Tener las cosas claras es una virtud humana que conlleva obrar correctamente.
Una buena formación doctrinal, principios morales férreos y seguros, una esmerada práctica litúrgica y un sano ejercicio de la caridad son los ingredientes esenciales para aclararnos en la vida.
Este año tuve la oportunidad de participar en la peregrinación tradicional a Covadonga, que desde hace cuatro años organiza asociación de NSC-E.
En dos de las tres misas solemnes en el campamento pude asistir de coro y administrar la Sagrada Comunión. Me impresionó – hasta el punto de emocionarme – que, cuando tenía que atravesar la explanada hasta llegar al punto donde me correspondía colocarme para este servicio, al paso del Santísimo Sacramento que llevaba oculto en el copón, toda la gente – niños y mayores, jóvenes y ancianos – se iban postrando de hinojos.
En aquellas dos ocasiones, toda la gente que se acercó a comulgar – sólo Dios sabe su disposición interna- lo hizo de rodillas y en la boca, con actitud fervorosa y con devoción.
También, durante esos días tuve que trajinar con el coche por las mañanas y pude andar por la tarde con mi capítulo. Debido a mí flojera y a mí poca aptitud para el ejercicio físico (digámoslo así) me quedé rezagado un par de veces para descansar un poco. En ese entretanto podía ver a los distintos capítulos de peregrinos que participaban de la caminata. Todos ellos iban: unos rezando el Rosario, otros el Viacrucis; unos haciendo las catequesis propuestas por la organización y otros entonando cánticos religiosos.
Cuando por la noche llegaba a la casa donde estaba acogido por un buen y hospitalario sacerdote, me venía a la cabeza este pensamiento: cuando se tienen claras las cosas, que bien sale todo.
Luego, uno llega a las parroquias, al día a día del trabajo pastoral y ve que hay gente que tiene las cosas claras, otros que las van teniendo claras y otros a los que hay dejárselo claro hasta que lo entienden.
Estamos en un momento histórico en la Iglesia donde reina la confusión y los fieles ya no saben a qué atenerse. Lo que ayer parecía inamovible hoy se torna reprobable, lo que ayer era pecado, hoy es virtud; y sin embargo, la Iglesia vive y navega en el proceloso mar de la historia ¿Será porque hoy como ayer sigue habiendo gente que tiene las cosas claras? Pues eso, en la vida de piedad hay que tener claras las cosas para que todo salga bien.
Si en la vida quieres triunfar
las cosas claras has de tener:
ante Dios te has de postrar
y solo a Él debes temer.
Comulga con devoción
con gracia en tu interior,
en la boca y con postración
serán tu porte exterior.
Y cuando vayas de camino
no abandones tus plegarias
pues el compañero divino
te mostrará las cosas claras.
Qué precioso y qué verdadero. Muchas gracias
La forma de comulgar exterioriza la fe en la presencia real de Cristo en la Sagrada Hostia. Y nunca será suficientemente demostrativa de la fe y caridad que tengamos, porque siempre será muy poca para tanta misericordia divina.
No vale establecer ninguna oposición entre intenciones de corazón y exteriorización de la adoración a Dios. Y el amor, primero y superior a Dios, a Dios Eucaristía. Otro amor será falso, será filantropía o será sentimentalismo. Y la filantropía no es cristiana. Dios, antes que nada y que nadie. Y a Dios se le adora
Santa Teresa de Calcuta daba más a los necesitados y para ella estaba antes la Eucaristía. Era la Eucaristía quien la llevaba a los pobres de Dios. Pero exteriorizaba, no podía ser de otra forma si tanto amaba a Cristo,
https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1609030449-394-santa-teresa-de-calcuta-a
¿Acaso no es nuestro fin una eternidad de adoración a Dios? ¿Y ahora mismo, cómo están adorando esa misma Eucaristía su Madre y los Santos Ángeles, nuestros Custodios, cuando asistimos? ¿Y nosotros no vamos a arrodillarnos, reclinarnos, aceptarla en la boca, como pobres criaturas, como los pollos del pico de su madre? ¿Nosostros de pie y, mientras, nuestro Ángel de la Guarda, junto a nosotros pero, él sí, arrodillado?
Ya, Eduardo… El GRAN problema es que NO tenemos ( y mejor que así sea porque pertenece a Dios) una lupa para mirar «las intenciones del corazón «. Por lo tanto SOLO podemos opinar de lo externo.
Saludos.
Las cosas siguen estando claras: el amor predicado por Jesucristo y sus apóstoles. Tradúcelo en obras, no en gestos externos. Y como bien dices ejercicio de caridad y «ejercicio físico» que es caridad con uno mismo, para mantenerte en una forma que no exija caridad de cuidados para ti cuando la cosa de la edad cumpla su curso.
La forma de comulgar es un cuestión entre tu apertura y entrega al regalo de la eucaristía: Cristo, apóstoles, iglesia. La lupa, mejor en las intenciones del corazón. Ubi caritas…