| 12 febrero, 2012
Nuestro vecino Miki Vinuesa debe creer que los obispos japoneses están locos. Porque de acuerdo con Mons. Osamu Mizobe, SDB, obispo emérito de Takamatsu, los problemas con el Camino Neocatecumenal se deben a tres razones:
1ª. Confunden sus rituales de fabricación casera con carismas;
2ª. Tienen una cadena de mando que está totalmente desconectada del obispo local;
3ª. Toman los problemas que deben ser resueltos dentro de la diócesis y los llevan a Roma, donde tratan de salirse con la suya mediante el uso de la influencia de Roma para obligar a la Iglesia local para que se conforme.
Ya se sabe que ponerle reparos al CNC es cosa de locos… Sin embargo, el obispo no dice locuras. Por el contrario, nos parece que formula tres argumentos de importancia: la creatividad litúrgica del CNC no es un don del Espíritu Santo sino fruto del abuso litúrgico consolidado por el paso del tiempo, la improvisación creativa y el arqueologismo judaizante. Se trata de una institución que -de acuerdo con los estatutos aprobados- de iure está esencialmente subordinada a los obispos diocesanos, pero de facto funciona como si obedeciera a los superiores del CNC por encima de los ordinarios. Finalmente, el CNC no duda en patearse el orden jerárquico para vencer la resistencia de los prelados que se atreven a hacerles cumplir en los hechos la subordinación estatutaria aprobada por Roma.
No se puede estar repicando y en procesión… Si el CNC es un «itinerario de formación» (=movimiento de facto) esencialmente subordinado a los obispos, debe respetar la autonomía de cada iglesia particular y subordinarse realmente a la potestad de cada ordinario local. Y si a los kikos no les gusta el status jurídico que poseen en la Iglesia, pues que soliciten convertirse en una prelatura personal u otra figura análoga.