El pacto de Metz visto por dos profesores del Opus Dei

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 El sacerdote mallorquín, José Orlandis Rovira, miembro del Opus Dei desde 1939, primer director del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, autor de varios libros sobre esta última disciplina. En su obra La IglesiaCatólica en la Segunda Mitad Del Siglo XX (ps.30-31) se expresa sobre el “Pacto de Metz” en los siguientes términos:


Desde las páginas de la Revista Verbo, Álvaro D´Ors, reconocido romanista e integrante del Opus Dei, reseñaba un libro sobre el Sínodo Romano de 1960, un notable antecedente de lo que pudieron ser, y no fueron, los documentos del Vaticano II. Resulta muy interesante el contraste entre la claridad de dicho Sínodo pre-conciliar y los circiterismos post-conciliares. Con palabras de D´Ors:

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Algo parecido ha ocurrido con la condena del Comunismo, que, naturalmente, no podía figurar todavía en el antiguo Código. El Sínodo de 1960, no sólo tenía un recuerdo de sentimiento (págs. 477 y 499) para los que sufren en la Iglesia del silencio, y, por otro lado, volvía a afirmar la licitud de la propiedad privada (art. 217 § 1), sino que declaraba como enemigos de la Iglesia al Comunismo, Marxismo y Materialismo; no sólo condenaba los partidos políticas contrarios a la Iglesia (artículo 246, cfr. 216) y prohibía (art. 672) la pertenencia a los sindicatos marxistas, sino que negaba expresamente la intervención de personas comunistas y similares en las ceremonias nupciales (art. 509) y como padrinos de Bautismo (art. 379 § 3).Esto era congruente con el Decreto del Santo Oficio de 28-11-1949, bajo Pío XII, y con el más severo todavía del nuevo Papa Juan XXIII, el 25-111-1959. Pero esta hostilidad había de cesar desde los primeros momentos del Concilio. En agosto de 1962, ya con la autorización pontificia, se celebró en Metz un encuentro con el Metropolita de Moscovia, Nicodemo, en el que se convino que el Concilio no iba a proferir condena alguna del Comunismo, y así sucedió, en efecto: «Comunismo» y «Marxismo» son palabras que no aparecen ni una sola vez en los textos conciliares. Sólo Dios podrá juzgar sobre el acierto o no de esta«Ostpolitik» influida ya entonces por el futuro Papa Pablo VI, quien, quizá con su mayor clarividencia, veía —y no seré yo quien lo niegue— cierta lejana esperanza de restauración cristiana del mundo precisamente ex Oriente, es decir, con un objetivo de mucho mayor alcance que el que pudiera pensarse a primera vista. 

 Suponemos que el bolivariano no calificará de ultra-tradicionalistas afectos a teorías conspirativas a estos profesores del Opus Dei por su visión acerca del Pacto de Metz y la ausencia de  condena al comunismo por parte del Vaticano II.

P.S.: Para completar el panorama, es útil citar ahora el testimonio reciente de José Morales,  sacerdote del Opus Dei y profesor de Teología en la Universidad de Navarra, en su Breve historia del Concilio Vaticano II, publicada en 2012:

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