los comentarios: “Al leer los extractos de esta entrevista sigo viendo el mismo problema fundamental de los lefebvristas, y es creerse la encarnación de la Tradición.
Comentarios como `si Roma quiere solucionar las cosas con la Tradición´ son completamente desacertados. No es Roma la que tiene problemas con la Tradición, son los lefebvristas los que con una noción imperfecta de la Tradición rechazan los legítimos desarrollos de la doctrina cristiana.
Luis Fernando comenta que «el modernismo es el mejor apologeta de la FSSPX, pero sucede también lo contrario, la FSSPX es el mejor apologeta en pro del modernismo”.
Algunos otros comentarios carecen de desperdicio: “Y los seguidores abiertos o de corazón de Monseñor Lefevbre van a reconocer TODA la autoridad de Roma, su magisterio y el rito ordinario? Lo dudo. El Papa nos ha invitado a que aceptemos el rito extraordinario como UNA forma de celebración. Los amigos de Lefevbre aceptarán el Novus Ordo? Vuelvo y lo dudo”.
Otro: “Mire como se mire, oingan como se pongan, el grupo lefrebviano tiene que pasar los largos años del desierto del arrepentimiento, el largo puente de la penitencia y la purificación. Ordenar obispos y sacerdotes en contra del deseo del Pontífice(que es lo que hizo Lefebvre) es de suma gravedad”.
Vinuesa plantea la solución del ordinariato apelando a las declaraciones de un ex miembro de la Hermandad de San Pío X, que desde el 2006, con el Abbé Laguerie y otros, dejaron la Hermandad para iniciar lo que conocemos como Instituto del Buen Pastor. Un ejemplo de regularización pacífica y de mesura eclesial. Hemos visto cómo algunos comentaristas señalaban que el problema de la Hermandad de San Pío X es “creerse” la encarnación de la Tradición, o que han de transcurrir años de penitencia pública hasta ser regularizados canónicamente, en el frío invernal de las puertas de Canossa. Que en la Hermandad de San Pío X hay gente soberbia, arrogante o prepotente no es de lo que se disputa. Las virtudes personales no suelen ser motivo de censura canónica u obstáculos para una situación regular en la Iglesia. Kiko Argüello se cree la encarnación de la Iglesia primitiva y de los documentos del último concilio y nadie le abre un proceso por ello.
Pero profundicemos un poco más. Ya son varias las veces que Vinuesa apela al Instituto del Buen Pastor como ejemplos de “tradicionalistas” en situación armónica y regular por la Iglesia. Entiendo por ello, que no tendrá inconveniente en aceptar que los mismos pasos que se dieron con el IBP se den con la FSSPX, ¿verdad?. Pues veamos. El Abbé Aulagnier, hace unos años, escribió un libro sobre la Misa, bastante difundido en ambientes de la Hermandad titulado: La causa de nuestro combate. La Misa católica. Puede consultarse en edición digital en diversos lugares. En esa obrita, Abbé Aulagnier dice cosas como esta: “Ahora bien, en el documento doctrinal de la «Institutio Generalis» no se habla nunca de la presencia real, substancial; no se habla nunca de la cesación completa de la substancias, de la conversión de la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. Por consiguiente, este texto doctrinal, el cual, según el mismo Papa Pablo VI, toma sus ´líneas directrices del Concilio mismo´, merece una condenación más grave que la que Pío VI dirigió al Sínodo de Pistoya”. Algo más: “Descartemos también ese intento que reaparece continuamente en la Institutio Generalis de introducir expresiones que debilitan la oposición al protestantismo y el sentido sacrificatorio de la Misa, nociones tales como ´cena del Señor´, ´memorial del Señor´. Esto es muy grave pero, dejémoslo de lado”. Otra más: “Pero la parte principal, esencial, del Canon, es decir, la Consagración, no es dicha por el sacerdote en nombre del pueblo presente, sino es pronunciada por el sacerdote exclusivamente en nombre de Nuestro Señor Jesucristo. No podéis admitir sobre ese punto ninguna duda. De modo que lo podéis ver otra vez, ahí se contiene, insidiosamente, una tesis protestante.” Sus conclusiones no dejan su posición en términos ambiguos: “La crítica hecha a esta reforma litúrgica, según su texto doctrinal, os habrá hecho comprender con toda claridad que la reforma litúrgica se aleja de la doctrina católica y, en consecuencia, nos obliga a insistir sobre la sospecha legítima que alcanza a los actuales detentadores de la autoridad apostólica”.
Cuando se regulariza el IBP, no hay constancia alguna de que el Abbé Aulagnier se haya retractado de sus anteriores escritos, ni de que la Santa Sede le haya conminado a ello. Es más, en sus estatutos, aprobados –como ya es sabido- por la Santa Sede, podemos leer: “una entera fidelidad al Magisterio infalible de la Iglesia. Desde un punto de vista doctrinal, conforme al discurso del Papa Benedicto XVI a la Curia Romana el 22 de diciembre de 2005, los miembros del Instituto, son llamados a una ´crítica seria y constructiva´ del Concilio Vaticano II (Estatutos: II, §2)”. No hay Canossa, no hay penitencia pública, no hay mandato de retractación: crítica seria y constructiva del Concilio Vaticano II. Alguno pensará que esto se puede interpretar de mil maneras, y que ahí se da una aceptación global del concilio y una crítica constructiva de las reformas postconciliares. Veamos lo que decía el Abbé Laguerie al respecto –sin que se conozca al respecto ninguna rectificación exigida por parte de la Santa Sede- en el sermón del 10 de septiembre de 2006 en la Iglesia de St. Eloi, en Burdeos, encomendada al nuevo instituto: “Hay cuestiones teológicas puntiagudas, en particular aquellas concernientes al Concilio Vaticano II. Sobre este punto tenemos la obligación, también, lo que es inesperado, de trabajar, bajo la conducción del Papa, pues solamente él puede hacer eso, de restablecer la autenticidad de la doctrina católica. […]
Quiero decir con esas palabras que todo lo que hay de ambiguo, y hasta de falso [en el Vaticano II] debe ser restablecido por nosotros, teniendo en vista dar por fin una auténtica interpretación de ese Concilio. Lo que supone de otro lado que esa interpretación no existe aún totalmente, y voy dar algunos ejemplos: la libertad religiosa hizo correr mucha tinta, ustedes lo saben, y efectivamente, hay cosas aparentemente y textualmente contradictorias con el Magisterio precedente. El Papa Benedicto XVI, cuando era aún el Cardenal Prefecto da Congregación para la Doctrina de la Fe, rectificó esa doctrina, cuando estuvo en la Argentina en 1988, por ocasión de las consagraciones hechas por Monseñor Lefebvre”. Ambigüedades y falsedades atribuidas al último Concilio, rectificación de la doctrina…; le preguntaría varias cosas Don Vinuesa y a sus comentaristas: a) ¿Suscribe usted la interpretación de Laguerie y Aulagnier, la cual no ha sido puesta como obstáculo para la regularización canónica del IBP?; b) ¿Suscribe que el mismo procedimiento tomado con el IBP se siga con