La opinión de Ottaviani puede parecernos en exceso restrictiva, aunque cabe aclarar que lo es principalmente respecto de la guerra ofensiva. Pero a juicio de quien esto escribe, vista la devastación que producen los armamentos modernos, es muy difícil que los medios utilizados en la actualidad sean proporcionados a la causa que en una guerra ofensiva se dice defender. Ofrecemos a nuestros lectores un fragmento del Tratado de derecho público eclesiástico del «carabinero» de la Iglesia:
«En lo que concierne al hecho de hacer una guerra, hoy nunca se pueden reunir las condiciones que teóricamente podrían hacer una guerra justa y lícita. Además, es necesario añadir que nunca puede haber causa de una naturaleza o de una importancia tal que pueda ser considerada como proporcionada a tantos males, matanzas, destrucciones y a una ruina tal de valores morales y religiosos. Así, pues, nunca estará permitido en la práctica declarar una guerra; de la misma manera, no se podrá emprender una guerra defensiva a no ser que la autoridad legítima a la que pertenece decidir posea, junto con la certeza de la victoria, argumentos seguros que demuestren que el bien procurado al pueblo por esta guerra defensiva es superior a los males inmensos que resultarán de esta guerra para este mismo pueblo y para la tierra entera».