FRIKI, o friqui (del inglés freak, extraño, extravagante, estrafalario, fanático), es un término coloquial, que se referiere a aquellas personas específicamente interesadas (en algunos casos de manera obsesiva) en algo. En el caso que ahora analizamos, el interés se concentra en una forma ideológica de «tradicionalismo católico».
La ideología de los FRIKITRADIS se funda de manera sistemática en las NUEVE REGLAS BÁSICAS DEL CONSPIRACIONISMO:
1. Convencimiento previo de una idea preconcebida inamovible.
2. Valoración diferencial de indicios según su adecuación a la idea preconcebida.
3. Apelación a la incredulidad respecto a la teoría “oficial” para forzar la única conclusión supuestamente posible.
4. Omisión de extracción de ciertas conclusiones lógicas (o más bien, ilógicas) de la teoría conspirativa, a fin de no tener que reconocer su inverosimilitud.
5. Postulado de una conspiración de silencio para acallar la “verdad”.
6. Utilización de explicaciones ad hoc para explicar lo inexplicable.
7. Conversión de hipótesis y premisas implícitas en hechos probados; acumulación de insinuaciones como pruebas decisivas.
8. Utilización de lenguaje emotivo, cargado de parcialidad, lleno de juicios de intenciones.
9. Utilización de todo tipo de falacias lógicas para apoyar las tesis conspirativas.
No es cuestión de que no puedan existir algunas conspiraciones. Pero cuando la conspiración es el único modo de comprender y explicar todo lo real, es una ideología que puede resultar nociva en muchos casos. En otros, el conspiracionismo es la expresión de patologías psiquiátricas.
Se puede rezar por ellos e intentar ayudarles. Razonar con ellos, en nuestra experiencia, es tarea imposible.
N. d. R.: agradecemos al lector anónimo que nos dio las imágenes de Argentina que ilustran esta entrada.
P.S.: Por razones ajenas a nuestra voluntad se han borrado todos los comentarios a esta entrada.