CINCO CUESTIONES CONTROVERTIDAS SOBRE EL «OPUS DEI» (III)

|


Hablemos ahora de la pretendida “vocación” al Opus Dei (en conexión con el tema de la ordenación sacerdotal de los fieles laicos del Opus.

Una frase proselitista muy empleada en el marquesado es: “lo he llevado a la oración, y ¡he visto que tienes vocación!” Los que hayáis tenido relación con la Opus posiblemente hayáis oído esto al Numerario de turno. Como todo lo que sucede en las labores de proselitismo / captación, no se trata de algo espontáneo. Es uno de los recursos que se suelen utilizar,algo completamente inaudito en la historia de la espiritualidad católica, que sea otro el que “vea” (¿qué significa eso?) si uno tiene vocación.

<

Otro recurso que suele utilizarse bastante es: “Si no quieres pitar, ve al oratorio y díselo al Señor, díselo”.

Estas frases estereotipadas harían las delicias de cualquier lingüista, pues son frases que realmente no quieren decir nada: son pseudo-frases. Veámoslo. Sustituyamos “si no quieres pitar”, con cualquier otra y veremos que es completamente intercambiable, del mismo modo que la expresión “Señor / sagrario u oratorio”. Exempla: “Si no quieres ir a comprar el pan, ve al sagrario y díselo al Señor”. Seguramente acabarás yendo a comprar el pan. “Si no quieres estudiar, ve y díselo a tu madre”. “Si no quieres salir esta noche, ve y díselo a tu amigo Juan, que hoy está especialmente susceptible”. Son frases nada más, para extraer del pensamiento de la víctima expiatoria en cuestión un sentimiento de falta de generosidad y de frustración, que debe llevarle a hacer aquello que se le dice para que se considere una persona generosa. Un análisis lingüístico y psicológico de estas frases sería realmente provechoso.

No nos olvidemos del recurrente:Si no tienes vocación, pídesela al Señor que te la dará. Buen chiste. Aquí se ve más claramente que el apelar a la vocación es solo un recurso intimidatorio más. Indica la frivolidad con que se trata un asunto tan delicado para una persona como es la vocación, y la consagración del “todo vale” para que la gente pite. Es verdad que algunos escritores espirituales han afirmado que en el caso del sacerdocio, si alguien —inconscientemente— accede al Sacerdocio sin vocación, si es fiel y trata de desarrollar sus labores con piedad, Dios le puede dar la vocación. Esto es muy distinto a decir “no tienes vocación / vale / pídesela al Señor / que te la dará”. ¿Ellos como saben que Dios reparte indiscriminadamente la vocación al Opus a quienquiera que se la pida? Quienquiera que se la pida, claro está, movido por el Numerario / Director de turno.

La Iglesia siempre ha indicado que el asunto de la vocación es un asunto muy serio; tiene la categoría de misterio, un misterio que se da en el alma rozada por la voluntad de Dios de pedirle a esa persona un seguimiento cercano. Son cosas que caen en el santuario de la conciencia, siendo distinto cada caso, porque cada persona es distinta a los ojos de Dios en cuanto a la elección, circunstancias, discernimiento, etc. El Opus para meter a alguien en el redil, rebaja la importancia del hecho de la vocación. Para salir le da una importancia apocalíptica.

Sin embargo se dan demasiadas cosas por supuestas. Demasiadas. Una es, que la gente entienda realmente aquello a lo que la Iglesia ha llamado siempre “vocación”. Y por supuesto, plantear si existe realmente una «vocación al Opus Dei». Adelantamos que nuestra conclusión es que no. Que quede claro que no existe absolutamente ningún documento, oficial ni extraoficial de la Iglesia que recoja el reconocimiento de la pretendida vocación al Opus. Al ser una realidad asociativa, no se exige el planteamiento vocacional para pertenecer a la misma. Sin embargo, el Opus habla de “vocación divina”.

Pero, ¿qué es la vocación? Por institución divina, la Iglesia católica consta de sacerdotes y laicos. Hay dos sentidos en que podemos hablar de vocación: en el sentido natural, y el sobrenatural. En el sentido natural, hablamos de vocación como la inclinación natural dominante de una persona en orden a la propia realización personal determinada por circunstancias dadas por la naturaleza misma: vocación de médico, de filósofo, de ingeniero, de futbolista o de macarra. En el sentido sobrenatural, la vocación es un especial designio de Dios para la persona con el fin de desarrollar la gracia recibida en el Bautismo, en una misión específica en favor de la Iglesia y del prójimo. Así, existe una vocación fundamental, que es la vocación a la fe. Dentro de eso se dan ramificaciones específicas en cuanto a los diversos estados dentro de la Iglesia. Como decíamos, por institución divina, la Iglesia consta de sacerdotes y seglares. La vocación propia del seglar, del laico, según la constitución dogmática Lumen Gentium, consiste en lo siguiente: “A los laicos corresponde por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” (LG, 31). En otro lugar de la Gaudium et Spes se habla de la “instauracion cristiana del orden temporal”. En definitiva, la santificación de las realidades terrenas.

En el caso de la vocación sacerdotal, se trata de ejercer sacramentalmente la misión del mismo Cristo, que confió a la Iglesia el triple oficio de “pastorear, santificar y enseñar”. Esto lo hacen los sacerdotes, en virtud de la configuración sacramental con Cristo, que reciben el día de su Ordenación, de modo que entre los laicos y los sacerdotes existe una diferencia no gradual, sino esencial. Debido a tal especificidad esencial, hablamos de la vocación bautismal, o la vocación propia de los laicos, y de la vocación sacerdotal. La vocación religiosa, que también pertenece a la naturaleza misma de la Iglesia fundada por Cristo, consiste en, siguiendo los consejos evangélicos (votos), configurarse más perfectamente con Cristo siendo un signo de consagración para el mundo. Someramente.

Entonces: ¿Qué es lo que añade la presunta vocación al Opus a la vocación bautismal? Pues nada. Porque “santificar el trabajo ordinario”, va incluido dentro de la vocación genérica de “santificar las realidades terrenales”. ¿Hacer normas de piedad? Tampoco, porque el oficio sacerdotal de la Iglesia pertenece a su naturaleza, no es algo específico. ¿Hacer apostolado? La Iglesia, por fundación es apostólica, y el mandato de Jesús de evangelizar a todas las gentes va dirigido a la Iglesia entera. ¿Qué añade la presunta vocación al Opus a la vocación del bautizado? Nadaaaaaaaa. No se puede hablar de una vocación específica por tanto.

Pero héte aquí que el tema se complica un poco más, cuando los del Opus dicen que “en la Obra la vocación de sacerdotes y laicos es la misma”. Vamos a ver.

La vocación de un laico es distinta esencialmente a la de un sacerdote. Esencialmente. Además que teóricamente esa vocación al Opus es una vocación secular, y laical. De ahí su insistencia en la santificación de las realidades terrenas. ¿Cómo es posible que un señor que se hace del Opus, que tenga esa vocación, que por lo demás coincide con la vocación de todo bautizado, resulta que pasan unos años y se ordena sacerdote? ¿Tiene vocación laical y sacerdotal? ¿Acaso Dios ha alterado la misma constitución divina de la Iglesia al aparecer el Opus haciendo que la vocación al Opus, vocación secular, laical y todo esa retahíla, incluya la posibilidad de la vocación sacerdotal siempre que al Prelado se le ocurra designar a un individuo para las sagradas órdenes, individuo al cual el Prelado no conoce de nada?

Eso nos hace sospechar acerca de que el concepto de vocación sacerdotal quede eliminado por el concepto de vocación al Opus. ¿Cómo resuelven este lío? Fácil. Pasando por encima de la doctrina de la Iglesia, y su tradición espiritual sobre este punto:

a) el Opus fue fundado por inspiración divina;

b) todo lo que se hace en el Opus responde a lo que Dios quiere que el Opus sea;

c) el Padre tiene gracia de estado;

d) de este modo, si designa a un señor para el Sacerdocio, es que Dios quiere que ese señor sea sacerdote.

Punto. No deja de ser significativo que los Curas-Numerarios del Opus nunca hablen de su “vocación sacerdotal”, sino de su “vocación a la Obra”.

Por lo demás el carácter esencial del sacerdocio queda muy oscurecido, cuando dice el Fundeitor que “estos hijos míos se ordenan porque les da la gana, que es la razón más sobrenatural”. Pues no señor. Una persona ha de saber si tiene vocación al sacerdocio para ordenarse, en caso contrario, no debe ordenarse. Esto es lo que la Iglesia ha dicho siempre. En el libro V de “Meditaciones” que se encuentra en los centros, el Fundeitor incluso llega a afirmar que “para nosotros el sacerdocio es algo accidental”, incluso llega a decir que los Numerarios cuando se ordenan “cambian de trabajo profesional”. Según el espíritu del Opus, un Cura-Numerario “santifica su trabajo profesional”. Pero vamos a ver, entonces, cuando dice Misa, ¿santifica la Misa? Lo que dice la Teología católica es lo contrario, es que los sacramentos fueron instituidos para la santificación de los fieles.

Única vocación para sacerdotes y laicos: un camelo insufrible y cansino.

Lamentablemente lo que el Opus consigue es defenestrar esta palabra tan importante para la espiritualidad católica. La utiliza como instrumento de presión: para entrar, para permanecer, para evitar la salida.

Todo esto nos lleva a plantear no solamente muy fundadas dudas sobre la existencia de una «vocación al Opus», sino que, por lo dicho anteriormente, permite inducir la cuestión acerca de si esto rebasa los límites de la misma ortodoxia de la Iglesia Católica.

Que el Opus Dei sea una iglesia dentro de la Iglesia no sería el problema, sino si acaso se haya constituido solapadamente en una religión dentro de otra religión.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *