¿Más filolefebvrianos?

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Un lector de nuestra bitácora nos hace llegar la información que ahora compartimos. El P. Alfonso Gálvez Morillas publicó un libro en 2011 sobre la crisis post-conciliar. Desconocíamos al autor y a su obra, pero por lo que puede apreciarse de su página, es un sacerdote en “plena comunión y regularidad canónica”. No hemos leído el libro completo (disponible en el siguiente enlace) pero ofrecemos unos fragmentos de la introducción:
 
“Casos aislados, como el del Cardenal Ottaviani o el del Arzobispo Lefebvre, pasaron sin pena ni gloria y no fueron escuchados. Sin embargo la Jerarquía defendió sus posiciones alegando una defectuosa interpretación de los textos conciliares, en lo cual no le faltaba razón; aunque hubiera sido más honesto añadir que tales interpretaciones, más bien que equivocadas, fueron no pocas veces claramente malintencionadas.
Hasta que llegó el momento en el que la teoría de la interpretación defectuosa de los textos del Concilio se hizo insostenible. Los ataques más radicales procedieron del grupo de los lefebvrianos, aunque tampoco escasearon los estudios más serenos que denunciaban las ambigüedades y el peligro de muchos pasajes contenidos en los Documentos conciliares. Con lo cual comenzó a abrirse paso la idea de la posibilidad de que existiera una ruptura con la Tradición y con el Magisterio preconciliar”. (P. 7)
[Para Roberto de Mattei]
“La fórmula del Concilio en la luz de la Tradición, o si se prefiere, la hermenéutica de la continuidad, ofrece sin duda alguna una declaración con carácter de autoridad, dirigida a los fieles, en orden a clarificar el problema de la debida recepción de los textos conciliares; pero deja sin resolver un problema fundamental: dado que la interpretación correcta es la de la  continuidad, aún queda por explicar lo que sucedió después del Vaticano II y que nunca había ocurrido, sin embargo, en cualquier Concilio de la Historia; especialmente el hecho de que dos (o más) hermenéuticas contrarias se hayan enfrentado y que incluso, como dice el mismo Papa Benedicto XVI, hayan luchado entre ellas. La misma existencia de una variedad de hermenéuticas es la muestra de la presencia de una cierta ambigüedad o ambivalencia en los mismos Documentos.
En resumen: La cuestión, como puede verse, anda lejos de estar definitivamente zanjada. Y mientras tanto, siguen difundiéndose los errores doctrinales (condenados tarde, mal y, por lo general, nunca), continúa la anarquía litúrgica y perdura la crisis de disciplina, además del desconcierto y de la confusión de muchos católicos. Sin contar a los que han optado por la deserción, ni a los que han preferido el camino de la indiferencia abandonando de hecho toda práctica religiosa.” (P. 10).
Se incrementa el número de quienes ya no encuentran satisfactoria la teoría de un concilio  superdogmático, de unos textos inmejorables, malinterpretados por una conspiración de teólogos modernistas venidos de Marte. 
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