Carisma: definición

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Hace poco una lectora del blog me preguntó (a raíz de unos mails que intercambiamos) por qué era que la palabra «carisma» producía urticaria en algunas personas, como en mí por ejemplo.
Cuando empecé a pensar la respuesta, me di cuenta que había pensado muchas veces al respecto pero quizá no había unificado las aristas que le vi al asunto.
Luego del concilio, da la impresión de que el Espíritu Santo sufrió una especie de resfrío espiritual y anduvo estornudando carismas por aquí y por allá, tal es así que cualquiera se creía iluminado/a fundador/a (conozco la historia de una «congregación» del sur, que fue fundada y aprobada simultaneamente, ya que el fundador era amigo del obispo del lugar: duró 3 meses y se disolvió porque todos los miembros la abandonaron). Con esto no cargo contra todas las congregaciones modernas, simplemente menciono un hecho que considero notable. Como que a todo el mundo le daba la impresión de que para volver a las fuentes (de San Ignacio, San Francisco, Santa Teresa, etc) hacía falta hacer rancho aparte.
Puede ser que haga falta hacer rancho aparte, pero no sé. Hay algo ahí que no me huele bien. Esa multiplicidad de carismas, más que a riqueza me suena a desorden y desconcierto, independientemente de cuán buenos sean fundadores y miembros de dichas comunidades. A las congregaciones le sumamos los movimientos y listo el pollo. Es como que ahora, ya no sólo se hace una Iglesia Nacional (Cf. afiches de propaganda de la conferencia episcopal Argentina: «Iglesia Católica Argentina») si no que para cada «católico argentino» tenemos una Iglesia a gusto y piacere.
Ojo, yo no digo que esté mal, que al que le gusta un poco más la pachanga se vaya con los carismáticos, o al que le gusta un poco más la formación se vaya con los de Miles… Todos somos diferentes y gracias a Dios en la Iglesia que es Madre todos tenemos un lugarcito. Ahora, que cada uno tenga su lugarcito no tendría que llevar TEÓRICAMENTE, a menospreciar la DOCTRINA COMÚN (me refiero a la que se supone que TODOS CREEMOS) y pontificar únicamente lo que pirulito fundador dijo. Y así si pirulito come de tal manera, lo hacemos así. Y si pirulito dice tal pavada, todos la repetimos porque suena bárbara. Y si pirulito lee tal cosa yo voy y leo el mismo libro… Porque de última, si pirulito tuvo una gracia fundacional no significaque pirulito esté confirmado en gracia y todos los actos de su vida sean alabables, imitables o canonizables. ESO ES particularmente lo que me molesta de las congregaciones y movimientos modernos. Que no se cansan de mencionar al fundador/a cuantas veces pueden, y citan sus constituciones casi más que a la Sagrada Escritura.
Otra cosa que me parece curiosa en todos los nuevos movimientos y congregaciones teóricamente conservadores, es ese hermetismo que los rodea. Van a «sus» misas, se dirigen con «sus» sacerdotes y van exclusivamente a «sus»actividades. Se les olvidó el católico en la mesita de luz. Antes creo que no era tan así, y sólo por poner un ejemplo: las santas Teresa y Teresita, no se dirigieron exclusivamente con carmelitas, sino que fueron guiadas también por otros sacerdotes que no pertenecían a su orden. Y no me vengan con que eran otros tiempos, porque riñas entre congregaciones hubo siempre… y si no, vayan a algun convento Franciscano y vean cuantos tomos de la Suma tienen. O sea…
Y otra ideita… capaz mas peligrosa es la concepción de obediencia. Comprendo que si algún religioso lee esto puede pensar que es caradura que una mujer casada opine lo que puede ser la obediencia. A tal religioso desprevenido advierto: la obediencia no la practican exclusivamente ustedes. Un laico obedece al jefe, obedece (si corresponde) la ley, y la mujer (si tiene ganas) al marido. Un laico puede perfectamente comprender con exactitud lo que padeció el mismo Cristo que fue «obediente hasta la muerte de Cruz».
Considero que en el post concilio se crearon dos ideas bien diferentes y claras sobre la obediencia:
Obediencia neocón: hacer caso a todo lo que diga el superior
Frase preferida: el que obedece nunca se equivoca
Obediencia progre: hacer todo lo que el superior me diga si me parece bien
Frase preferida: el Espíritu Santo sopla donde quiere
Es curioso, porque una deriva en rigorismo y la otra en laxitud, y ambas se oponen a la obediencia católica. Hay cosas que no son opinables: los dogmas por ejemplo.
Otras cosas son …¿próxima fidei? creo que le decían así. Son esas que si bien no son dogmas, negarlas acarrean consecuencias peligrosas.
Por último, hay cosas opinables.
Si no hubiera libertad para discutir teológicamente, jamás se hubiera escrito la Suma Teológica. Tengo entendido que Santo Tomás no apoyaba la idea de la Inmaculada Concepción, y San Buenaventura sí. Si estos Santos muchachos hubieran tenido los parámetros de obediencia modernos, en este momento estaríamos sin dogma de la Inmaculada porque ¿¡cómo vamos a discutir y faltarnos a la caridad!?
Discutir no necesariamente es faltar a la caridad. Humillar mientras se discute sí. En los neomovimientos/congregaciones, a la persona que disiente automáticamente se la tacha de díscola, poco generoso, soberbio, mal espíritu y cuanto insultillo «espiritual» ande dando vueltas. Se le hace un vacío tal por parte de las cúpulas y luego de los que consideran que la cúpula jamás puede equivocarse, que hace imposible que la persona pueda perseverar en una sana crítica y desarrollo de la fe. Si la verdad no ofende ¿por qué tantos terminan apartándose de los movimientos que los llevaron a la fe? Yo creo que es así, porque si bien la verdad no ofende, es tajante como espada de dos filos, y nadie está dispuesto a bajarse del caballo y ponerse una curita en el orgullo intelectual cuando descubre que lo que pensaba estaba mal, desacertado, o que el otro tenía argumentos válidos para pensar como lo hacía.
La solución para esto no la tengo. Salvo rezar, para que el Señor nos haga comprender su voluntad y nosotros la sigamos con sencillez. Para salvarse, la única receta universal es cumplir los 10 mandamientos.


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