El Camino y el sacramento de la Confesión

|
«No es para hablar a las personas todo lo que diré, sino que quede como un plano de fondo, como base y pueda servirles para resolver los millones de problemas que se podrán presentar con las personas. Servirá para evitar complicaciones, porque el cuestionario sobre la Penitencia se presta a muchas discusiones con las personas.»
«No digan nada a las personas de todas estas cosas; simplemente revaloricen el valor comunitario del pecado, su índole social, el poder de la Iglesia, etc.»
«La concepción del Sacramento de la Penitencia evolucionará de acuerdo con lo que las personas van viendo en él.»
«Y así decimos que la Iglesia primitiva no tuvo la CONFESION como la tenemos hoy, sino que hubo la esencia del Sacramento de la Penitencia que es la conversión, el perdón de los pecados.»
«La Iglesia primitiva consideraba los pecados de muerte casi únicamente la apostasía, o sea, la negación del Camino o la salida de él, porque el hombre durante el Camino es flaco y cae, pero sin salir del Camino»(…) Por eso, la Iglesia primitiva no puso el examen de conciencia al final del día, como fue más tarde introducido por los jesuitas, y sí, en la mañana, al levantarse, porque convertirse es colocarse delante de Dios cuando se comienza a caminar.»
«La Iglesia primitiva consideraba los pecados que no significaban salir del Camino — [todos los pecados, fuera de la apostasía] — como frutos de la flaqueza humana, como propios de un hombre que está en Camino para la plenitud que no tiene aún, pero hacia la cual ya se siente atraído, porque tiene la certeza de ella, porque es testimonio de la santidad de Dios, que es absoluta. En la Iglesia primitiva, con este concepto de pecado, era muy difícil que los bautizados cayesen nuevamente en pecado; por eso la Iglesia primitiva no tiene ninguna explicitación del Sacramento de la Penitencia que no sea el Bautismo.»
«Ustedes deben explicar un poco como con Constantino entraron en la Iglesia las masas, perdiéndose en ella un poco el sentido de comunidad. No se ve más una comunidad que camina en constante conversión por los impulsos del Espíritu Santo. Vemos, sí, personas que pecan individualmente, que son absueltas individualmente, y, en seguida, van a comulgar… Pero toda una comunidad en conversión, que se reconoce pecadora, no la vemos.»
«Después, con cosas muy graves como el homicidio y, el adulterio público, que eran considerados de muerte cuando la Iglesia se institucionaliza un poco, aparece la institución penitencial.»
«En la Iglesia primitiva, la primera explicitación de aquello que podemos llamar Sacramento de la Penitencia para los bautizados que, después de haber seguido el Camino lo abandonan, es la excomunión, porque la Iglesia no es una cosa jurídica, sino sacramental. No se puede comprender la Penitencia sin una noción sacramental de la Iglesia. Si pasamos para una visión jurídica de la Iglesia, como acontecerá después, la Penitencia adquirirá, también una dimensión jurídica.»
«La Penitencia era tan rigorosa porque respondía a una conversión y a un Bautismo como aquel de la Iglesia primitiva; pero con la Iglesia de masa, con personas poco convertidas con la aparición de los monjes, surgió también una forma nueva de Penitencia. Los monjes deseaban llevar la conversión, de cualquier manera, a esas personas (porque como las personas pecaban muchísimo, había necesidad de perdonarles de cualquier manera; algo más fácil de hacer) En esa época entró también la mentalidad del Derecho germánico, y el pecado comenzó a ser una cosa legalista, una falta a una serie de preceptos. Así, ahora el perdón de los pecados no acontecía más por medio de un Camino de conversión, sino por una expiación. Comenzaron a aparecer listas de pecados con las expiaciones correspondientes.»
«El primer penitencial (el más antiguo) es del siglo VI. En esa época, comenzó a ser necesario decir los pecados: apareció a CONFESION de los pecados. En aquel tiempo, sin embargo, la CONFESION de los pecados no era aún lo esencial, era solamente un medio para la expiación porque, si no dijesen los pecados al monje, este no sabría cual expiación debería ser aplicada. Lo esencial era la expiación… Aquello que interesaba era la salvación personal, y, para obtenerla, se debía expiar mucho.»
«De la misma manera, comenzaron las Misas particulares de los monjes, al descubrirse el gran poder expiatorio de la Misa. La Misa se transformó en un medio valiosísimo para expiar. Al poco el abuso aumentó tanto, que un rico podía pagar la propia salvación personal mandando a decir Misas en expiación de los propios pecados.»
«Al poco la expiación perdió su carácter esencial, porque aparecieron una serie de abusos, pudiendo ser compensada con limosnas, con Misas y ayunos. A expiación degeneró y perdió su valor. Apareció entonces, como expiación mayor, el hecho de confesar los pecados. La CONFESION de los pecados, por la humillación que comporta y por la vergüenza que se experimenta al hacerla, comenzó a tomar un sentido de expiación. Así entramos en un período en que la CONFESION de los pecados era el centro de la Penitencia.»
«Los franciscanos y los dominicanos propagaron, en todo lugar, la CONFESION particular como una devoción. Apareció la CONFESION muy frecuente, al contrario de la Iglesia primitiva.»
«Como todo eso era insostenible, se volvió a las confesiones privadas y se hizo de la CONFESION una devoción para la santificación personal, esto duró así hasta nuestros días.»
«Así, la CONFESION se transformó en algo tan privado que no se veía la comunidad en ningún lado. El sacramento no era más la expresión de la comunidad eclesial, sino una devoción privada, personal. Todas las degeneraciones nacieron con la perdida del sentido comunitario de la Iglesia como Sacramento. Entonces la Iglesia quedó solamente como un centro jurídico, donde las personas se salvan. La Penitencia, una vez perdida la columna de la comunidad, se transformó en CONFESION individual.»
«Así, llegamos al Concilio de Trento. Con este Concilio, del siglo XVI hasta el siglo XX todo permanece bloqueado. Aparecen los confesonarios; las «cajitas» son bien recientes. La necesidad del confesonario nació cuando se comenzó a generalizar la forma de la CONFESION privada, medicinal y de devoción, ocasionada por los monjes. No rían, porque nosotros también la viviremos. La CONFESION como medio de santificación personal, así como la dirección espiritual, todo hace parte del Camino de la perfección. Quien colocó confesonarios en todo lugar fue San Carlos Borromeo. Con detalles que se refieren hasta a la red…»
«Pero, en Trento, se vio todo a la luz de las esencias, de la eficacia y se perdió de vista el valor sacramental de la señal. Por eso, tanto hace que la comunión sea con el pan o con la hostia, que no parece más pan y, sí, papel; que el vino lo beba uno sólo o que beban todos, porque el sacramento se realiza del mismo modo. Se encaró, por tanto, mucho la eficacia del Sacramento de la Penitencia para perdonar los pecados, y la absolución se torna un absoluto. La CONFESION, así, adquirió un sentido mágico, y que la absolución por sí misma es suficiente para perdonar los pecados. La absolución perdona los pecados y usted queda tranquilo.»
«Las personas se preguntan si es posible ofender únicamente a Dios. La pregunta es colocada así, porque tenemos una concepción vertical del pecado, individualista: que somos nosotros los que ofendemos, de manera particular a Dios, como si el pecado fuese una ofensa a Dios, en el sentido de robar a Dios a su gloria. Creemos que podemos causar daño a Dios.»
«La primera cosa que debemos pensar es que no se puede causar daños a Dios. Dios no puede ser ofendido en el sentido de quitarle la gloria, porque entonces Dios sería vulnerable y no sería más Dios.»
«Dios es invulnerable. Usted no puede quitarle la gloria de ninguna manera. Eso dice también un Salmo: ‘estos que levantan su arco contra el cielo, ¿será que creen poder alcanzarme a Mí? ¿No saben que las flechas que lanzan contra Mi van recaer sobre ellos? » Esto sorprende muchísimo a las personas, porque desde pequeños nos dijeron que los pecados hace sufrir al Niño Jesús, si fuéramos malos e indóciles. Y las personas tienen unos conceptos muy sentimentales: piensan que el pecado hace sufrir que el pecado hace sufrir mucho a Jesucristo.»
«la práctica de la CONFESION atraviesa, hoy, una crisis absoluta, y, por eso, deseo darles algunas ideas antes de Querigmatizar sobre la conversión, porque el sentido del pecado que la sociedad tiene hoy – sociedad que no es más individualista, sino abierta al sentido comunitario — hace con que as formas y las maneras con que hoy explicamos este sacramento de la CONFESION no respondan más a las necesidades actuales. Y como no responden a estas necesidades, los jóvenes encontraron la CONFESION sin sentido en lo que respecta a su situación de pecado, porque la CONFESION, así como es hoy, responde a una idea idealista de pecado, no a una idea existencial como hoy la psiquiatría está introduciendo en el mundo. Quiere decir: responde a una idea muy individual de pecado, en cuanto que hoy se están descubriendo los valores comunitarios. Hoy, el sentido de pecado en la justicia social, en la honestidad profesional, en las relaciones con los otros está muy de moda, al paso que el aspecto sexual paso a un segundo plano. Este cambio hace que la explicitación que hoy se hace del Sacramento de la Penitencia, esto es, de la CONFESION, no responde sacramentalmente al sentido que la humanidad tiene del pecado y de la conversión. Por eso, la práctica de la CONFESION está en crisis total. Más aún: veremos luego porqué la CONFESION se transformó en práctica de devoción.»
«La Iglesia es una comunidad penitencial; una comunidad penitencial que no se convierte de una vez para siempre… La Iglesia, reconociendo los propios pecados y las propias flaquezas, mostrará la fuerza de Dios, o se comunica a través de ella». «Esta conclusión se refiere al hecho de que la Iglesia es una comunidad en continua metanóia, en conversión, en marcha.»
«Por que a Iglesia debe presentarse como una comunidad en conversión, así como era la Iglesia primitiva, donde las personas no se creían ya llegadas o perfectas, eso nace del legalismo, con una manera diferente de ver al sacerdote y a Iglesia.»
«En segundo lugar, recupera la Asamblea, que la Iglesia se confiese pecadora. En tercer lugar, recuperar el sentido del Presbítero, como jefe de esta Iglesia. En fin, la importancia de la paz: una persona se siente perdonada en su fondo, cuando se siente en comunión con los hermanos. Por eso es importante el abrazo de la paz. Por eso verán que cuando no estuvieren en paz, es porque su pecado, aunque bien escondido, no los hace sentirse en comunión con los hermanos, porque el pecado es comunitario. Recuperar la comunión con los hermanos es la mayor señal del perdón, del hecho que, verdaderamente, usted encontró la reconciliación.»
«Apareciendo la comunidad eclesial, aparecerá también la Penitencia comunitaria. La cosa fundamental es crear la comunidad, y para obtener eso es necesario el proceso catecumenal.»
«¿Hasta que punto, para usted, el Presbítero que lo absuelve representa a la comunidad? Las personas dicen que nunca habían pensado en eso. Creen que el Presbítero representa a Jesucristo y a Dios solamente. ¿Pero, a la comunidad? … ¿Cuál comunidad?»
«Vean como el presbítero no representa solamente a Jesucristo, porque Jesucristo es representado por todo el cuerpo que es la Iglesia. El Obispo y el presbítero representan no sólo a Jesucristo, y sí, a la Iglesia toda, la comunidad. Por eso, el Obispo es quien, en nombre de la Iglesia acoge a quien entra. Eso no se ve mucho como señal hoy.»
«Por eso la reforma no consiste en volver a las formas de la Iglesia primitiva, y , sí, manteniendo el Espíritu del Sacramento, su núcleo y su centro, en adecuar las expresiones de manera que estén de acuerdo con el momento presente, a fin de encontrar expresiones que expliciten sacramentalmente el perdón de los pecados y lo realice, o sea, que las personas se sientan en paz. Todo camina en evolución. Así, iremos evolucionando con el Sacramento de la Penitencia para comenzar, una vez encontrado el centro del Camino catecumenal, a entrar verdaderamente en conversión, en un verdadero reconocimiento del pecado.»
«Muchos piensan que el ideal sería, como la CONFESION personal es antipática, que hubiese absoluciones generales. Muchos renovadores pensaron eso. Y no crean que eso sería una novedad, porque ya Pío XII dio licencia para absoluciones generales durante la guerra, para todos los soldados. Los grandes liturgicistas dicen que fue una suerte que eso no se impusiera, porque se habría destruido por completo la Penitencia, tornándola aún más mágica. Eso porque el valor del rito no consiste en la absolución, pues en Jesucristo ya estamos perdonados, y si consiste en hacer al hombre capaz de recibir el perdón, que es lo que pretende el proceso catecumenal y el proceso penitencial de la Iglesia primitiva.»
«Más tarde, comprendí, que vivir en gracia es vivir en la gratuidad de Dios, con su Amor; es creer en ese perdón y ese amor constante de Dios.»
«Aquel tipo de cristianismo marca mucho, porque nos presentamos como perfectos; lo contrario del cristianismo, porque los cristianos no son perfectos, y, sí, iluminados sobre la propia realidad profunda, saben que son pecadores de verdad y experimentan, en este pecado, la misericordia de Dios que perdona y da una vida nueva, fruto de su gracia.»
——
Fuente: «Orientaciones a los Equipos de Catequistas para la Fase de Conversión» — Anotaciones sacadas de las grabaciones de los encuentros realizados por Kiko y Carmen, para orientar los equipos de Catequistas de Madrid, en febrero de 1972.

Ahora bien, si queréis conocer el concepto católico del sacramento, recomendamos leer el motu proprio Misericordia Dei sobre algunos aspectos de la celebración del sacramento de la penitencia, que termina: 

«Todo lo que he establecido con la presente Carta apostólica en forma de Motu proprio, ordeno que tenga valor pleno y permanente, y se observe a partir de este día, sin que obste cualquier otra disposición en contra.Lo que he establecido con esta Carta tiene valor también, por su naturaleza, para las venerables Iglesias Orientales Católicas, en conformidad con los respectivos cánones de su propio Código.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 7 de abril, Domingo de la octava de Pascua o de la Divina Misericordia, en el año del Señor 2002, vigésimo cuarto de mi Pontificado. JUAN PABLO II«.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *