Corapi y el verdadero culpable

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The Remnant, 25 de julio de 2011.
La caída del Padre Corapi
El último episodio escandaloso de un canal de televisión extraviado
Christopher A. Ferrara, columnista de The Remnant, en Nueva Jersey.
Cuando me tomé el trabajo de escribir EWTN: Un canal de televisión extraviado (EWTN: A Network Gone Wrong), sabía que el proyecto recibiría un montón de objeciones iracundas. En medio del caos eclesial reinante, la mezcla atrayente de EWTN donde se combina el catolicismo con el mundo del espectáculo, lo sacro con lo profano, la tradición con la novedad, el gregoriano con el rock, la piedad profunda con la histeria carismática, las escenas espirituales con los programas de discusión prohibidos para menores sobre temática sexual; esta mezcla ha logrado posicionarse ella misma como la norma de oro de la ortodoxia católica. Ese EWTN es considerado ampliamente en la actualidad como un bastión de la Fe —de hecho, el bastión de la Fe en una Iglesia en crisis— lo que es otro signo más de lo que Lucía de Fátima repetidamente llamó la desorientación diabólica de nuestro tiempo. Y guay de quien se atreva a señalar lo obvio: que un Papa como San Pío X quedaría apopléjico tras ser sometido a un día típico de la programación de EWTN, que presenta una “renovación” post-conciliar que Pío X no podría haber imaginado ni en sus peores pesadillas.
En el clima eclesiástico actual, criticar a EWTN es sufrir las consecuencias que sufre quienquiera que cuestione lo que siendo opinión común ha sido convertida en vaca sagrada, incluso si uno se apresura a afirmar (como es mi caso) aquellos elementos rescatables de la programación de EWTN. El crítico se expone a golpes bajos y a la demagogia de aquellos que han invertido en el status quo eclesial. Por ejemplo, cierto “anarco-capitalista tradicionalista” —¡sólo en los Estados Unidos!— cuyas ideas he cuestionado se defendió cubriéndose con el manto de respetabilidad de EWTN al mismo tiempo que me demonizaba por “atacar a EWTN”.
La caída del Padre John Corapi, sin embargo, me obliga a volver a este Canal de Televisión Extraviado con el fin de señalar por qué se ha extraviado. Como demostré en mi libro, la esencia del problema de EWTN es la siguiente: el catolicismo no puede ser presentado, sin riesgos, en el formato de un canal de televisión por cable abierto las 24 horas —totalmente católico todo el tiempo—. Cualquier intento de presentar nuestra religión al mundo de esa forma, inevitablemente hará aparecer modos comunes de corrupción que son necesarios para estimular el interés popular generalizado, sin el cual la programación televisiva de 24 horas es imposible de sostener financieramente, especialmente si depende de las donaciones.
Mi libro notaba que con el arribo de Doug Keck como vicepresidente de EWTN responsable de la producción en 1996, el canal se posicionó a sí mismo como un jugador más del mercado de televisión por cable básico, con todas las transacciones que conlleva una campaña de aceptación masiva. Keck, anteriormente empleado de un conglomerado de televisión por cable cuya programación incluía el Canal Playboy, “estuvo involucrado en el lanzamiento de más de 25 canales de televisión internacionales, nacionales y regionales”. Fue Keck, según Raymond Arroyo, presentador estrella de EWTN, “el responsable de transformar el aspecto casero y el contenido del canal”. Mi libro documenta las formas en las cuales tuvo lugar la transformación de lo que era el estilo relativamente tradicionalista y militante de la Madre Angélica, hacia un catolicismo “pop” más atractivo para las masas.
Esto no significa negar el papel de la televisión como medio apropiado para presentar temas católicos mediante producciones discretas. El obispo Sheen es el ejemplo clásico de cómo este medio puede servir a la Iglesia. Y, de hecho, unos cuantos programas de EWTN son excelentes, como los de Dale Ahlquist y Jamie Bogle. El problema, sin embargo, es que el negocio de administrar una cadena de televisión que busca ser incluida en los paquetes básicos de la televisión por cable, como hace EWTN, se da de bruces con la pureza de la Fe como realidad supramundana que conduce al hombre hacia su destino eterno y lejos de los asuntos de este mundo.
La principal razón por lo que esto es así es porque la viabilidad de cualquier canal televisivo depende de shows populares con celebridades que atraigan “fans” y logren mantener una mínima base de “fans” devotos. Estos shows conducidos por celebridades son los que “anclan” un canal a la agenda de los televidentes. Corapi era una de estas celebridades —uno de los más exitosos, sino el más exitoso en la historia de EWTN—. Y EWTN sabía bien del pasado de Corapi como playboy rico, drogadicto y vagabundo. Sorprendentemente, EWTN convirtió a Corapi en una celebridad aunque era bien sabido que había cohabitado con una prostituta en su rancho de Montana luego de haber sido ordenado sacerdote, ostensiblemente con el fin de rehabilitarlo. En tiempos pre-conciliares, Corapi ni siquiera hubiese sido admitido al seminario, sin importar la sinceridad de su conversión y arrepentimiento. Sin embargo, frente a las cámaras de EWTN se convirtió en el Súper Cura, y miles sino millones devoraban todos los días su palabra televisada.
Un televidente criterioso, al mirar a Corapi dar su mensaje en un basso profundo creciente, podría haber advertido de que él estaba interpretando un papel teatral y que tras el personaje existía un hombre con serios problemas. Toda la verdad de Corapi finalmente salió a la luz en un informe realizado por un panel de tres investigadores designados por su Orden, donde se detallaban improperios sexuales continuados, abuso de drogas y un estilo de vida suntuoso contrario a su voto de pobreza (estilo de vida que la Orden tardó demasiado en objetar). En respuesta a ello, Corapi emitió su descargo evasivo, sin negar, pero con el propósito de “renunciar” a su sacerdocio, en vez de responder las acusaciones. “Aquella etapa de mi vida, tristemente, finalizó”, dijo, al hablar de su sacerdocio, como si se tratara de una oportunidad laboral que ya no existe.
Muy poco después, Corapi apareció en un video en su blog luciendo una chaqueta Harley Davidson de cuero, con su cabeza rapada y con su barba gris teñida de negro, para anunciar que tenía el propósito de proseguir su carrera en Internet bajo el extraño seudónimo “Ovejero Negro” (Black Sheepdog). En un mensaje de audio dirigido a sus “fans”, declaró que ahora practicaría su oficio “no sólo en la Iglesia católica sino también en todo el mundo… Con el nombre Ovejero Negro estaré junto a vosotros en transmisiones de radios y en escritos”. En palabras de un “fan” desilusionado: “Muy decepcionado con Corapi. Aparentemente pone su dinero y fama por encima de sus obligaciones sacerdotales. Cómo pudo renunciar es sorprendente. Francamente, no me interesa más lo que tenga para decir.”
Pero yo siento pena por Corapi, un hombre dotado cuya vida se vio llena de sufrimiento y que es claramente presa de demonios de los que nunca pudo escapar realmente. Uno no puede más que sentir lástima ante la imagen de esa pobre alma en su chaqueta Harley Davidson —el John Corapi real finalmente— tratando de explicarse y explicar sus planes para su nueva carrera como Ovejero Negro. Realmente patético.
Sin embargo, no siento más que desprecio por EWTN y su calculada decisión de convertir a Corapi en una estrella sabiendo bien de que se trataba de mercadería dañada. Peor, habiendo creado esta celebridad ahora a la baja, EWTN se dedicó a cubrir su caída como si se tratase de una noticia más en su noticiero “The World Over” (Por El Mundo), en el cual Arroyo juega él mismo el papel de estrella. Sentado en esta pobre imitación de un “set” de noticiero, Arroyo entrevistó a un reportero del National Catholic Register sobre el asunto Corapi como si se tratase de un periodista secular más y de una noticia más, en vez del masivo escándalo del cual EWTN es principal responsable. Los que llevan EWTN están tan metidos en ese juego de “¡somos un canal de televisión como los reales!” que ni siquiera se dieron cuenta de su papel de complicidad en hacer de este sacerdote problemático una parte integral de la vida espiritual de millones de católicos.
Pero Corapi sólo es el último en una larga lista de sacerdotes que EWTN convirtió en celebridades sólo para verlos caer en picada y prenderse fuego ante la vista desilusionada de los fieles. Recordemos algunos casos escandalosos:
En 1998, el Padre Ken Roberts, una celebridad muy popular de EWTN y un ávido promotor de las falsas apariciones de Medjugorje —perdiendo innumerables almas— fue expulsado del canal y todo el material relacionado con él que había en la web de EWTN desapareció, luego de que fuese suspendido en el sacerdocio tras verse involucrado en supuesto abuso de menores.
En 2002, el Padre John Bertolucci, otra superestrella de EWTN y promotor de la pan-cristiana Renovación Carismática Católica —una clara amenaza de la integridad de la Fe— desapareció del canal sin comentarios tras haber sido identificado por el infame obispo Hubbard como uno de veinte sacerdotes pedófilos de la diócesis de Albany.
En 2005, la celebridad de EWTN monseñor Eugene Clark cayó cuando un video tomado en un motel tiró abajo la negación de un largo amorío con su secretaria, 33 años menor que él, y se vio forzado a renunciar como rector de la catedral de San Patricio.
En 2007, el Padre Francis Mary Stone, el presentador del programa inmensamente popular “Vida sobre Roca” (Life on the Rock), para jóvenes roqueros, en un estilo con frecuencia ofensivo, dejó el canal y, luego, también el sacerdocio, tras hacer público su aventura con una viuda. La última vez que se lo vio en Internet, promocionaba la bebida nutritiva Zrii con el nombre de Dave Stone, utilizando sin vergüenza el slogan “viviendo la vida sobre roca”.
En 2009, el Padre Alberto Cutié, telegénico y sentimental predicador hispano de EWTN, quien “llegaba a millones de hogares en los Estados Unidos, Canadá, España y América Latina en EWTN en Español”, dejó EWTN y, luego, la Iglesia Católica, tras aparecer en un diario sensacionalista en español fotos suyas en una playa con una mujer casada en bikini. Se casó con la mujer y se convirtió en sacerdote episcopalista.
En 2010, el P. Thomas Euteneuer, ex director de Vida Humana Internacional y un fijo en la programación de EWTN, dejó el canal y renunció a VHI tras admitir que había “violado los límites de la castidad con una mujer adulta que estaba bajo mi cuidado espiritual” —es decir su “ministerio de exorcista”—. Euteneuer sostuvo que la “vasta mayoría” de sus decisiones y conducta fue “moralmente buena y consistente con todas las normas sobre el cuidado pastoral de las personas”. Sin embargo, los padres de la mujer que Euteneuer admitió haber violado, dijeron tener conocimiento de otras dos víctimas.
Por supuesto que estos otros escándalos no llegaron a encender tantas señales de peligro como las que Corapi produjo durante muchos años antes de su caída. Sin embargo, sí existe un patrón aquí: una línea de sacerdotes que EWTN convirtió en celebridades rompieron sus votos. La celebridad, o el deseo de ello, es un riesgo moral para cualquiera, y los sacerdotes no son excepción. Cuando la Fe se convierte en negocio del entretenimiento, los escándalos del negocio del entretenimiento llegan. Los pecados privados de los sacerdotes —y todos nosotros somos pasibles de cometerlos excepto especial gracia de Dios— se convierten en noticias públicas para escándalo de los fieles que eran devotos “fans” del canal de cable.
Buenas razones tuvo siempre la Iglesia para aconsejar que los fieles no se apeguen demasiado a sacerdotes particulares, no menos por el peligro de caer en una especie de congregacionalismo estilo protestante que dependa del carisma de un sólo hombre falible. Pero EWTN, administrado en gran medida por ex protestantes, depende precisamente de un tipo de congregacionalismo televisado de masas atraído por personalidades magnéticas. Cuando estas personalidades revelan, una y otra vez, que son demasiado humanas, presenciamos las consecuencias graves del intento de EWTN por convertir a la Fe en un show de TV. Ésa es una de las razones por las que escribí el libro. Y de ahí que lleve el subtítulo “Un canal de televisión extraviado”.
Mi sugerencia para EWTN: Abandonad vuestro intento de ser una versión católica de una canal de televisión por cable secular. Evitad el culto a la personalidad con todos peligros. Olvidad el contenido “pop”. Por el contrario, aislad los muchos buenos elementos de vuestra programación y presentadlos ellos solos en un horario más limitado, para una audiencia más limitada si fuese necesario. Que las verdades de la Fe hablen por sí mismas de forma llana y simple; que la belleza sin adornos sea vuestra única atracción. Y si la audiencia televisiva decrece, entonces mal por los televidentes que se van.
Sería mejor para vosotros reducir vuestra operación por el bien de la integridad religiosa, que seguir repitiendo el patrón pasado de escándalos protagonizados por vuestras celebridades y la vulgarización de vuestros contenidos. La Fe no es un show de televisión y nunca lo puede ser; pero la televisión puede ser un poderoso medio para dar a conocer la Fe. Aprended esta distinción y respetadla, y EWTN —no importa qué tan grande o qué tan pequeño quede— servirá más fielmente la causa del Evangelio. FIN.


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