En el día de ayer hemos recibido de un lector argentino el correo que reproducimos a continuación. Es largo pero creemos que vale la pena para tener otra campanada.
Por obvias razones no podemos comprobar la veracidad lo que aquí se afirma. Así que, como siempre, tomar con cuidado y leer con criterio. Hemos corregido un poco la redacción y la ortografía. Lo resaltado es nuestro.
Estimados Sres. de Infocaótica,
En referencia a su entrada del pasado sábado 25 de febrero, intitulada “El informe confidencial sobre El Yunque”, quisiera acercarles algunas reflexiones puesto que considero que mucho de lo que se ha publicado al respecto (incluído el Informe) está lleno de “pescado podrido” (información provista por la misma organización para desorientar).
Durante más de 15 años he estado investigando a esta “sociedad secreta” (o reservada, como dicen ellos). He leído distintos libros, informes, entradas en bitácoras, aportes en foros, videos y notas televisivas. Logré contactar con yunquistas, en actividad o “apagados”; primero en Méjico, pero también en España y la Argentina. Es en base a todo eso que digo lo que sigue.
Como sabrán los que han leído sobre los Cristeros mejicanos, la persecución a los católicos no cesó con los Acuerdos de 1929: los principales líderes cristeros fueron aislados por la Jerarquía mejicana y literalmente cazados por el gobierno, al mismo tiempo que los sacerdotes que habían apoyado el levantamiento cristero fueron trasladados o se vieron obligados a exiliarse. Es sobre este contexto, durante la década del ’30, que aparece toda una red de sociedades secretas católicas; una de las cuales, surgida ya en 1930 fue el Yunque. Pero no fue la única ni la de mayor peso. De hecho, durante sus primeras décadas de vida, el Yunque limitó su actividad al Estado de Jalisco y a su capital, Guadalajara.
Estas sociedades secretas actuaban de forma semi clandestina, tenían vínculos con sacerdotes y obispos, se financiaban con católicos europeos o estadounidenses, poseían brazos políticos o, incluso, servicios de orden más o menos violentos (recordemos que hasta la Segunda Guerra Mundial, a nivel mundial la política consistía fundamentalmente en “ocupar” la calle, y defenderse de los grupos antagonistas que querían evitar que se “ocupara”). Como suele suceder en estos casos, no todos los que eran útiles para estas sociedades, eran concientes de pertenecer al grupo. Es importante recordar esto para no caer en acusaciones injustas.
La primera acción importante del Yunque en Méjico de que se tiene constancia fue la organización de una serie de manifestaciones de los estudiantes católicos de Jalisco en los ’30 y que culminó con la fundación de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Un porcentaje ínfimo de los manifestantes era de yunquistas, pero su accionar en esta “crisis” para obtener la autorización para la universidad sería característica de la forma de actuar del grupo.
En ese tiempo, el gobernador de Jalisco se encontraba enfrentado con Ciudad de Méjico, y los yunquistas le hicieron entender que aplacando las manifestaciones de estudiantes y cediendo en la fundación de una universidad, se podría ganar el apoyo de los católicos de la región en su enfrentamiento con el gobierno central.
Pero había otro problema: fundar una universidad confesional (católica) estaba prohibido por ley. Nuevamente el Yunque encontró la solución: sería una fundación autónoma, pero controlada “oficialmente” por una familia de catolicismo reconocido —los Cuesta Gallardo—, pero “extraoficialmente” por el mismo Yunque que proveería el nexo necesario entre la Jerarquía y los profesores.
Es importante entender esto. Más allá de ritos de iniciación —que pueden o no existir, y que son más o menos irrelevantes— la característica más importante del Yunque es su metodología de acción, que alguno dirá cuasi masónica, y otros, simplemente discreta según el mandato de Cristo (“prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae”, es el lema no oficial del Yunque)… Y es esta metodología lo que han exportado desde Méjico a nuestros países y lo que los distingue al día de hoy.
Pero volvamos un instante sobre el tema de las sociedades secretas mejicanas. En esas primeras décadas posteriores a la Cristiada, mucho más relevante que el Yunque fue la Base. Con sede en el Estado de Guanajuato y su capital, León, la Base impulsó un movimiento político que, en determinado momento, llegó a poner en jaque a todo el sistema. Me refiero al Sinarquismo.
No debemos confundir al sinarquismo mejicano con la famosa “conspiración sinarquista”, que tanto ha dado que hablar a complotistas y paranoicos en todo el mundo. En Méjico el término —del griego “syn” (con) y “archía” (gobierno)— era utilizado como opuesto a democracia, monarquía u oligarquía, todos ellos sistemas que habían traído guerra y desunión a los mejicanos. El Movimiento, en cambio, decía proponer un gobierno donde hubiese armonía entre las diversas corporaciones y clases sociales. Resumiendo mal y pronto, diríamos que el sinarquismo fue el modo mejicano del fascismo.
Eventualmente, el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría pondría fin al sinarquismo, dividido entonces entre tercermundistas y pro-yanquis. De más está decir que en esta división, mucho tuvo que ver la Base, cuyas fuentes de financiamiento principales se encontraban entre los católicos de los Estados Unidos.
Para ese tiempo, década del ’50, el Yunque se traslada hacia el Oriente mejicano, al Estado de Puebla, de la mano de un combativo profesor universitario —Ramón Plata Moreno— y un ardoroso jesuita —Joaquín Sáenz Arriaga—. También se fundará tiempo después un Yunque en el norte, en el Estado de Sonora, con su capital Hermosillo.
El Yunque de Occidente, los “tecos” de Guadalajara, se convertirán en los ’50 en duros luchadores anticomunistas, con fuertes vínculos con los Estados Unidos y propagadores de toda clase de denuncias sobre infiltraciones y conspiraciones con el “nom de plume” Maurice Pinay.
Por su parte, el Yunque de Oriente, y su líder Ramón Plata, se verá influenciado por los escritos de Jean Ousset y Plinio Correa de Oliveira, y toda la literatura de contrainsurgencia de la hoy conocida como Escuela Francesa —incluso se han denunciado vínculos con la OAS—. Así fundaron numerosas “pantallas” que abrían diversos frentes de combate. En el ámbito universitario, entonces muy convulsionado, el Yunque organizó el Frente Universitario Anticomunista de Puebla o el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación de Méjico (mejor conocido como “el Muro”), que combatían en el terreno de las ideas y la propaganda la mayoría de las veces, a los puños, otras, contra los grupos marxistas enquistados en la universidad mejicana.
Si bien las orientaciones, entonces, eran distintas, fue el Concilio Vaticano II el que trajo la ruptura definitiva.
Es imposible entender la fuerza del tradicionalismo mejicano clásico, tan peculiar en su estilo —poco predispuesto a distinguir matices y siempre dado a las conspiraciones—, ya sea sedevacantista o filo-sedevacantista, sin considerar lo que fue Guadalajara, como centro intelectual de la resistencia al postconcilio, sufriendo incluso atentados terroristas y, posiblemente, provocando otros.
Por su parte, el Yunque de Ramón Plata, sin cesar en sus denuncias a las infiltraciones en la Iglesia, se declaró sumiso a la Santa Sede y combatió al de Guadalajara como “falsa derecha”. Por su parte, los tecos acusaron a Plata Moreno de “lacayo de Ousset” e “infiltrado de Plinio” y, posiblemente, fueron quienes denunciaron a los alumnos y profesores yunquistas que fueron expulsados de la Universidad Autónoma de México en 1968.
Es entonces que estos yunquistas exiliados de la Ciudad de Méjico fundan la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Del mismo modo que dos décadas antes se había hecho en Guadalajara, el Yunque “negocia” con el gobernador poblano que buscaba mejorar su base de popularidad frente al gobierno federal. Nuevamente no se crea una “universidad católica”, sino una controlada por el Yunque que hace de nexo con entre la Jerarquía y los profesores, a la vez que los controla.
En un suceso poco claro, miembros de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) de Guadalajara que participaban de una peregrinación al monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete se enfrentan a los tiros con miembros del Muro, muriendo dos tapatíos. Por su parte, Ramón Plata Moreno sufre un atentado en su vehículo, al que, por poco, sobrevive. Éste aseguró, al menos en su visita a la Argentina, donde se reunió con miembros de la TFP y de la Ciudad Católica, que había sido atacado por tecos —finalmente, en 1979, lograrían asesinarlo—.
Casi no hay dudas de que el Yunque estuvo involucrado en el planeamiento y la ejecución del viaje relámpago y sorpresa del Papa Juan Pablo II a Méjico durante la celebración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla. Se organizan grandes manifestaciones para ver al Papamóvil que, a propósito, recorre grandes extensiones. El hábil Papa polaco, rápidamente, toma las riendas de las reuniones de los obispos latinoamericanos y, fortalecido con el apoyo popular que dejaba boquiabiertos a los prelados, deja de lado los textos que impulsaba el poderoso sector tercermundista. Como reconocieron éstos, Puebla fue un “retroceso” respecto a Río de Janeiro y Medellín.
Para terminar con Méjico, vale decir que no hay dudas de las vinculaciones del Yunque con los Cruzados de Cristo Rey, con los Legionarios de Cristo y otras congregaciones e institutos. Tampoco hay dudas sobre la participación de yunquistas en la cúpula de los más grandes conglomerados empresariales mejicanos. Y la actividad del Yunque en el seno del Partido Acción Nacional (PAN), fue reconocida públicamente por Manuel Díaz Cid (profesor de la UPAEP, miembro fundador del Yunque de Puebla y asesor de Fox).
Pero como decimos antes, no todos los que les son útiles al Yunque son miembros de esta organización. Aunque Lenin haya acuñado el término, los “idiotas útiles” no son privativos del marxismo.
Ahora bien, ¿qué hay del Yunque en España y en la Argentina de que hablé al comienzo? De nuevo, como dije antes, el Yunque no es tanto una organización como una metodología.
En los comienzos del portal HazteOír.org, se habló de la “línea mexicana” de actuación: influir en la sociedad desde arriba, desde las élites políticas, económicas y sociales… y, también, eclesiásticas. El secretismo no se da tanto sobre la pertenencia al catolicismo —incluso, en ocasiones, se trata de gente de Misa tridentina—. Lo secreto son los fines de las “pantallas” que crean.
Cuando el Yunque comenzó a operar en España, en el período de la Transición, formaba jóvenes con lecturas como el “Para que Él reine” de Ousset, “Revolución y contra-revolución” de Plinio o “Doctrina de la acción contrarrevolucionaria” de Chateau-Jobert, salidas al campo, prácticas de tiro y artes marciales, también lecturas más seculares sobre liderazgo, personalidad, marketing personal, etc.
En general los jóvenes yunquistas eran reclutados de fuentes muy diversas: algunas de las Falanges, del Carlismo o de Fuerza Joven, pero también de grupos juveniles de parroquias conservadoras o movimientos católicos más o menos tradicionales (incluyendo el Opus Dei). Pero eran la élite y “los mejicanos” los entrenaban para un nuevo tipo de guerra.
La idea de haber sido elegidos, de contar con información confidencial y “entender” realmente lo que está en juego, de ser los “comandos católicos” o los “007” de la Iglesia, les daba cierta cohesión, espíritu de pertenencia y de propósito compartido, aún actuando “tras líneas enemigas” o “in partibus infidelium”.
En nuestro tiempo, esos otrora jóvenes han participado de la creación y organización de los Congresos de Católicos y Vida Pública, la cadena Cope, el portal HazteOír.org, la plataforma Profesionales por la Ética, etc. ¿Quiere decir que estos grupos son “la cara” del Yunque, o sus portavoces o sus “tapaderas” —como dice el Informe que Uds. publicaron—? No necesariamente. No trabaja así el Yunque.
Por eso, aunque Luis Fernando Pérez Bustamante hubiese hecho la pregunta de oro que no hizo a Ignacio Arsuaga en su tan extensa como inútil entrevista del 3 de febrero pasado, “¿Es Usted miembro del Yunque?”, la respuesta del presidente de HO podría haber sido tranquilamente: “No”. Puesto que el Yunque, como tal, no existe.
Existe una metodología de acción, una serie de entidades intermedias (fundaciones, ONGs, plataformas, portales de internet) que operan en red —lo que llaman “brazos de Dios”—, una tendencia a la concertación con grupos afines que realmente puedan incidir en la sociedad —aún cuando en un 99% de los temas se escapen de la doctrina católica—. Y existen sí yunquistas infiltrados y que operan en organizaciones de todo tipo y calidad, religiosas o seculares, políticas o económicas, mayoritarias o elitistas, pero que “misteriosamente” tienden a coincidir en la oportunidad de sus planteos, en la forma de presentarlos, etc.
¿Y en la Argentina? El Yunque existe y también desde la década del ’70, sino antes. Sabemos de pequeñas células en las Fuerzas Armadas, de yunquistas individuales en lo que fue la Ciudad Católica (IPSA) en su momento de mayor apogeo y extensión geográfica y de ciertos contactos en la cúpula de la Universidad Católica Argentina y, en algún momento, sus Cursos de Cultura Católica que se daban por todo el país (luego escindidos y puestos bajo la protección de una fundación sin fines de lucro).
Al día de hoy, sabemos de al menos cuatro grupos que hacen uso de la metodología yunquista en la Argentina (infiltración, concertación, uso de organizaciones pantalla, formación de élites, etc.), incluso con la cooperación de institutos religiosos conservadores, pero sin ser parte del Yunque —y, en algunos casos, en abierto enfrentamiento con “los mejicanos”—. Aunque en ocasiones colaboren con ellos… y es que los yunquistas consiguen auspiciantes, intercambios y apoyos internacionales, edición y publicación de libros, viajes y conferencias, etc. Vale decir que los que hacen uso de esta “metodología” en estos grupos de que hablamos, tienen también vínculos con La Reja (me refiero no sólo a “lefes” muy conocidos en el ambiente, sino también a profesores del Seminario).
De nuevo, no se trata de que estas personas escondan su catolicismo —si diéramos nombres, una mínima búsqueda en Internet nos daría suficiente información sobre su actividad—, sino lo que esconden es su metodología e intenciones en los lugares en los que operan; sean del Yunque o de cualquier otra de estas redes a que me refiero en el párrafo anterior.
Pero, cada tanto, el Yunque cruza límites que provocan su condena pública. En julio de 2009, el P. José Luis Torres-Pardo, “padre fundador” del Instituto de Cristo Rey (una escisión argentina de los Cooperadores Parroquiales), denunciaba públicamente en una carta la infiltración del Yunque (y sus filiales, “la Organización” y “la Empresa”) en su rama laical, la Legión de Cristo Rey, y prohibía a sus miembros pertenecer a dicha sociedad secreta.
Pero aún, al día de hoy, hay quien sigue dudando de que el Yunque exista. Pero, como las brujas, haberlo, haylo.
Felicidades por su blog.
Erwin
PD: Por razones obvias, si por alguna de esas cosas de la vida llegasen a publicar este mail, por favor no pongan mi nombre verdadero ni mi correo. Gracias.-