| 24 mayo, 2011
No es nuestra intención emitir un juicio global acerca del Sodalicio de Vida Cristiana, Sociedad de Vida Apostólica fundada por el laico consagrado peruano Luis Fernando Figari en 1971, y aprobada por Juan Pablo II en julio de 1997. En los últimos años, la institución se ha visto afectada por el caso de Daniel Bernardo Beltrán Murgia, acusado de violar a un menor de 12 años e inmediatamente expulsado del grupo, y el de su cofundador, Germán Doig Klinge, fallecido en 2001, a quien le iniciaron una causa de beatificación, desechada a poco de conocerse los casos de abuso sexual en los que estuvo implicado.
En este vídeo (minuto 8:54) tenemos el testimonio de un ex miembro del Sodalicio, en el que detalla una curiosa sesión de “dirección espiritual”: un laico-director le ordenó quitarse la ropa, le tocó el cuerpo con un puntero y le aconsejó practicar yoga para liberar tensiones… Por la información que tenemos, la “dirección espiritual” a cargo de laicos sería uno de los rasgos de la fisonomía institucional del Sodalicio. Una práctica inquietante, para quienes nos dejamos guiar por el siempre seguro Royo Marín:
“¿Se requiere necesariamente que el director espiritual sea sacerdote? Aunque no se puede establecer una ley absoluta y universal, ordinariamente hay que decir que sí.Es convenientísimo que lo sea por las siguientes razones: 1ª. Por la economía general del orden sobrenatural, que ha reservado al sacerdote el papel de maestro. 2.ª Por la íntima conexión —a veces fusión— con el oficio de confesor. 3.ª Por la mejor preparación teórica y práctica para dirigir almas que ordinariamente suele tener el sacerdote. 4.ª Por la gracia de estado sacerdotal. 5.ª Por la práctica de la Iglesia , que prohíbe terminantemente la intromisión en las almas a los no sacerdotes —aunque sean superiores religiosos—, aleccionada por los inconvenientes que fácilmente se originan de ello (cf. CIC cn.530).Sin embargo, por vía de excepción, no habría inconveniente en admitir, en algún caso, la dirección voluntariamente escogida de una persona prudente y experimentada ajena al sacerdocio. Hay algunos hechos históricos no sólo entre los padres del desierto y en los primeros abades benedictinos, que no eran sacerdotes, sino en épocas más recientes, v.gr., los de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, antes de 1537; y hasta no faltan casos de dirección espiritual realizada por mujeres, como Santa Catalina de Sena y Santa Teresa de Jesús.”
Inquietante y preocupante, porque abundan hoy en día grupos en los que unos laicos cumplidores de una grilla de prácticas de piedad, con cierto barniz de formación teológica, se creen habilitados por el Espíritu Santo para desempeñar el oficio de directores de almas. Oficio delicadísimo para San Juan de la Cruz : “Y adviértase que para este camino, a lo menos para lo más subido de él y aun para lo mediano, apenas se hallará un guía cabal según todas las partes que ha menester, porque, demás de ser sabio y discreto, es menester que sea experimentado. Porque para guiar el espíritu, aunque el fundamento es el saber y la discreción, si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, no atinará a encaminar al alma en él, cuando Dios se lo da, ni aun lo entenderá”.
Un oficio que necesita de cualidades técnicas y morales –que bien explican los santos doctores- tan difíciles de hallar hoy en día, como una perla negra en el Ebro.